Papel de la universidad en la sociedad

Claudia Tamaríz García y Ana Cecilia Espinosa

  Ahora bien, la función de la universidad dentro de la sociedad tiene un doble carácter : de reproducción de elementos culturales y sociales cuya finalidad será socializar a los individuos y preservar la cultura específica de una determinada sociedad ( y por su carácter de transmisora de la ideología dominante este carácter reproductor de la universidad busca también la afirmación de determinadas relaciones de poder) ; pero a la vez de impulso a la transformación de dicha sociedad y cultura para proseguir su desarrollo en beneficio de la humanidad.

Se trata, pues, de una doble función contradictoria que Javier Mendoza estudia con mayor profundidad, al referirse a la educación en general y a la universidad en particular :

“En el centro del análisis de este enfoque se encuentra el concepto de contradicción. Para el estudio de la educación se considera como punto de partida, el desarrollo contradictorio de las funciones sociales que desempeña, las que apuntan tanto a la conservación y reproducción de la forma de organización social como a su transformación, si bien en un momento histórico predomina una forma sobre otra, pero siempre en un escenario de conflicto” (Mendoza, s/f: 288)

Para Mendoza estas contradicciones se manifiestan a través de lo que él considera, las 5 funciones sociales que desempeña la educación :

a) Función Cultural e Ideológica. Por un lado consiste en la transmisión de la cultura de un determinado grupo social : valores, formas de pensamiento, pautas de conducta y conocimientos, que es la función tradicional de la educación.

Pero también tiene un carácter ideológico pues propicia una representación imaginaria de la realidad (a veces no falsa) con significación para el total de la sociedad, difundida por los grupos y clases que tienen el poder.

“...por medio del desarrollo, la inculcación directa y la difusión indirecta de la ideología se produce el consenso en una sociedad, se afirman las relaciones de poder entre las clases y se disputa cotidianamente la hegemonía” (Mendoza, op.cit.:290)

•  Función Socializadora. Esta consiste en incorporar a los individuos al complejo social por medio de la inculcación e incorporación de las normas sociales.

•  Función de Selección Social. Gracias a la educación formal se promueve una distribución desigual del capital cultural que convierte a la educación en un filtro de selección que legitima la participación desigual en el ingreso, la posición y el prestigio.

•  Función Política y de Control Social. La educación es una herramienta de los grupos dominantes para transmitir una misma visión del mundo a todos los integrantes de la sociedad, con el fin de evitar la dispersión de la sociedad y mantener a sus miembros dentro de ciertos cauces marcados por el proyecto de desarrollo económico, político y social de estos grupos gobernantes.

•  Función Económica. La educación forma a la fuerza de trabajo que se va a incorporar al sistema productivo, con diferentes niveles de calificación.

Dentro de este esquema de funciones de la educación en general, la función de la universidad en las sociedades capitalistas modernas se ha planteado desde la corriente teórica del funcionalismo, que establece una correlación directa entre las variables de movilidad social, escolaridad de la fuerza de trabajo, niveles salariales y productividad y propone, en consecuencia, una política de adecuación cuantitativa y cualitativa entre formación profesional y mercado de trabajo.

Para Mendoza esta postura se traduce en México bajo el modelo de la Modernización , nacido en los años 50's y ajustado a las cambiantes situaciones de la región, y donde la vinculación universidad - necesidades sociales se traduce en la aportación que las primeras hacen al desarrollo económico del país.

Sin embargo el esquema no es tan sencillo por el carácter contradictorio de la función universitaria, este doble carácter por el cual, aunque contribuye a la reproducción del sistema ajustándose a estas necesidades económicas, también genera en su interior ideologías nuevas y abre espacios de crítica al proyecto dominante, produciéndose nuevos proyectos de desarrollo económico - social y nuevos proyectos de desarrollo educativo.

Para concretar un proyecto de calidad en la educación superior debemos tomar en cuenta esta naturaleza contradictoria de la universidad y determinar en qué forma vamos a ligar las funciones de la universidad con las necesidades sociales.

