TRANSDICIPLINARIEDAD: PASADO, PRESENTE Y FUTURO (1ERA. PARTE)

Por: Basarab Nicolescu

“El conocimiento es por siempre abierto.”

1.-La Guerra de las definiciones


a. Cómo nació la transdisciplinariedad

Transdisciplinariedad es una perspectiva relativamente nueva en la historia del conocimiento humano: surgió siete siglos después que la disciplinariedad, debido al genio del filósofo y psicólogo suizo, Jean Piaget (1896-1980).
La palabra en sí misma, apareció en Francia en 1970, en las pláticas de Jean Piaget, Erich Jantsch y André Lichnerowicz, en el taller internacional denominado “Interdisciplinariedad-Problemas de la Enseñanza e Investigación en las Universidades”, financiado por la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el Ministro Francés de Educación y la Universidad de Niza. .

En su contribución, Piaget da la siguiente descripción de transdisciplinariedad: “Finalmente, esperamos ver que la etapa de las relaciones interdisciplinarias pase a un nivel superior que debiera ser la ‘transdisciplinariedad’, el cual no se limitará a reconocer las interacciones y reciprocidades entre las investigaciones especializadas, sino que buscará ubicar esos vínculos dentro de un sistema total, sin fronteras estables entre las disciplinas " .
Esta descripción es vaga, pero tiene el mérito de apuntar a un nuevo espacio de conocimiento “sin fronteras estables entre las disciplinas”. No obstante, la idea de un “sistema total” posibilita caer en la trampa o engaño de transformar la transdisciplinariedad en una super o hiperdisicplina, un tipo de “ciencia de las ciencias”. En otras palabras, la descripción de Piaget, lleva a un sistema cerrado, en contradicción con sus propios requerimientos de inestabilidad de fronteras entre disciplinas.

El punto clave aquí es el hecho de que Piaget retuvo sólo los significados “a través” y “entre” del prefijo Latín trans, eliminando el significado de “más allá”. En tal forma, trasdisciplinariedad es solamente un nuevo, pero superior nivel de la interdisciplinariedad. Considero que Piaget estaba completamente conciente de esta alteración de la transdisciplinariedad, pero que el clima intelectual no estaba aún preparado para recibir el shock de contemplar la posibilidad de un espacio de conocimiento más allá de las disciplinas.

La prueba es que en su introducción a los procedimientos del taller, Pierre Duguet, honestamente reconoce que algunos expertos deseaban, en juntas preliminares, ver la palabra “transdisciplinariedad” en el título del taller, pero las autoridades de la OCDE se negaron a ello porque se sentían temerosas de confundir a algunos representantes de los países miembro .

Tuve la oportunidad de conocer y platicar con Guy Michaud, uno de los organizadores de la reunión, quien me confirmó que Piaget era quien deseaba ver “transdisciplinariedad” como título del taller. Fue, incluso, Guy Michaud, quien me indicó en 1986, que Piaget fue la primera persona en utilizar específicamente la palabra “transdisciplinariedad” en la reunión de Niza.

Este hecho es poco conocido. Aún ahora, de las 220000 entradas de “Jean Piaget” en Google, sólo 69 contienen la palabra “transdisciplinariedad”, la mitad de ellas son, de hecho, citas de mi propio trabajo. Es posible que algunas personas utilizaran esta palabra antes que Piaget, como equivalente a la multidisciplinariedad o la interdisciplinariedad. Sin embargo, fue ciertamente Piaget quien reconoció la necesidad de considerar un nuevo campo del conocimiento, distinto de la multidisciplinariedad y la interdisciplinariedad, según eran definidas hasta 1970.

En su contribución, Erich Jantsch, un pensador Austriaco que vivía en California, cae en la trampa de definir la Transdisciplinariedad como una hiperdisciplina. Él escribe que la transdisciplinariedad es “la coordinación de todas las disciplinas e interdisciplinas del sistema de enseñanza e innovación, basada en una perspectiva de una axiomática común.” .

Él sitúa claramente la transdisciplinariedad en el marco de la disciplinariedad. No obstante, el mérito histórico de Jantsch fue subrayar la necesidad de inventar un enfoque axiomático para la transdisciplinariedad y también el de introducir valores en este campo de conocimiento.

Finalmente, la perspectiva de André Lichnerowicz, un matemático francés, es radicalmente matemática. Él ve la transdisciplinariedad como un juego transversal, a fin de describir “la homogeneidad de la actividad teórica en diferentes ciencias y técnicas, independientemente del campo donde la actividad es efectuada” . Y, por supuesto, esta actividad teórica puede ser formulada –para él- sólo en lenguaje matemático. Lichnerowicz escribe: “El ser es puesto entre paréntesis y es precisamente este carácter no ontológico el que confiere a las matemáticas su poder, su fidelidad y su polivalencia.” El interés de Lichnerowicz por la transdisciplinariedad fue accidental, pero su énfasis acerca de un carácter no-ontológico debe ser recordado.

