Por: Basarab Nicolescu
“El conocimiento es por siempre abierto.”
1.-La Guerra de las definiciones
a. Cómo nació la transdisciplinariedad
Transdisciplinariedad es una perspectiva relativamente nueva
en la historia del conocimiento humano: surgió siete
siglos después que la disciplinariedad, debido al genio
del filósofo y psicólogo suizo, Jean Piaget
(1896-1980).
La palabra en sí misma, apareció en Francia
en 1970, en las pláticas de Jean Piaget, Erich Jantsch
y André Lichnerowicz, en el taller internacional denominado
“Interdisciplinariedad-Problemas de la Enseñanza
e Investigación en las Universidades”, financiado
por la Organización Económica para la Cooperación
y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el Ministro
Francés de Educación y la Universidad de Niza.
.
En su contribución, Piaget da la siguiente descripción
de transdisciplinariedad: “Finalmente, esperamos ver
que la etapa de las relaciones interdisciplinarias pase a
un nivel superior que debiera ser la ‘transdisciplinariedad’,
el cual no se limitará a reconocer las interacciones
y reciprocidades entre las investigaciones especializadas,
sino que buscará ubicar esos vínculos dentro
de un sistema total, sin fronteras estables entre las disciplinas
" .
Esta descripción es vaga, pero tiene el mérito
de apuntar a un nuevo espacio de conocimiento “sin fronteras
estables entre las disciplinas”. No obstante, la idea
de un “sistema total” posibilita caer en la trampa
o engaño de transformar la transdisciplinariedad en
una super o hiperdisicplina, un tipo de “ciencia de
las ciencias”. En otras palabras, la descripción
de Piaget, lleva a un sistema cerrado, en contradicción
con sus propios requerimientos de inestabilidad de fronteras
entre disciplinas.
El punto clave aquí es el hecho de que Piaget retuvo
sólo los significados “a través”
y “entre” del prefijo Latín trans, eliminando
el significado de “más allá”. En
tal forma, trasdisciplinariedad es solamente un nuevo, pero
superior nivel de la interdisciplinariedad. Considero que
Piaget estaba completamente conciente de esta alteración
de la transdisciplinariedad, pero que el clima intelectual
no estaba aún preparado para recibir el shock de contemplar
la posibilidad de un espacio de conocimiento más allá
de las disciplinas.
La prueba es que en su introducción a los procedimientos
del taller, Pierre Duguet, honestamente reconoce que algunos
expertos deseaban, en juntas preliminares, ver la palabra
“transdisciplinariedad” en el título del
taller, pero las autoridades de la OCDE se negaron a ello
porque se sentían temerosas de confundir a algunos
representantes de los países miembro .
Tuve la oportunidad de conocer y platicar con Guy Michaud,
uno de los organizadores de la reunión, quien me confirmó
que Piaget era quien deseaba ver “transdisciplinariedad”
como título del taller. Fue, incluso, Guy Michaud,
quien me indicó en 1986, que Piaget fue la primera
persona en utilizar específicamente la palabra “transdisciplinariedad”
en la reunión de Niza.
Este hecho es poco conocido. Aún ahora, de las 220000
entradas de “Jean Piaget” en Google, sólo
69 contienen la palabra “transdisciplinariedad”,
la mitad de ellas son, de hecho, citas de mi propio trabajo.
Es posible que algunas personas utilizaran esta palabra antes
que Piaget, como equivalente a la multidisciplinariedad o
la interdisciplinariedad. Sin embargo, fue ciertamente Piaget
quien reconoció la necesidad de considerar un nuevo
campo del conocimiento, distinto de la multidisciplinariedad
y la interdisciplinariedad, según eran definidas hasta
1970.
En su contribución, Erich Jantsch, un pensador Austriaco
que vivía en California, cae en la trampa de definir
la Transdisciplinariedad como una hiperdisciplina. Él
escribe que la transdisciplinariedad es “la coordinación
de todas las disciplinas e interdisciplinas del sistema de
enseñanza e innovación, basada en una perspectiva
de una axiomática común.” .
Él sitúa claramente la transdisciplinariedad
en el marco de la disciplinariedad. No obstante, el mérito
histórico de Jantsch fue subrayar la necesidad de inventar
un enfoque axiomático para la transdisciplinariedad
y también el de introducir valores en este campo de
conocimiento.
Finalmente, la perspectiva de André Lichnerowicz,
un matemático francés, es radicalmente matemática.
Él ve la transdisciplinariedad como un juego transversal,
a fin de describir “la homogeneidad de la actividad
teórica en diferentes ciencias y técnicas, independientemente
del campo donde la actividad es efectuada” . Y, por
supuesto, esta actividad teórica puede ser formulada
–para él- sólo en lenguaje matemático.
Lichnerowicz escribe: “El ser es puesto entre paréntesis
y es precisamente este carácter no ontológico
el que confiere a las matemáticas su poder, su fidelidad
y su polivalencia.” El interés de Lichnerowicz
por la transdisciplinariedad fue accidental, pero su énfasis
acerca de un carácter no-ontológico debe ser
recordado.
Lichnerowicz estaba desilusionado del hecho de que su programa
matemático en transdisciplinariedad no fuera llevado
a cabo, un hecho que él mismo me confirmó en
1992 en la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia
de Ciencias en el Vaticano.
