Teorías de la racionalidad científica: El falsacionismo
Por: Claudia Tamariz García y Ana Cecilia Espinosa Martínez
“Ahora que ya tengo la solución, sólo me falta encontrar el proceso lógico que conduce a ella”
Karl Friederic Gauss
C ontinuamos en este número la tarea planteada en el artículo anterior de llevar al lector al conocimiento de la estructura interna del funcionamiento de la ciencia. En esta ocasión presentamos la teoría de la racionalidad científica denominada falsacionismo, que surgió frente a la polémica levantada por la postura inductivista, sustentada como vimos, en la observación y la inferencia inductiva. Veamos...
El Falsacionismo
El iniciador y principal exponente de esta teoría es el austríaco Karl Popper, quien desarrolló sus ideas como una reacción a la escuela filosófica del Positivismo Lógico (el Círculo de Viena) que llevó la idea de verificación científica al extremo.
Su obra primordial fue la Lógica de la Investigación, escrita en 1934, pero que cambió la visión acerca de la forma de ver la ciencia hasta después de 25 años, que es traducida al inglés. Sus principales ideas son:
El punto de partida de la ciencia no es la observación, sino los problemas . Para Popper la ciencia se inicia con un problema, pero no un problema que parte de la observación pura sino de intentos teóricos previos que buscan dar una explicación a algún aspecto de la realidad y que se topan con problemas a los que no han podido dar solución.
“La ciencia comienza con problemas que van asociados con la explicación del comportamiento de algunos aspectos del mundo” (Chalmers, 1998:68), problemas que requieren ser explicados mediante una hipótesis o teoría.
Karl Popper
Así, “Las teorías se construyen como conjeturas o suposiciones especulativas y provisionales que el intelecto humano crea libremente en un intento de solucionar los problemas con que tropezaron las teorías anteriores y de proporcionar una explicación adecuada del comportamiento de algunos aspectos del mundo o universo” (Chalmers,op.cit:59).
En este sentido, la observación y la experimentación cumplen la función de confirmar o refutar dichas teorías , por lo que para el falsacionista, a diferencia del inductivista ingenuo, ambos elementos sí están guiados por la teoría y la presuponen.
Para el falsacionista los resultados de la observación y la experimentación no demuestran que una teoría es verdadera, pues el falsacionismo rechaza la inducción como razonamiento lógico científico, lo único que pueden demostrar con certeza es la falsedad de una teoría.
Mediante deducciones lógicas se puede partir de enunciados singulares proporcionados por la experiencia, para llegar a falsear teorías y leyes universales (si en x lugar y en y momento se observó un cuervo que no era negro, se puede concluir que “no todos los cuervos son negros”, y dar al traste con toda una teoría.)
Así, la observación y el experimento son cruciales para eliminar teorías y reemplazarlas por otras , por ello afirma Popper que la ciencia procede mediante ensayo y error, por conjeturas y refutaciones donde sólo sobreviven las teorías más aptas.
Para esta metodología no hay teorías verdaderas , sólo se puede decir de ellas que son las mejores disponibles , mejores que las que existieron antes pero también provisionales, son la penúltima verdad.
“En otras palabras, aún la investigación más estricta, efectiva y exitosa, sólo puede alcanzar a ser una afirmación refutable, nunca una verdad absoluta como la que se pretende lograr con dicha investigación” (Oriol y Espinosa, 1994:171).
El enfoque de Popper es crítico: la ciencia se autocorrige porque se refuta desde adentro.
De aquí se desprende el concepto más importante de esta postura: la falsación.
Una falsación es una afirmación cuestionable, refutable, por lo que los resultados experimentales de cualquier investigación nunca logran verificar tal afirmación, sólo la hacen menos falsable.
El razonamiento del falsacionista es el siguiente: ya que la lógica no permite derivar enunciados universales de otros singulares u observacionales (inducción), pero sí deducir su falsedad entonces la falsación se convierte en un elemento fundamental para el avance de la ciencia. Así, para que una hipótesis pueda ser considerada teoría o ley científica debe cumplir un requisito: ha de ser falsable.
Y para ello debe existir, como posibilidad lógica, un enunciado observacional o un conjunto de ellos, que, en caso de ser establecidos como verdaderos, sean incompatibles con aquella y la falseen.