Lichnerowicz estaba desilusionado del hecho de que su programa matemático en transdisciplinariedad no fuera llevado a cabo, un hecho que él mismo me confirmó en 1992 en la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias en el Vaticano.

Describí –más o menos con detalle-, tres posiciones diferentes concernientes a la transdisciplinariedad: la de Piaget, Jantsch y Lichnerowicz, porque ellas pueden ser nuevamente encontradas un cuarto de siglo después en lo que yo he llamado “la guerra de las definiciones”. La palabra “guerra” no pertenece al vocabulario de la transdisciplinariedad. Pero la empleo a propósito porque ella apareció en el artículo “Guerra y paz entre las ciencias: disciplinariedad y transdisciplinariedad” en una revista francesa. En este artículo, uno de los autores pregunta por la interdicción de la palabra “transdisciplinariedad”. Su deseo, obviamente, no fue satisfecho.

Me gustaría agregar, en esta discusión acerca de la incipiente etapa de la transdisciplinariedad, el nombre de Edgar Morin.

Un poco tiempo después de la reunión de Niza, Morin comienza a hacer uso de la palabra “transdisciplinariedad” e incluso lidera un laboratorio transdisciplinario en ciencias humanas, en el marco de una prestigiosa institución de investigación francesa. Es verdad que Morin no dio una definición de la transdisciplinariedad. Para él, transdisciplinariedad era, en ese periodo, un tipo de mensajero de la libertad de pensamiento, un ir-entre la disciplina.

Nos conocimos hace un cuarto de siglo y estuvimos de acuerdo en la complementariedad entre transdisciplinariedad y complejidad. A partir de entonces vamos de la mano en el mismo camino –aquél de la libertad de pensamiento.

b. Más allá de las disciplinas
Yo propuse la inclusión del significado “más allá de las disciplinas” en 1985 y desarrollé esta idea durante los años en mis artículos y libros y también en diferentes documentos oficiales de carácter internacional. Muchos otros investigadores alrededor del mundo han contribuido a este desarrollo de la transdisciplinariedad.
Una fecha clave en este desarrollo es 1994, cuando la Carta de la Transdisciplinariedad fue adoptada por los participantes del Primer Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal).

Esta idea no vino del cielo o sólo del placer de respetar la etimología de la palabra trans, sino de mis largos años de práctica en la física cuántica. Para un extraño, puede parecer paradójico que sea justamente desde el propio corazón de las ciencias exactas que arribemos a la idea de los límites del conocimiento disciplinario. Pero desde dentro, ella provee evidencia del hecho de que, después de un muy largo periodo, el conocimiento disciplinario ha alcanzado sus propias limitaciones, llevando a consecuencias serias no sólo para la ciencia sino también para la vida cultural y social.
El punto crucial aquí es el estatus del Sujeto.

La ciencia moderna nació mediante un violento rompimiento con la antigua visión del mundo. Se fundamentaba en la idea –sorprendente y revolucionaria para la era- de una separación total entre el sujeto cognoscente y la Realidad, que era asumida como completamente independiente al sujeto que la observaba. Este rompimiento permitió a la ciencia desarrollarse independientemente de la teología, la filosofía y la cultura. Era un acto de libertad positivo. Pero en nuestros días, las consecuencias extremas de ese rompimiento, encarnados por la ideología del cientismo, se han convertido en un riesgo potencial de destrucción de nuestras propias especies.

En el nivel espiritual, las consecuencias del cientismo ha sido considerables: el único conocimiento digno de ese nombre debe ser, por tanto, el científico, objetivo: la única realidad digna de este nombre debe ser, por supuesto, la realidad objetiva, gobernada por leyes objetivas. Todo conocimiento que no sea el conocimiento científico es, pues, enviado al infierno de la subjetividad, tolerado cuando mucho, como un embellecimiento sin significado o rechazado con desdén como fantasía, una ilusión, una regresión, o un producto de la imaginación. Inclusive la palabra “espiritualidad” se ha vuelto sospechosa y su uso ha sido prácticamente abandonado.
La objetividad, puesta como el criterio supremo de Verdad, tiene una consecuencia inevitable: la transformación del Sujeto en un Objeto. La muerte del Sujeto es el precio que pagamos por el conocimiento objetivo. El ser humano se volvió un objeto –un objeto de explotación del hombre por el hombre, un objeto de experimentos de ideologías que se proclaman científicas, un objeto de estudios científicos para ser disectado, formalizado y manipulado. El Hombre-Dios se ha convertido en Hombre-Objeto, del cual el único resultado puede ser la auto-destrucción.