Describí –más o menos con detalle-, tres
posiciones diferentes concernientes a la transdisciplinariedad:
la de Piaget, Jantsch y Lichnerowicz, porque ellas pueden
ser nuevamente encontradas un cuarto de siglo después
en lo que yo he llamado “la guerra de las definiciones”.
La palabra “guerra” no pertenece al vocabulario
de la transdisciplinariedad. Pero la empleo a propósito
porque ella apareció en el artículo “Guerra
y paz entre las ciencias: disciplinariedad y transdisciplinariedad”
en una revista francesa. En este artículo, uno de los
autores pregunta por la interdicción de la palabra
“transdisciplinariedad”. Su deseo, obviamente,
no fue satisfecho.
Me gustaría agregar, en esta discusión acerca
de la incipiente etapa de la transdisciplinariedad, el nombre
de Edgar Morin.
Un poco tiempo después de la reunión de Niza,
Morin comienza a hacer uso de la palabra “transdisciplinariedad”
e incluso lidera un laboratorio transdisciplinario en ciencias
humanas, en el marco de una prestigiosa institución
de investigación francesa. Es verdad que Morin no dio
una definición de la transdisciplinariedad. Para él,
transdisciplinariedad era, en ese periodo, un tipo de mensajero
de la libertad de pensamiento, un ir-entre la disciplina.
Nos conocimos hace un cuarto de siglo y estuvimos de acuerdo
en la complementariedad entre transdisciplinariedad y complejidad.
A partir de entonces vamos de la mano en el mismo camino –aquél
de la libertad de pensamiento.
b. Más allá de las disciplinas
Yo propuse la inclusión del significado “más
allá de las disciplinas” en 1985 y desarrollé
esta idea durante los años en mis artículos
y libros y también en diferentes documentos oficiales
de carácter internacional. Muchos otros investigadores
alrededor del mundo han contribuido a este desarrollo de la
transdisciplinariedad.
Una fecha clave en este desarrollo es 1994, cuando la Carta
de la Transdisciplinariedad fue adoptada por los participantes
del Primer Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad (Convento
de Arrábida, Portugal).
Esta idea no vino del cielo o sólo del placer de respetar
la etimología de la palabra trans, sino de mis largos
años de práctica en la física cuántica.
Para un extraño, puede parecer paradójico que
sea justamente desde el propio corazón de las ciencias
exactas que arribemos a la idea de los límites del
conocimiento disciplinario. Pero desde dentro, ella provee
evidencia del hecho de que, después de un muy largo
periodo, el conocimiento disciplinario ha alcanzado sus propias
limitaciones, llevando a consecuencias serias no sólo
para la ciencia sino también para la vida cultural
y social.
El punto crucial aquí es el estatus del Sujeto.
La ciencia moderna nació mediante un violento rompimiento
con la antigua visión del mundo. Se fundamentaba en
la idea –sorprendente y revolucionaria para la era-
de una separación total entre el sujeto cognoscente
y la Realidad, que era asumida como completamente independiente
al sujeto que la observaba. Este rompimiento permitió
a la ciencia desarrollarse independientemente de la teología,
la filosofía y la cultura. Era un acto de libertad
positivo. Pero en nuestros días, las consecuencias
extremas de ese rompimiento, encarnados por la ideología
del cientismo, se han convertido en un riesgo potencial de
destrucción de nuestras propias especies.
En el nivel espiritual, las consecuencias del cientismo ha
sido considerables: el único conocimiento digno de
ese nombre debe ser, por tanto, el científico, objetivo:
la única realidad digna de este nombre debe ser, por
supuesto, la realidad objetiva, gobernada por leyes objetivas.
Todo conocimiento que no sea el conocimiento científico
es, pues, enviado al infierno de la subjetividad, tolerado
cuando mucho, como un embellecimiento sin significado o rechazado
con desdén como fantasía, una ilusión,
una regresión, o un producto de la imaginación.
Inclusive la palabra “espiritualidad” se ha vuelto
sospechosa y su uso ha sido prácticamente abandonado.
La objetividad, puesta como el criterio supremo de Verdad,
tiene una consecuencia inevitable: la transformación
del Sujeto en un Objeto. La muerte del Sujeto es el precio
que pagamos por el conocimiento objetivo. El ser humano se
volvió un objeto –un objeto de explotación
del hombre por el hombre, un objeto de experimentos de ideologías
que se proclaman científicas, un objeto de estudios
científicos para ser disectado, formalizado y manipulado.
El Hombre-Dios se ha convertido en Hombre-Objeto, del cual
el único resultado puede ser la auto-destrucción.
Las dos masacres mundiales del siglo pasado, para no mencionar
las múltiples guerras locales y el terrorismo –son
sólo el preludio de la auto-destrucción a escala
global.
En realidad, con muy pocas excepciones –Husserl, Heidegger
o Cassier- los pensadores modernos y posmodernos transformaron
gradualmente al Sujeto en un sujeto gramatical. El Sujeto
es hoy sólo una palabra en una frase .