Para Popper, “La empresa científica consiste en proponer hipótesis sumamente falsables, seguidas de intentos deliberados y tenaces de falsarlas” (Chalmers, op.cit. :66).
Las hipótesis más falsables son las que poseen más contenido informativo y, por tanto, dan más luz sobre el comportamiento del universo.
“Una teoría muy buena será aquella que haga afirmaciones de muy amplio alcance acerca del mundo y que, en consecuencia, sea sumamente falsable y resista la falsación todas las veces que se someta a prueba” (Ibidem. : 64).
Este criterio de falsación obliga a que las teorías se formulen de forma clara y precisa, pues la observación y experimentación no pueden confirmar ni refutar una teoría vaga y poco clara.
Para el falsacionista se deben estimular las especulaciones audaces, siempre que sean falsables y siempre que se rechacen al ser falsadas.
En esencia, dos son las características que, para Popper, debe tener una teoría científica:
Debe poder entrar en conflicto con un enunciado singular que sea establecido como verdadero (ser falsable); y
Debe predecir hechos nuevos, inesperados, a la luz de los conocimientos anteriores.
Para el falsacionismo sí existe el progreso en la ciencia: “En la ciencia (y sólo en la ciencia) podemos decir que hemos hecho genuino progreso: que sabemos más que sabíamos antes” (Popper, 1975:156) .
El progreso es concebido para esta metodología de la siguiente forma:
“La ciencia comienza con problemas, problemas que van asociados con la explicación del comportamiento de algunos aspectos del mundo o universo. Los científicos proponen hipótesis falsables como soluciones al problema. Las hipótesis conjeturadas son entonces criticadas y comprobadas. Algunas serán eliminadas rápidamente. Otras pueden tener más éxito. Éstas deben someterse a críticas y pruebas más rigurosas. Cuando finalmente se falsa una hipótesis que ha superado con éxito una gran variedad de pruebas rigurosas, surge un nuevo problema, afortunadamente muy alejado del problema original resuelto. Este nuevo problema exige la invención de nuevas hipótesis, seguidas de nuevas críticas y pruebas. Y así el proceso continúa indefinidamente. Nunca se puede decir de una teoría que es verdadera, por muy bien que haya superado pruebas rigurosas, pero afortunadamente se puede decir que una teoría actual es superior a sus predecesoras, en el sentido de que es capaz de superar pruebas que falsaron a sus predecesoras” (Popper, op.cit. :68-69)
En otras palabras: el camino de la ciencia se inicia con un problema (p1) y termina en otro (p2). Sólo que el segundo soluciona muchos enigmas del primero.
Además, para Popper el avance más significativo de la ciencia se da, no cuando se falsean las “hipótesis audaces” que rompen con el conocimiento establecido, sino cuando se confirman, y en cambio se falsean “conjeturas prudentes” que tratan de probar ese conocimiento aceptado hasta entonces. Ambos hechos se dan muchas veces en forma simultánea.
De su concepto de que en el conocimiento científico existe progreso Popper deriva la idea de que la ciencia sí se acerca a la verdad, sus teorías aumentan su contenido de verdad. Además afirma que el conocimiento científico carece de sujeto, es un cuerpo de conocimientos, un sistema de teorías que buscan, a la luz de la discusión crítica, acercarse más a la verdad.
Estas afirmaciones colocan su postura como objetivista y ahistórica, pues el conocimiento no depende de los sujetos que lo producen.
En cuanto al criterio que sigue el falsacionista para construir una historia de la ciencia, Lakatos nos dice que el historiador popperiano busca grandes y arriesgadas teorías falsables y experimentos cruciales negativos (Lakatos, 1975).
La historia avanza mediante grandes experimentos que refutan grandes teorías anteriores. La importancia de un descubrimiento se mide por la importancia de la teoría que refuta.
Esta teoría de la racionalidad que justifica una historia interna de la ciencia es complementada por teorías externas que explican aspectos no racionales, como por ejemplo elementos psicológicos que expliquen el hecho de que un científico se aferre a una teoría que ya ha sido falseada o elementos, incluso metafísicos, que refieran cómo surgen las hipótesis audaces.