Las dos masacres mundiales del siglo pasado, para no mencionar las múltiples guerras locales y el terrorismo –son sólo el preludio de la auto-destrucción a escala global.

En realidad, con muy pocas excepciones –Husserl, Heidegger o Cassier- los pensadores modernos y posmodernos transformaron gradualmente al Sujeto en un sujeto gramatical. El Sujeto es hoy sólo una palabra en una frase .

La revolución cuántica cambió radicalmente esta situación. Las nuevas nociones científicas y filosóficas que introdujo –el principio de superposición de los estados cuánticos si y no, la discontinuidad, la no-separabilidad, la causalidad global, el indeterminismo cuántico- necesariamente llevaron a los fundadores de la mecánica cuántica a repensar el problema de la separación total Objeto/Sujeto. Por ejemplo, Werner Heisenberg, Premio Nobel de física, pensó que uno debía suprimir cualquier distinción rígida entre el Sujeto y el Objeto, entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva. “El concepto de “objetivo” y “subjetivo” –escribe Heisenberg – designa […] dos aspectos diferentes de una realidad; no obstante, haríamos una simplificación muy curda si quisiéramos dividir el mundo en una realidad objetiva y una realidad subjetiva. Muchos de los aspectos rígidos de la filosofía de los últimos siglos nacieron con esta visión del mundo como blanco y negro”

El también afirmó que tenemos que renunciar a la referencia privilegiada de la exterioridad del mundo material.

“Las dos fuertes insistencias en la diferencia entre el conocimiento científico y el conocimiento artístico –escribe Heisenberg – vienen de la idea equivocada de que los conceptos describen perfectamente las “cosas reales” […] Todo verdadero filósofo está situado en el umbral entre la ciencia y la poesía”

Mi línea de pensamiento está en perfecto acuerdo con aquella de Heisenberg. Para mí, “más allá” de las disciplinas significa al Sujeto, y más precisamente a la interacción Sujeto-Objeto.

La trascendencia, inherente a la transdisciplinariedad, es la trascendencia del Sujeto. El Sujeto no puede ser captado en el campo disciplinario.

El significado “más allá de las disciplinas” nos lleva a un espacio fabuloso de nuevo conocimiento. El resultado más importante fue la formulación de la metodología transdisciplinaria, misma que analizaré en la siguiente sección. Ella nos permite también claramente distinguir entre multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad.

La Multidisciplinariedad concierne en sí, estudiar un tema de investigación no sólo desde una disciplina, sino desde varias al mismo tiempo. Cualquier tema en cuestión será al final enriquecido mediante la incorporación de las perspectivas de diversas disciplinas. La multidisciplinariedad lleva un plus o agregado para la disciplina en cuestión, pero ese “plus” está siempre al servicio exclusivo de la disciplina residente.
En otras palabras, el enfoque multidisciplinario sobrepasa las fronteras de la disciplinariedad, pero su meta se limita al marco de la investigación disciplinaria.

La Interdisciplinariedad posee diferentes metas a la multidisciplinariedad. Ésta concierne a la transferencia de métodos de una disciplina a otra. Como la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad sobrepasa las disciplinas, pero su meta sigue manteniéndose dentro del marco de la investigación disciplinaria. La interdisciplinariedad tiene incluso la capacidad de generar nuevas disciplinas –como la cosmología cuántica y la teoría del caos.
La Transdisciplinariedad concierne a aquello que está entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su meta es la comprensión del mundo presente para el cual uno de sus imperativos es la unidad del conocimiento .

Como puede verse, no hay oposición entre disciplinariedad (incluyendo multidisciplinariedad e interdisciplinariedad) y transdisciplinariedad, sino una fértil complementariedad. En realidad, no hay transdisciplinariedad sin disciplinariedad. A pesar de este hecho, las consideraciones mostradas arriba provocaron, alrededor de 1990, una guerra más o menos violenta de definiciones. Esta guerra aún no termina.
No haré aquí consideraciones detalladas acerca de la motivación sociológica y psicológica de actitud no-transdisciplinaria –como el miedo a lo desconocido, el rechazo ideológico de la espiritualidad, el interés por el poder o el deseo de la honorabilidad académica, entendido como honorabilidad disciplinaria. Eso generaría polémicas interminables que son, en mi opinión, una pérdida de tiempo. Prefiero intentar comprender la motivación inconciente de tales visiones. Cuando la motivación inconciente va a la superficie de la conciencia y es traducida a palabras, un diálogo verdadero puede iniciarse.