La revolución cuántica cambió radicalmente
esta situación. Las nuevas nociones científicas
y filosóficas que introdujo –el principio de
superposición de los estados cuánticos si y
no, la discontinuidad, la no-separabilidad, la causalidad
global, el indeterminismo cuántico- necesariamente
llevaron a los fundadores de la mecánica cuántica
a repensar el problema de la separación total Objeto/Sujeto.
Por ejemplo, Werner Heisenberg, Premio Nobel de física,
pensó que uno debía suprimir cualquier distinción
rígida entre el Sujeto y el Objeto, entre la realidad
objetiva y la realidad subjetiva. “El concepto de “objetivo”
y “subjetivo” –escribe Heisenberg –
designa […] dos aspectos diferentes de una realidad;
no obstante, haríamos una simplificación muy
curda si quisiéramos dividir el mundo en una realidad
objetiva y una realidad subjetiva. Muchos de los aspectos
rígidos de la filosofía de los últimos
siglos nacieron con esta visión del mundo como blanco
y negro”
El también afirmó que tenemos que renunciar
a la referencia privilegiada de la exterioridad del mundo
material.
“Las dos fuertes insistencias en la diferencia entre
el conocimiento científico y el conocimiento artístico
–escribe Heisenberg – vienen de la idea equivocada
de que los conceptos describen perfectamente las “cosas
reales” […] Todo verdadero filósofo está
situado en el umbral entre la ciencia y la poesía”
Mi línea de pensamiento está en perfecto acuerdo
con aquella de Heisenberg. Para mí, “más
allá” de las disciplinas significa al Sujeto,
y más precisamente a la interacción Sujeto-Objeto.
La trascendencia, inherente a la transdisciplinariedad, es
la trascendencia del Sujeto. El Sujeto no puede ser captado
en el campo disciplinario.
El significado “más allá de las disciplinas”
nos lleva a un espacio fabuloso de nuevo conocimiento. El
resultado más importante fue la formulación
de la metodología transdisciplinaria, misma que analizaré
en la siguiente sección. Ella nos permite también
claramente distinguir entre multidisciplinariedad, interdisciplinariedad
y transdisciplinariedad.
La Multidisciplinariedad concierne en sí, estudiar
un tema de investigación no sólo desde una disciplina,
sino desde varias al mismo tiempo. Cualquier tema en cuestión
será al final enriquecido mediante la incorporación
de las perspectivas de diversas disciplinas. La multidisciplinariedad
lleva un plus o agregado para la disciplina en cuestión,
pero ese “plus” está siempre al servicio
exclusivo de la disciplina residente.
En otras palabras, el enfoque multidisciplinario sobrepasa
las fronteras de la disciplinariedad, pero su meta se limita
al marco de la investigación disciplinaria.
La Interdisciplinariedad posee diferentes metas a la multidisciplinariedad.
Ésta concierne a la transferencia de métodos
de una disciplina a otra. Como la multidisciplinariedad, la
interdisciplinariedad sobrepasa las disciplinas, pero su meta
sigue manteniéndose dentro del marco de la investigación
disciplinaria. La interdisciplinariedad tiene incluso la capacidad
de generar nuevas disciplinas –como la cosmología
cuántica y la teoría del caos.
La Transdisciplinariedad concierne a aquello que está
entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas
y más allá de toda disciplina. Su meta es la
comprensión del mundo presente para el cual uno de
sus imperativos es la unidad del conocimiento .
Como puede verse, no hay oposición entre disciplinariedad
(incluyendo multidisciplinariedad e interdisciplinariedad)
y transdisciplinariedad, sino una fértil complementariedad.
En realidad, no hay transdisciplinariedad sin disciplinariedad.
A pesar de este hecho, las consideraciones mostradas arriba
provocaron, alrededor de 1990, una guerra más o menos
violenta de definiciones. Esta guerra aún no termina.
No haré aquí consideraciones detalladas acerca
de la motivación sociológica y psicológica
de actitud no-transdisciplinaria –como el miedo a lo
desconocido, el rechazo ideológico de la espiritualidad,
el interés por el poder o el deseo de la honorabilidad
académica, entendido como honorabilidad disciplinaria.
Eso generaría polémicas interminables que son,
en mi opinión, una pérdida de tiempo. Prefiero
intentar comprender la motivación inconciente de tales
visiones. Cuando la motivación inconciente va a la
superficie de la conciencia y es traducida a palabras, un
diálogo verdadero puede iniciarse.
Yo tengo en mente un enfoque específicamente diferente
de la transdisciplinariedad, caracterizado por el rechazo
a formular cualquier metodología y a su concentración
exclusiva en la solución de problemas coyunturales
pertenecientes a la triada ciencia-tecnología-sociedad.
Este enfoque es representado por figuras como Michael Gibbons
y Helga Nowotny . El punto de vista de esta corriente transdisciplinaria
fue largamente expresada en el Congreso de Zürich, realizado
en el año 2000 .
Esta versión de la transdisciplinariedad no excluye
el significado de “más allá de las disciplinas”,
pero lo reduce a la interacción de disciplinas con
limitantes sociales. El campo social, necesariamente introduce
una dimensión “más allá de las
disciplinas”, pero el ser humano individual es concebido
como sólo parte de un sistema social.