Como vimos anteriormente, en el esquema funcionalista las necesidades sociales se traducen en necesidades de desarrollo económico dentro del marco capitalista, pero las necesidades sociales son eso y más. En realidad, como afirma Mendoza, el término necesidades sociales resulta un término demasiado relativo, pues depende de los diferentes sujetos sociales.

En otras palabras, las necesidades sociales que debe atender la universidad son “...un conjunto heterogéneo de demandas, que dado el carácter contradictorio del desarrollo social y la diversidad de sujetos que en él compiten, asumen también un carácter contradictorio”(ibidem: 307)

Las necesidades sociales serán diferentes si preguntamos a los estudiantes, a los empresarios, al Estado, o a cualquiera de las diversas instituciones de la sociedad civil : partidos políticos, asociaciones sindicales, colegios y asociaciones de profesionistas, asociaciones campesinas, frentes populares, etc. Sin contar con las presiones internacionales que tendrán también un concepto muy diferente de cuáles son las necesidades de la sociedad.

Todas estas necesidades se traducen en una serie de demandas para la universidad, demandas del mercado, las más de las veces contradictorias. ¿Cuál debe ser la respuesta de una universidad de calidad ante tal diversidad ?

El carácter contradictorio de la universidad nos revela que ésta es hasta cierto punto independiente de las determinaciones sociales, de ahí que posea autonomía, pero no se trata de una autonomía absoluta, sino de una autonomía relativa , ello significa que ni es un simple apéndice de las fuerzas económicas y políticas ni está por encima de la sociedad.

Ello significa que la universidad no debe ni someterse a la libre demanda del mercado (que finalmente se traduciría en un sometimiento a las necesidades de mano de obra del sistema productivo, puesto que son los grupos hegemónicos de la sociedad quienes establecen las prioridades en ese mercado) ni definir sus propios procesos y productos sin tomar en cuenta a la sociedad.

La autonomía relativa debe permitir a la universidad definir “sus propios proyectos académicos a partir de la lectura que hace de las “necesidades sociales”. Esta lectura como tal, es una mediación entre lo externo (el mercado) y lo interno (por ejemplo los programas de docencia), bajo el supuesto de que la autonomía relativa de la institución le permite realizar distintas traducciones de las demandas y exigencias sociales de su entorno, a su propio lenguaje”(ibidem:305)

En otras palabras, la universidad debe trazar su propio desarrollo institucional (que incluye desarrollo del conocimiento, avances en los procesos de E-A, formas de creación y difusión de cultura, etc.) en base a un proyecto de sociedad establecido al interior de la misma y que está fundamentado en una interpretación previa de las necesidades de la sociedad. Proyecto que puede ser incluso contrario al propio proyecto hegemónico del Estado y de los grupos dominantes de la sociedad.

“Bajo este criterio, una universidad podrá considerarse más eficaz que otra, si no se reduce a formar profesionales que son demandados actualmente en el mercado de trabajo (criterio predominante usado para evaluar la eficacia), sino que explora caminos en la formación profesional a partir de intereses académicos y de los resultados del propio proceso autónomo de la generación y transmisión de conocimientos, que apunta más al futuro que al presente, rescatando así su papel de creación e innovación social”(ibidem:306).

La universidad forma profesionales para la reproducción social (fuerza de trabajo calificada que colabora en la reproducción de las fuerzas productivas ) pero también forma sujetos que realizan prácticas sociales alternativas al modelo de desarrollo dominante : sujetos transformadores. Esta posibilidad de formación profesional heterogénea hace posible que la universidad, dentro de su autonomía relativa, rompa con su papel reproductor y diseñe nuevos perfiles de profesionales que establezcan prácticas innovadoras y prospectivas, que partan de una práctica profesional demandada en el mercado, pero que vayan más allá en la búsqueda de una nueva vinculación de la universidad con la sociedad asumiendo un papel realmente transformador de la misma en beneficio de la mayoría de la población.

Bibliografía :

•  Mendoza, Javier (s/f) “Vinculación Universidad - Necesidades Sociales : Un Terreno de Confrontación” en Universidad Nacional y Sociedad . p. 288.

 

 

 


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