Ponencia:
Para qué investigar Por: Isdel Tacuba Pillado
Hace apenas unos cuantos millones de años, el hombre daba sus primeros pasos sobre la faz de la tierra, lo hacía con más miedo que ganas y era en él, muy obvia la presencia del factor sorpresa, de incertidumbre; quizá de ahí surgió el amor por lo desconocido, esa pasión casi sublime de someter a prueba lo poco o nada que se sabía y lo mucho que se deseaba conocer; hasta llegar a una nueva era en donde todo lo que estaba establecido no era más que un mercado de conocimientos, que en otras palabras, bien se podría expresar con el término de “monopolio”; delatado por esas frases incuestionables y en el mayor de los casos complicadas, apoyadas en teorías de “absolutismo y determinismo”, todo dogmático y expuesto a la censura inmediata de cualquier vertiente que rompiera con lo establecido. Comenzando por el cuestionamiento de la fe y el derecho divino de los reyes, la teoría heliocéntrica, entre otras cosas.
Hablamos pues de un modelo investigativo que lejos de facilitar la investigación la limitaba de manera imperdonable; lo más triste es pensar y reconocer, que aún en pleno siglo veintiuno se puede identificar esta problemática en el trabajo, la sociología y más precisamente en un aula universitaria. Entonces, en ese momento sí es válida la pregunta ¿para qué investigar? Y la mejor manera de responder una misma pregunta es con diferentes respuestas, a fin de conservar un valor que algunos investigadores no toman en cuenta: la pluralidad.
Comencemos por identificar qué significa investigar, porque sólo así, podremos deducir el para qué de una investigación:
Investigar : Averiguar, vigilar, explorar y sobre todo, la palabra clave de este tema: probar, podemos decir que una investigación no es válida si carece de pruebas y fundamentos sólidos que demuestren su viabilidad y presten credibilidad a la misma. Aún cuando ni siquiera se forme parte de un club reservado a unos cuantos eruditos que se creen dueños del único método investigativo. Como si no existiera todavía el derecho de elección.
Con base en lo anterior, resulta lógico afirmar que la investigación se hace en primera instancia para conocer y muchas veces conocer, no implica algo más que un interés económico, como por ejemplo, conocer el mercado de los automóviles Honda en Puerto Vallarta o conocer el mercado potencial de una nueva marca de condones. Se investiga para conocer . Y se conoce para cambiar. (En un gran número de casos, aunque el cambio no sea siempre favorable).
Por otro lado, resulta interesante recalcar que una de las motivaciones más sobresalientes para la realización de una investigación, es la búsqueda de capital cultural y social, esa manía por atribuirle un dueño a la verdad absoluta, aunque ésta última no exista y mejor aún, se esté modificando constantemente. Es en consecuencia, una mala manera de generar un buen conocimiento. Se investiga para generar conocimiento .
Pero no todo es simple como parece, porque según el método positivista no cualquiera puede realizar una investigación, necesitas cubrir ciertos requisitos como por ejemplo un gafete que te acredite como miembro de una asociación de investigadores, esto siempre y cuando quieras que tu investigación tenga un valor científico, pero todavía más allá; son indispensables cuatro facultades que a continuación se mencionan:
Facultad Analítica: consiste en distinguir de un todo, cómo son los componentes y cuál es la relación entre ellos.
Facultad Interpretativa: Consiste en dar una explicación a lo que se analiza
Facultad Sintética: Después del análisis y la interpretación es necesario volver a integrar.
Facultad de Lenguaje: Intenta persuadirnos de que todo lo que se desea expresar, debe estar en un lenguaje muy complicado, según el dogma vigente en gran parte del mundo estudiantil y civil, y debe estar formulado de tal forma que sólo los “científicos “ puedan apreciarlo y juzgarlo.
Cualquiera que sea la finalidad de una investigación, siempre está en juego una serie de valores que el investigador celosamente cuida y protege; su dignidad y su prestigio como tal; su estatus y su condición económica en última instancia. Aunque para algunos – como los que yo conozco-, realmente no sea tan interesante como el hecho mismo de generar conocimiento.
De ahí que están todos ustedes invitados a realizar cualquier actividad investigativa que les cause inquietud y que en el mejor de los casos, cumpla con los siguientes requisitos que Guillermo Michael propone para considerar un conocimiento como valioso:
Que permita comprender la totalidad de nuestra vida.
Que nos capacite para ver con profundidad los hechos, los acontecimientos y a las personas mismas.
Nos permita distinguir un hecho de una opinión.
Contribuya a dar orientación y sentido a los hechos cotidianos.
Ayude a crear lazos entre las naciones.
Refuerce la responsabilidad social y personal.
Permita administrar mejor los recursos.
De nada nos servirá la generación de un conocimiento que surge para aprobar una asignatura escolar y después, quedará guardado por siempre debajo de ese colchón “Spring-Air”, ya que desde mi perspectiva, ese conocimiento debe servir para generar más conocimiento y para ponerse en práctica dentro del ámbito social, a fin de abrir los espacios de pluralidad que tanta falta hacen. Mejor dicho, que sirvan para curar una enfermedad y no sólo para aliviar el dolor. G
Sr_sarkasmo@yahoo.com
tacubamploko@hotmail.com
Isdel Tacuba Pillado es estudiante de la licenciatura en ciencias de la comunicación. Participa activamente en la mesas de discusión organizadas por la Universidad. Recientemente actuó como ponente en el evento de sociología crítica de nominado Puerto Vallarta, ¿la ciudad más amigable del mundo? |