Nos es difícil comprender porqué la “solución
de problemas coyunturales” debe ser el único
objetivo de la transdisciplinariedad. Es ciertamente uno de
los objetivos, pero no el único. El uso del singular
resulta peligroso, como en la religión, al permitir
guerras innecesarias y dogmatismo improductivo. ¿Es
la transdisciplinariedad sólo concerniente a la sociedad,
como un todo uniforme, o es en primer lugar el ser humano
quien está (o quien tiene que estar) en el centro de
cualquier sociedad civilizada? ¿Nos está permitido
identificar el conocimiento con la producción de conocimiento?
¿Por qué el potencial de la transdisciplinariedad
ha de reducirse a producir “mejor ciencia”? ¿Por
qué la transdisciplinariedad tiene que verse reducida
a la “ciencias duras”? En otras palabras, la interacción
Sujeto-Objeto nos parece, está en el corazón
mismo de la transdisciplinariedad y no el Objeto solo.
Pienso que la barrera inconciente hacia un verdadero diálogo
viene de la inhabilidad de ciertos investigadores transdisciplinarios
de pensar la discontinuidad. Daré una imagen a manera
de ejemplo para expresar lo que quiero decir. Para ellos,
las fronteras entre las disciplinas son como fronteras entre
países, continentes y océanos en la superficie
de la Tierra. Estas fronteras fluctúan en el tiempo
pero un hecho se mantiene sin cambio: la continuidad entre
los territorios. Nosotros tenemos una perspectiva distinta
de las fronteras entre disciplinas. Para nosotros, éstas
son como la separación entre las galaxias, los sistemas
solares, estrellas y planetas. Es el movimiento en sí
mismo, el que genera la fluctuación de las fronteras.
Esto no significa que una galaxia interfecta a otra galaxia.
Cuando cruzamos las fronteras, encontramos el vacío
interplanetario y galáctico. Este vacío está
lejos de estar vacío: esta lleno de materia invisible
y energía. Él introduce una clara discontinuidad
entre los territorios de las galaxias, los sistemas solares
y las estrellas y planetas. Sin el vacío interplanetario
y galáctico no existe Universo.
Tengo la firme convicción de que nuestra formulación
de la transdisciplinariedad es ambas, unificadora (en el sentido
de una unificación de diferentes enfoques transdisciplinares)
y diversa: la unidad en la diversidad y la diversidad mediante
la unidad es inherente a la transdisciplinariedad. Mucha confusión
emerge por no reconocer que existe una transdisciplinariedad
teórica, una transdisciplinariedad fenomenológica
y una transdisciplinariedad experimental.
La palabra teoría implica una definición de
transdisciplinariedad y una metodología bien definida
(que debe ser distinguida de los “métodos”:
una sola metodología corresponde a un gran número
de diferentes métodos). La palabra fenomenología
implica la construcción de modelos conectando los principios
teóricos con los datos experimentales ya observados,
a fin de predecir resultados mayores. La palabra experimental
implica llevar a cabo experimentos siguiendo procedimientos
bien definidos, permitiendo a cualquier investigador obtener
los mismos resultados realizando los mismos experimentos.
Yo clasifico el trabajo realizado por Michael Gibbons y Helga
Nowotny como transdisciplinariedad fenomenológica,
mientras que mi propio trabajo , al igual que el de Jean Piaget
y Edgar Morin , pertenece a la transdisciplinariedad teórica.
El Dr. Basarab Nicolescu, durante el 2do. Congreso Mundial
sobre Transdisciplinariedad.
En su turno, la transdisciplinariedad experimental concierne
a un gran número de datos experimentales que ya han
sido recolectados no sólo en el marco de la producción
de conocimiento sino también en muchos campos como
la educación, el psicoanálisis, el tratamiento
del dolor de enfermedades terminales, la drogadicción,
el arte, la literatura, la historia de las religiones…
La reducción de la transdisciplinariedad a uno solo
de sus aspectos es muy peligrosa porque la transformará
en una moda temporal, lo cual, puedo predecir, la llevará,
sin duda, a desaparecer tan rápido como muchas otras
modas en el campo de la cultura y el conocimiento se han desvanecido.
El gran potencial de la transdisciplinariedad nunca se alcanzará
si no aceptamos la consideración simultánea
y rigurosa de esos tres aspectos de la misma. Esta consideración
simultánea de la Transdisciplinariedad teórica,
fenomenológica y experimental nos permitirá
ambas cosas, la unificación y el tratamiento no dogmático
de la teoría y práctica transdisciplinaria,
coexistiendo con una pluralidad de modelos transdisciplinarios.
2.- Formulación de una metodología transdisciplinaria
a.- El carácter axiomático de la metodología
transdisciplinaria
El logro más importante de la transdisciplinariedad
en la actualidad es, por supuesto, la formulación de
la metodología de la transdisciplinariedad, aceptada
y aplicada por un importante número de investigadores
de muchos países del mundo. La transdisciplinariedad,
en ausencia de una metodología, sería solo palabras,
un discurso vacío y por tanto una moda de vida corta.
El carácter axiomático de la metodología
de la transdisciplinariedad es un aspecto importante. Éste
significa que se debe limitar el número de axiomas
(principios o pilares) a un número mínimo. Cualquier
axioma que puede ser derivado de los ya postulados, tiene
que ser rechazado.
