Libertad de Expresión
Por María Elena Margarita de la Vega Álvarez
Estudiante L.C.C. IX Cuatrimestre
A ntes de ser una universitaria cursando la carrera en Ciencias de la Comunicación, oía hablar mucho de la libertad de expresión, pero qué era esa palabra que casi todo mundo dice y que sólo algunos pocos saben a lo que se refiere, como estudiante de comunicación me atrevo a decir que todavía no me queda muy claro lo que significa esta palabra, pues son tantos los autores que hablan al respecto, pero ninguno da un significado especial. Por esto, no sé si en verdad conozco lo que significa o estoy más confundida, pues aun me cuestiono hasta dónde es válido el que uno se exprese, cuando no sabes si lo que dices o haces es bueno o malo.
Uno de los acontecimientos que me ha llamado la atención y que ha dado mucho de que hablar desde que salió en televisión abierta es el famoso “reality show” “Big Brother” , quizás este es la mejor prueba de cómo algunos miembros de la sociedad reaccionan ante aquello que bajo su óptica puede ser ocasión de rompimiento con esquemas que se establecen en la memoria o en la ideología.
La difusión de determinados asuntos en los noticiarios se ha encontrado en el dilema del “decirlo o no decirlo”. La discusión por supuesto, no es únicamente de carácter nacional, sino mundial.
La libertad de expresión o el criterio de exponer, se ha metido en una especie de callejón sin salida, ¿bajo qué criterio definir lo que se debe exponer o qué es lo que no se debe dar a conocer? Esta cuestión es uno de los terrenos pantanosos en que están metidos los medios de comunicación.
Por otro lado, la moral es un asunto subjetivo difícil, ya que representa un espacio desigual para el consenso ante los ojos de la sociedad, pues por más que se tengan acuerdos respecto de normas y actitudes, sin duda, los espacios de lo bueno y lo malo se convierten en territorios de gran complejidad en su definición y búsqueda de consensos.
La libertad de expresión ha llegado a un punto en el cual, más que ponerse en duda su existencia y su valor, lo que hoy está en la mesa de discusión es cómo instrumentarla. Los medios están ya en discusiones relacionadas con los criterios para la difusión de la información, pero, el criterio informativo va más allá de imágenes televisivas, pues el daño moral que origina, puede estar también en la palabra, especialmente cuando ésta tiene una doble intención.
Sin lugar a dudas, lo que los medios deben hacer es conducirse hoy, más que nunca, en un terreno ético y de mayor profesionalismo.
No obstante, es evidente que la lucha no está solamente en el campo de los medios, el caso “big brother” alerta, la discusión sobre si 40 cámaras de televisión pueden seguir las 24 horas del día a un grupo de artistas en su intimidad, ha generado una polémica, pues, obviamente, así como existe la libertad para exhibir también existe la libertad de ver, sin embargo, no hay duda de que el contenido del programa toca diversos espacios ideológicos en los que se invade por así decirlo, la intimidad del televidente.
La discusión va más allá del programa, la esencia del asunto camina en el campo de leyes y normas, y por encima de todo, en la falta de una definición social de los medios, más allá de una protesta coyuntural.
Lo que se exhibe a diario en la televisión debe ser motivo de discusión, no para reprimirlo, sino para construir reglas y normas actualizadas que ofrezcan un orden cargado de consensos. “ Big brother” , es un centro de discusión que pone sobre la mesa la manera como se mueve una sociedad en sus conceptos y valores.
La discusión sobre los medios es al final, el centro que no hay que perder de vista, pero pensar en limitar los terrenos de la libertad pareciera sin duda un despropósito.
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