Los derechos humanos en México

Ponencia participante en 7° Evento de Mesas Redondas:

“Los derechos humanos en México”

Por: Ángel Armando Solís Martínez

Estudiante de Ier cuatrimestre Lic. C. Comunicación

Lo s derechos humanos en cualquier parte del mundo, así como en nuestro país, han sido simplemente, el resultado de luchas armadas e ideológicas en busca de una mejor calidad de vida social. Estas luchas han dado como frutos documentos que no piden, sino exigen, ser respetados por la ciudadanía, así como por las mismas autoridades que los crean.

Los derechos humanos se establecen como garantías inherentes, indivisibles, interdependientes y mínimas; lo cual quiere decir que a todos y cada uno de nosotros como miembros y entes de la humanidad deben respetársenos tales derechos; pero también debemos ser recíprocos y respetar los derechos de los demás.

Ahora bien, pasando a la médula ósea del tema a tratar, afirmo lo siguiente: Hacer mención de los derechos humanos en nuestro país, implica, por un lado, casi avergonzarnos del hecho de ser mexicanos puesto que no se respetan, y por el otro, hacer alarde de que tenemos una de las mejores cartas de derechos en el mundo, la cual ha nacido gracias a los retazos que otros países han dejado a la humanidad.

En nuestros tiempos, muy a menudo se hace evidente la violación de los derechos humanos y es que esto, al parecer, va en aumento, ya que el pueblo jamás se queja y quien lo hace no es atendido en sus demandas. Esto ha producido que la población mexicana, no por miedo sino por resignación, no haga presencia de sus desconciertos al gobierno o cualquier otra dependencia gubernamental.

Muy consecuentemente, observamos problemáticas varias:

•  Se miran niños en la calle. El motivo por el cual están ahí, lo conocemos a veces, otras lo ignoramos, pero esos niños tienen derechos: a un hogar, a la educación y a muchas otras cosas, que si bien, vemos, ninguno se les respeta.

•  La violación de los derechos humanos en nuestro país ha alcanzado límites jamás soñados en las décadas pasadas, y la verdad, el gobierno republicano todavía tiene el pequeño descaro de hacer presunción que en nuestro país el funcionamiento de los derechos humanos es mejor que en sexenios anteriores. ¡Caray! Eso es un poco atrofiante para los sentimientos de los mexicanos, ya que la máscara con la que cubre esta situación, amenaza con ser cada día más grande y no tener límites.

El arte del antifaz republicano, que se usa en nuestro país y en otros más, es capaz de hacer creer a aquellas personas que se refugian en su insomne ignorancia, que lo que muestra es lo que es. Pero no, definitivamente, no es así. En estos momentos creer no basta. Saber cuál es la verdadera situación que golpea a nuestros compatriotas, es lo importante.

Los medios de comunicación se vuelven cómplices del gobierno federal junto con otros organismos públicos, al exhibir la cara bella, la maquillada, esa que nos hace alegrarnos de lo que tenemos en nuestra tierra; sin embargo, es sólo una careta, una más de las muchas que deben guardarse en su closet o guardarropa. Lo real está detrás de la máscara, y es eso lo que tenemos que ver.

Un agobiante ejemplo de lo que en nuestro país sucede y que sin duda es capaz de arrancarle la rabia hasta el más calmado, es la numerosa cantidad de muertes que se han suscitado en Ciudad Juárez, Chihuahua. Una ya tan polémica, explotada y exhibida con sus más demacrados rostros. Incluso sin cara. En trocitos. Y en febril búsqueda por un poco de interés. ¿Cuántos hijos perdieron su derecho de madre? ¿Cuántos padres han perdido a sus hijas? Para qué decir cifras, si con sólo mencionar una es suficiente.

El gobierno afirma -e igual ya está cansado de afirmar- que está poniendo todo de su parte para poder dar solución a este problema que tiene a todo México en shock , jura que ya casi tiene localizados a los depredadores que han arrancado de un sólo zarpazo la vida de esas mujeres. Esas mujeres a las que se les ha quitado, se les ha dislocado, el derecho más grande e indispensable: el derecho a vivir.

México ha iniciado una etapa de principio de milenio con cambios por doquier: nuevo presidente, nuevos organismos públicos; etcétera, pero ¿Acaso esto le ha favorecido al país? ¿Qué tanto hemos ganado? ¿Qué tanto hemos perdido?.

En un momento crucial en la vida de México, como lo es éste, el gobierno trabaja en compañía de las distintas autoridades tanto de seguridad, como de economía entre otras, como el anfitrión del carnaval mientras aquellos se vuelven los principales verdugos de la concurrencia.

Los derechos humanos son muchos y de estos se respetan muy pocos. Nos encontramos, primeramente, conque el principal yugo es el gobierno. Así, por ejemplo la policía, que hasta donde se tiene concebido, lucha por el bienestar de la sociedad, por su seguridad; se ha convertido en el factor más peligroso de la calle. Definitivamente ahora no hay que cuidarse de la delincuencia de barrio, sino de quienes están encargados de atacarla, pues cada día son más los casos de policías criminales, en los diferentes sitios del país. Por otra parte, en prisión el maltrato a los presos es casi normal; en las calles es ya muy común ver a un pobre hombre que bebió unas copas, golpeado por policías; también es común observar a personas inocentes que son consignadas a las autoridades y dentro del reino de las autoridades reciben maltrato físico y psicológico, entre otros.

Hay organismos que son encargados de la defensa de los derechos humanos y se están creando más, pero esto ¿de qué le sirve al país, si las personas que buscan cumplir con el objetivo, que es defender los derechos, son amenazadas por los mismos miembros del órgano para el cual trabajan?....

Esta situación se mira y se verá siempre, mientras nosotros como mexicanos, sigamos soportando este tipo de eventos que son nada favorables para el desarrollo de nuestra patria. Por nuestros ojos pasará día con día la imagen de un niño pidiendo y entregándose a la maldad para poder conseguir satisfacer la necesidad y derecho de comida, se posarán en los ojos nuestros, mujeres con sus rostros desgarrados de angustia y vergüenza ante un ultrajo. La cara de la delincuencia disfrazada con uniforme, llevando incrustada nuestra bandera y la humillación de cada mexicano que no pudo defenderse, o mejor dicho, no quiso hacerlo, pues le iría peor.

Es hora que el pueblo mexicano se quite la venda de un solo jalón y vea realmente la cara de nuestro país, sin maquillaje, al natural. Es tiempo de que seamos en verdad la voz que decide el destino de su patria. Porque somos mexicanos y cualquier injusticia cometida contra un compatriota es una injusticia cometida en contra de la paz y nuestro pueblo. G

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NO. 21