Este hecho no es nuevo. Ya sucedió cuando el conocimiento
disciplinario adquirió su carácter científico,
debido a los tres axiomas formulados por Galileo Galilei en
Diálogo sobre los Grandes Sistemas del Mundo :
1. Existen leyes universales de carácter matemático
2. Estas leyes pueden ser descubiertas por experimentos científicos.
3. Tales experimentos pueden ser perfectamente replicados.
Debería ser obvio el hecho de que si intentamos construir
un puente matemático entre la ciencia y la ontología,
necesariamente fallaremos. Galileo mismo hace esta distinción
entre las matemáticas humanas y las matemáticas
divinas .
Las matemáticas humanas constituyen, dice él
(a través de Salvati), el lenguaje común de
los seres humanos y Dios, mientras las matemáticas
divinas se conectan con la percepción directa de la
totalidad de todas las leyes existentes y fenómenos.
La transdisciplinariedad intenta seriamente tomar esta distinción
en cuenta. Un puente puede construirse entre la ciencia y
la ontología sólo mediante tomar en cuenta la
totalidad del conocimiento humano. Ello requiere un lenguaje
simbólico, diferente del lenguaje matemático
y enriquecido por nuevas nociones específicas.
La matemática es capaz de describir repeticiones de
hechos debido a leyes científicas, pero la transdisciplinariedad
se trata de la singularidad del ser humano y la vida humana.
El punto clave es, nuevamente, la presencia irreducible del
Sujeto, que explica por qué la transdisciplinariedad
no puede ser descrita por un formalismo matemático.
El sueño de una formalización matemática
de la transdisciplinariedad es sólo un fantasma, el
fantasma inducido por siglos de conocimiento disciplinario.
Después de muchos años de investigación,
hemos llegado a los siguientes tres axiomas de la metodología
de la transdisciplinariedad:
i. El axioma ontológico: Existen en la naturaleza
y en nuestro conocimiento de la naturaleza, diferentes niveles
de Realidad y, correspondientemente, diferentes niveles de
percepción.
ii. El axioma lógico: El paso de un nivel de Realidad
a otro es asegurado por la lógica del tercero incluido.
iii. El axioma de la complejidad: La estructura de la totalidad
de niveles de Realidad o percepción, es una estructura
compleja: cada nivel es lo que es porque todos los niveles
existen al mismo tiempo.
Los dos primeros axiomas obtienen su evidencia experimental
de la física cuántica, pero van bastante más
allá de las ciencias exactas. El último, tiene
su fuente no sólo en la física cuántica,
sino además en una variedad de otras ciencias exactas
y humanas. Los tres han estado, en acuerdo al pensamiento
tradicional, presentes en la Tierra desde el inicio de los
tiempos.
Los axiomas no pueden ser demostrados: no son teoremas. Tienen
sus raíces en datos experimentales y perspectivas teóricas
y su validez es juzgada por los resultados de sus aplicaciones.
Si los resultados están en contradicción con
los hechos experimentales, deben ser modificados o remplazados.
Permítanme acotar que, a pesar de la casi infinita
diversidad de métodos, teorías y modelos que
han existido a través de toda la historia de las diferentes
disciplinas científicas, los tres postulados metodológicos
de la ciencia moderna se han mantenido sin cambio desde Galileo
hasta nuestros días. Esperemos que eso mismo suceda
con la transdisciplinariedad y que un largo número
de métodos de transdisciplinariedad, teorías
y modelos aparezcan en el futuro.
Permítanme también notar que solo una ciencia
ha satisfecho entera e integralmente los tres postulados Galiléicos:
la física. Las otras disciplinas científicas
satisfacen sólo parcialmente los tres postulados metodológicos
de la ciencia moderna. De cualquier forma, la ausencia de
formulaciones matemáticas rigurosas en la psicología,
el psicoanálisis, la historia de las religiones, teoría
de leyes y una multitud de otras disciplinas no llevaron a
la eliminación de esas disciplinas del campo de la
ciencia.
Por lo menos por el momento, ni siquiera una ciencia exacta
como la biología molecular puede proclamar una formulación
matemática tan rigurosa como la de la física.
En otras palabras, hay grados de disciplinariedad que pueden
respectivamente tomar en cuenta más o menos completamente
los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna.
Igualmente, el proceso de más o menos tomar completamente
en cuenta los tres pilares metodológicos de investigación
transdisciplinaria, generará diferentes grados de transdisciplinariedad.
Largas avenidas se abren para una rica y diversa investigación
transdisciplinaria.
Los tres axiomas arriba citados dan una definición
de la transdisciplinariedad precisa y rigurosa. Esta definición
está en acuerdo con la bosquejada por Jean Piaget.
Permítanme ahora describir los esenciales de estos
tres axiomas de la transdisciplinariedad.
b.- El axioma ontológico: Niveles de Realidad y Niveles
de percepción
El concepto clave de la perspectiva transdisciplinaria para
con la Naturaleza y el conocimiento es el concepto de Niveles
de Realidad.
Aquí, el significado que damos a la palabra “Realidad”
es pragmático y ontológico al mismo tiempo.