Algunas de las críticas que se han hecho a esta metodología son:
La relevancia puesta en la falsación de teorías radica en el peso indiscutible que se le da a la observación y a los enunciados nacidos de ésta, los enunciados singulares (observacionales o fácticos) tienen una validez indiscutible y por ello son capaces de echar por tierra teorías universales. Sin embargo, estos enunciados están condicionados por la teoría, la observación está cargada de teoría, lo que la hace falible.
Para salvar esta crítica Popper afirma que los enunciados observacionales realizados por un científico deben hacerse públicos para ser puestos a prueba por otros observadores y ser aceptados por convención.
“Los enunciados básicos se aceptan como resultado de una decisión o acuerdo y en esa medida son convenciones” (Popper citado por Chalmers, op.cit. :92).
Lakatos diría que esta metodología sólo acepta por convenio enunciados básicos fácticos, espacio-temporalmente singulares, pero no teorías espacio-temporalmente universales. (Lakatos, op.cit.)
Este convencionalismo introduce un elemento subjetivo en la metodología falsacionista, lo que hace que la falsación de teorías no sea concluyente, pues: “...si un enunciado universal o un grupo de enunciados universales, que constituyen una teoría o parte de una teoría choca con algún enunciado observacional, puede ser que sea el enunciado observacional el que esté equivocado” (Chalmers, op.cit. :90).
La visión falsacionista de la ciencia resulta simplista pues no considera que la ciencia es una compleja estructura donde no sólo están incluidos los enunciados básicos sino una compleja red de supuestos auxiliares que especifican desde cómo utilizar instrumentos, cómo establecer las condiciones iniciales de un experimento...
Estos elementos periféricos a la teoría central pueden ser los responsables de que una observación parezca falsear una teoría si se cometió un error, por ejemplo, en las condiciones previas a una comprobación.
La historia de la ciencia falsea los supuestos del falsacionismo ya que existen numerosos ejemplos en la historia de enunciados observacionales que refutaban una teoría y que, sin embargo, no hicieron que ésta se desechara. El ejemplo más claro es la Teoría de Copérnico que parecía ser falseada por la observación evidente del movimiento del sol y, sin embargo, no fue desechada.
Ikram Antaki afirma, incluso, que la ciencia no erige hipótesis y teorías, basadas en lo evidente a los ojos de cualquier observador sino, muchas veces, en contra del sentido común (Antaki, 1997a).
El aporte de Popper y su postura falsacionista radicó en romper con la visión inductivista que por tantos años privó en la ciencia y que aún hoy sigue influyendo el quehacer de los científicos y la visión del lego hacia el “modo de conocer” dominante.
Las críticas a la postura falsacionista de Popper dieron pie a la aparición de nuevas metodologías que enfocaban a la ciencia como una estructura y que se agruparon bajo el nombre de “Nueva filosofía de la ciencia”, en la que se incluyen gentes como Kuhn, Lakatos y Feyerabend. G
Bibliografía :
Antaki, Ikram (1997a) El Banquete de Platón : Ciencia . Edit. Joaquín Mortiz. México. 163 pp.
Chalmers, Alan F. (1998) ¿Qué es esa cosa llamada Ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos. Edit. Siglo XXI. 21va. Edición. México. 245 pp.
Lakatos, Imre. (1975) “La Historia de la Ciencia y sus Reconstrucciones Racionales” en La Crítica y el Desarrollo del Conocimiento. Lakatos, Imre y Alan Musgrave (editores). Actas del Coloquio Internacional de la Ciencia celebrado en 1965. Ediciones Grijalbo. Colección Teoría y Realidad Londres.
Oriol Anguera, Antonio y Patricia Espinosa. (1994) Filosofía de la Ciencia. IPN-SEP. México. 277 pp.
Popper, Karl. (1975) “La Ciencia Normal y sus Peligros” en La Crítica y el Desarrollo del Conocimiento. Lakatos, Imre y Alan Musgrave (editores). Actas del Coloquio Internacional de la Ciencia celebrado en 1965. Ediciones Grijalbo. Colección Teoría y Realidad Londres.
Los términos “hipótesis audaz” y “conjeturas prudentes”, son términos relativos históricamente, pues se entiende como conjetura prudente, aquella que esté de acuerdo con el conocimiento básico aceptado en una etapa histórica dada. Y será “audaz” una hipótesis cuyas afirmaciones son improbables a la luz de ese conocimiento básico y cuyas predicciones resulten novedosas para el mismo. |