Por “Realidad”, intentamos primero que nada, designar
lo que resiste a nuestras experiencias, representaciones,
descripciones, imágenes, o incluso formulaciones matemáticas.
Tan lejos como la Naturaleza participa del ser del mundo,
uno tiene que asignar también una dimensión
ontológica al concepto de Realidad. Realidad no es
meramente una construcción social, el consenso de una
colectividad o algún acuerdo inter-subjetivo. También
tiene una dimensión transubjetiva: por ejemplo, los
datos experimentales pueden arruinar la teoría científica
más bella.
Por supuesto, uno debe distinguir las palabras “Real”
y “Realidad”. Real designa aquello que es, mientras
que Realidad está conectada a la resistencia en nuestra
experiencia humana. Lo “Real” es, por definición,
velada por siempre, mientras que “Realidad” es
accesible a nuestro conocimiento.
Por “nivel de realidad”, yo designo un conjunto
de sistemas que son invariantes bajo ciertas leyes: por ejemplo,
las entidades cuánticas son subordinadas a las leyes
cuánticas, que parten radicalmente de las leyes del
mundo macrofísico. Esto es para decir que dos niveles
de Realidad son diferentes si, mientras se pasa de un nivel
a otro, existe un rompimiento en las leyes aplicables y un
rompimiento en conceptos fundamentales (como, por ejemplo,
la causalidad). Por lo tanto, existe una discontinuidad en
la estructura de los niveles de Realidad, similar a la discontinuidad
reinante en el mundo cuántico.
Cada nivel de Realidad tiene su espacio-tiempo asociado,
diferente de un nivel al otro. Por ejemplo, el realismo clásico
está asociado con la 4-dimensión espacio-tiempo
(tres dimensiones de espacio y una dimensión de tiempo),
mientras que el realismo cuántico se asocia con el
espacio-tiempo cuyo número de dimensiones es mayor
que cuatro. La introducción de los niveles de realidad
induce una estructura multidimensional y multireferencial
de la realidad.
Un nuevo Principio de la Relatividad emerge de la coexistencia
entre la pluralidad compleja y la unidad abierta, en nuestra
perspectiva: ningún nivel de Realidad constituye un
lugar privilegiado desde el cual uno es capaz de comprender
a todos los otros niveles de Realidad. Un nivel de Realidad
es lo que es porque todos los demás niveles existen
al mismo tiempo. Este Principio de la Relatividad es lo que
origina una nueva perspectiva en la religión, la política,
el arte, la educación y la vida social y es cuando
nuestra perspectiva del mundo cambia. El gran educador Brasileño
Paulo Freire afirma en su Pedagogía del oprimido ,
que decir una palabra verdadera es equivalente a la transformación
del mundo.
En otras palabras, nuestro enfoque no es jerárquico.
No hay un nivel fundamental. Pero su ausencia no significa
una dinámica anárquica, sino una dinámica
coherente, de todos los niveles de Realidad ya descubiertos
o por descubrir en el futuro.
Cada nivel se caracteriza por su incompletud: las leyes que
gobiernan ese nivel son justamente una parte de la totalidad
de las leyes que gobiernan a todos los niveles. E incluso
la totalidad de las leyes no agotan la Realidad entera: también
tenemos que considerar al Sujeto en interacción con
el Objeto.
La zona entre dos niveles diferentes y más allá
de todos los niveles es una zona de no-resistencia a nuestras
experiencias, representaciones, descripciones, imágenes
y formulaciones matemáticas.
La transparencia de esta zona se debe, simplemente, a las
limitaciones de nuestros cuerpos y nuestros órganos
de los sentidos –limitaciones que aplican sin importar
que tipo de herramientas de medición, se utilizan para
extender esos órganos de los sentidos. Nosotros, por
lo tanto, debemos concluir que la distancia topológica
entre los niveles es finita. Sin embargo, esta distancia finita
no significa conocimiento finito. Tómese un ejemplo,
un segmento de una línea recta –contiene un número
infinito de puntos. En forma similar, una distancia topológica
finita podría contener un número infinito de
niveles de Realidad. Tenemos trabajo por hacer de aquí
hasta la eternidad.
Esta estructura abierta de la unidad de los niveles de Realidad
está de acuerdo con uno de los resultados científicos
más importantes de todos los tiempos relacionados con
la aritmética, el teorema de Kurt Gödel , quien
sentenció que un sistema suficientemente rico de axiomas
inevitablemente lleva a resultados que son, ya sea indecisivos
o contradictorios. Las implicaciones del teorema de Gödel
tienen considerable importancia para todas las teorías
modernas del conocimiento, primeramente porque se relaciona
no solo con el campo de la aritmética, sino a todas
las matemáticas que incluyen la aritmética.
La estructura Gödeliana de los niveles de Realidad implica
la imposibilidad de una teoría completa y cerrada en
sí misma. El conocimiento es por siempre abierto.
La zona de no resistencia corresponde a lo sagrado –a
aquello que no se somete a ninguna racionalización.
Proclamando que existe un solo nivel de Realidad se elimina
a lo sagrado, y la auto-destrucción se genera.
La unidad de los niveles de Realidad y sus zonas complementarias
de no-resistencia constituyen lo que nosotros llamamos el
Objeto transdisciplinario.
Inspirado en la fenomenología de Edmund Husserl ,
yo afirmo que los diferentes niveles de Realidad son accesibles
a nuestro conocimiento gracias a los diferentes niveles de
percepción que están potencialmente presentes
en nuestro ser. Estos niveles de percepción permiten
una visión de la Realidad crecientemente general, unificadora
y abarcativa, sin agotarla completamente.
Como en el caso de los niveles de Realidad, la coherencia
de los niveles de percepción, presupone una zona de
no-resistencia a la percepción.
La unidad de los niveles de percepción y su zona de
no-resistencia complementaria, constituyen lo que nosotros
llamamos el Sujeto transdisciplinario.
De modo riguroso, vemos que los “niveles de percepción”
son, de hecho, niveles de realidad del Sujeto, mientras “niveles
de Realidad” son, de hecho, niveles de Realidad del
Objeto. Ambos tipos de niveles implican resistencia.
Las dos zonas de no-resistencia del Objeto y el Sujeto transdisciplinario
deben ser idénticas para que el Sujeto transdisciplinario
se comunique con el Objeto transdisciplinario. Un flujo de
conciencia que cruza coherentemente diferentes niveles de
percepción, debe corresponder al flujo de información
cruzando coherentemente a través de los diferentes
niveles de Realidad. Los dos flujos están interrelacionados
puesto que comparten la misma zona de no-resistencia.
El conocimiento no es ni exterior ni interior: es simultáneamente
exterior e interior. Los estudios del universo y del ser humano
se sostienen el uno al otro.
La zona de no-resistencia juega el papel del tercero entre
el Sujeto y el Objeto, un término de Interacción,
que actúa como un medio incluido –el tercero
incluido- que permite la unificación del Sujeto transdisciplinario
y el Objeto transdisciplinario a la vez que se preserva su
diferencia. En adelante, llamaré a este término
de Interacción: el Tercero Escondido.
Nuestra división ternaria { Sujeto, Objeto, Tercero
Escondido} es, por supuesto diferente de una división
binaria { Sujeto vs Objeto} del realismo clásico.
La emergencia de por los menos tres diferentes niveles de
Realidad en el estudio de los sistemas naturales –el
nivel macrofísico, el nivel microfísico y el
ciber-espacio-tiempo (al cual uno puede agregar un cuarto
nivel –aquel de las supercuerdas, unificadoras de toda
interacción física) –es un evento trascendente
en la historia del conocimiento.
Basado en nuestra definición de niveles de Realidad,
podemos identificar otros niveles además de aquellos
en los sistemas naturales. Por ejemplo, en los sistemas sociales,
podemos hablar del nivel individual, del nivel geográfico
e histórico de una comunidad (familia, nación),
el nivel comunitario ciberespacio-tiempo y el nivel planetario.
Los niveles de Realidad son radicalmente diferentes de los
niveles de organización como estos han sido definidos
en los enfoques sistémicos .
Los niveles de organización no presuponen una discontinuidad
en los conceptos fundamentales: varios niveles de organización
pueden aparecer en uno y un mismo nivel de Realidad. Los niveles
de organización corresponden a diferentes estructuras
de las mismas leyes fundamentales.
Los niveles de Realidad y los niveles de organización
ofrecen la posibilidad de una nueva taxonomía de más
de 8000 disciplinas académicas existentes hoy en día.
Muchas disciplinas coexisten en uno y un mismo nivel de Realidad
incluso si ellas corresponden a diferentes niveles de organización.
Por ejemplo, la economía Marxista y la física
pertenecen a un nivel de Realidad, mientras que la física
cuántica y el psicoanálisis corresponden a otro
nivel de Realidad.
La existencia de los diferentes niveles de Realidad, ha sido
afirmado por diferentes tradiciones y civilizaciones, pero
esta afirmación se fundaba en dogmas religiosos o en
la exploración sólo del universo interior.
El Objeto transdisciplinario y sus niveles de Realidad, el
Sujeto transdisciplinario y sus niveles de percepción
y el Tercero Escondido, definen el modelo transdisciplinario
de la Realidad.
Basado en su estructura ternaria de la Realidad, podemos
deducir otras ternas de niveles que son extremadamente útiles
en el análisis de situaciones concretas:
Niveles de organización – Niveles de estructuración
– Niveles de integración
Niveles de confusión - Niveles de lenguaje - Niveles
de interpretación
Niveles Físicos –Niveles Biológicos –
Niveles Psicológicos
Niveles de ignorancia - Niveles de inteligencia - Niveles
de contemplación
Niveles de objetividad - Niveles de subjetividad - Niveles
de complejidad
Niveles de conocimiento – Niveles de comprensión
– Niveles del ser
Niveles de materialidad – Niveles de espiritualidad
– Niveles de no-dualidad
Permítanme ahora hacer algunas consideraciones históricas
en relación con la idea de los niveles de Realidad.
Ya en 1976, formulé esta idea, durante mi estancia
post-doctoral en el Laboratorio Lawrence Berkeley, después
de estimulantes discusiones con Geoffrey Chew, el fundador
de la teoría del bootstrap y otros colegas. Mi motivación
mayor era el hecho de que esta idea ofrecía una solución
lógica a la incompatibilidad entre la teoría
de la relatividad y la mecánica cuántica. Yo
interpreté esta incompatibilidad como la necesidad
de incrementar el campo de la Realidad, a través de
abandonar la idea clásica de una solo nivel de Realidad.
En 1981, me interesé por la idea de la realidad velada
de Bernard d’Espagnat , pero me di cuenta que su solución
no es satisfactoria y por tanto decidí publicar mis
hallazgos en un artículo publicado en 1982 y más
tarde, en forma elaborada, en 1985, en la primera edición
de mi libro Nosotros, la partícula del mundo .
En 1998, tuve una gran sorpresa de descubrir la idea de los
« niveles de Realidad », expresados en diferente
forma, en un libro por Werner Heisenber, Filosofía
–El manuscrito de 1942 . Este libro tuvo una historia
bastante asombrosa: fue escrito en 1942 pero fue publicado
sólo en alemán en 1984. Yo leí la traducción
del libro al francés en 1998. No existe aún,
hasta donde yo sé, una traducción de este libro
al inglés.
La filosofía de Heisenberg está basada en dos
ideas fundamentales: la primera es la noción de niveles
de Realidad correspondientes a diferentes modos de incorporar
objetividad en términos del proceso de conocimiento
respectivo y la segunda, es la gradual desaparición
del concepto familiar espacio 3-dimensional y tiempo 1-dimensional.
Para Heisenberg, realidad es “la continua fluctuación
de la experiencia según es capturada por la conciencia.
En ese sentido, nunca puede identificarse a un sistema cerrado
[...]” . Por “experiencia ”, él entiende
no sólo experimentos científicos sino también
la percepción del movimiento del alma o de la verdad
autónoma de los símbolos. Para él, realidad
es un tejido de conexiones y de abundancia infinita, sin ningún
suelo fundador último.
“Uno no puede alcanzar jamás un retrato completo
y exacto de la realidad ” - escribe Heisenberg.
La incompletud de las leyes físicas está por
tanto presente en su filosofía, incluso si no hace
una referencia explícita a Gödel.
Heisenberg afirma muchas veces, en acuerdo con Husserl, Heidegger
y Cassirer (a quienes el conoció personalmente), que
uno tiene que suprimir cualquier distinción rígida
entre el Sujeto y el Objeto. Él también escribe
que uno debe renunciar a la privilegiada referencia a la exterioridad
del mundo material y que la única forma de comprender
la naturaleza de la realidad es aceptar su división
en regiones y niveles.
La similitud con mi propia definición de la realidad
es impresionante, pero las diferencias son también
importantes.
Por “región de realidad” él comprende
una región caracterizada por un grupo específico
de relaciones. Sus regiones de realidad son, de hecho, estrictamente
equivalentes a los niveles de organización del sistema
de pensamiento contemporáneo.
Su motivación por distinguir regiones y niveles de
realidad es idéntica a mi propia motivación:
el rompimiento entre la mecánica clásica y la
mecánica cuántica.
Heisenberg clasifica las numerosas regiones de la realidad
en sólo tres niveles, en términos de la diferente
proximidad entre el Objeto y el Sujeto . Él deduce
que esa distinción rígida entre las ciencias
exactas y humanas tiene que ser abandonada, un hecho que suena
muy, muy transdisciplinario.
El primer nivel de realidad de Heisenberg corresponde a campos
que incorporaron la objetividad en una forma independiente
del proceso de conocimiento. La física clásica,
el electromagnetismo y las dos teorías de la relatividad
de Einstein pertenecen a este nivel.
El segundo nivel corresponde a campos inseparables del proceso
de conocimiento: la mecánica cuántica, la biología,
las ciencias de la conciencia (como el psicoanálisis).
Finalmente, el tercer nivel corresponde a campos creados
en conexión con el proceso de conocimiento. Él
sitúa ahí la filosofía, el arte, la política,
las metáforas relacionadas con Dios, la experiencia
religiosa y la experiencia artística y creativa.
Si los dos primeros niveles de Heisenberg totalmente corresponden
a mi propia definición, el tercero mezcla niveles y
no-niveles ( en otras palabras, las zonas de no-resistencia)
La experiencia religiosa y la experiencia artística
y creativa no pueden ser asimiladas a los niveles de Realidad.
Ellas meramente corresponden a niveles de cruzamiento en la
zona de no-resistencia. La ausencia de resistencia y especialmente
la ausencia de discontinuidad en la filosofía de Heisenberg
explican la diferencia entre su enfoque y el mío. Una
clasificación rigurosa de regiones en niveles no puede
obtenerse en la ausencia de discontinuidad.
Heisenberg insiste en el papel crucial de la intuición:
“Sólo un pensamiento intuitivo – escribe
Heisenberg – podría puentear el abismo entre
los conceptos nuevos y viejos; la deducción formal
es impotente en realizar ese puente […]” . Pero
Heisenberg no dibujó la conclusión lógica
relacionada con esta impotencia del pensamiento formal: sólo
lo no-resistente a nuestras experiencias, representaciones,
descripciones, imágenes o formalismos matemáticos
puede puentear el abismo entre dos niveles. Esta no-resistencia
restaura la continuidad rota por los niveles.G
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