Yo tengo en mente un enfoque específicamente diferente de la transdisciplinariedad, caracterizado por el rechazo a formular cualquier metodología y a su concentración exclusiva en la solución de problemas coyunturales pertenecientes a la triada ciencia-tecnología-sociedad. Este enfoque es representado por figuras como Michael Gibbons y Helga Nowotny . El punto de vista de esta corriente transdisciplinaria fue largamente expresada en el Congreso de Zürich, realizado en el año 2000 .

Esta versión de la transdisciplinariedad no excluye el significado de “más allá de las disciplinas”, pero lo reduce a la interacción de disciplinas con limitantes sociales. El campo social, necesariamente introduce una dimensión “más allá de las disciplinas”, pero el ser humano individual es concebido como sólo parte de un sistema social.

Nos es difícil comprender porqué la “solución de problemas coyunturales” debe ser el único objetivo de la transdisciplinariedad. Es ciertamente uno de los objetivos, pero no el único. El uso del singular resulta peligroso, como en la religión, al permitir guerras innecesarias y dogmatismo improductivo. ¿Es la transdisciplinariedad sólo concerniente a la sociedad, como un todo uniforme, o es en primer lugar el ser humano quien está (o quien tiene que estar) en el centro de cualquier sociedad civilizada? ¿Nos está permitido identificar el conocimiento con la producción de conocimiento? ¿Por qué el potencial de la transdisciplinariedad ha de reducirse a producir “mejor ciencia”? ¿Por qué la transdisciplinariedad tiene que verse reducida a la “ciencias duras”? En otras palabras, la interacción Sujeto-Objeto nos parece, está en el corazón mismo de la transdisciplinariedad y no el Objeto solo.

Pienso que la barrera inconciente hacia un verdadero diálogo viene de la inhabilidad de ciertos investigadores transdisciplinarios de pensar la discontinuidad. Daré una imagen a manera de ejemplo para expresar lo que quiero decir. Para ellos, las fronteras entre las disciplinas son como fronteras entre países, continentes y océanos en la superficie de la Tierra. Estas fronteras fluctúan en el tiempo pero un hecho se mantiene sin cambio: la continuidad entre los territorios. Nosotros tenemos una perspectiva distinta de las fronteras entre disciplinas. Para nosotros, éstas son como la separación entre las galaxias, los sistemas solares, estrellas y planetas. Es el movimiento en sí mismo, el que genera la fluctuación de las fronteras. Esto no significa que una galaxia interfecta a otra galaxia. Cuando cruzamos las fronteras, encontramos el vacío interplanetario y galáctico. Este vacío está lejos de estar vacío: esta lleno de materia invisible y energía. Él introduce una clara discontinuidad entre los territorios de las galaxias, los sistemas solares y las estrellas y planetas. Sin el vacío interplanetario y galáctico no existe Universo.

Tengo la firme convicción de que nuestra formulación de la transdisciplinariedad es ambas, unificadora (en el sentido de una unificación de diferentes enfoques transdisciplinares) y diversa: la unidad en la diversidad y la diversidad mediante la unidad es inherente a la transdisciplinariedad. Mucha confusión emerge por no reconocer que existe una transdisciplinariedad teórica, una transdisciplinariedad fenomenológica y una transdisciplinariedad experimental.

La palabra teoría implica una definición de transdisciplinariedad y una metodología bien definida (que debe ser distinguida de los “métodos”: una sola metodología corresponde a un gran número de diferentes métodos). La palabra fenomenología implica la construcción de modelos conectando los principios teóricos con los datos experimentales ya observados, a fin de predecir resultados mayores. La palabra experimental implica llevar a cabo experimentos siguiendo procedimientos bien definidos, permitiendo a cualquier investigador obtener los mismos resultados realizando los mismos experimentos.
Yo clasifico el trabajo realizado por Michael Gibbons y Helga Nowotny como transdisciplinariedad fenomenológica, mientras que mi propio trabajo , al igual que el de Jean Piaget y Edgar Morin , pertenece a la transdisciplinariedad teórica.


El Dr. Basarab Nicolescu, durante el 2do. Congreso Mundial sobre Transdisciplinariedad.

En su turno, la transdisciplinariedad experimental concierne a un gran número de datos experimentales que ya han sido recolectados no sólo en el marco de la producción de conocimiento sino también en muchos campos como la educación, el psicoanálisis, el tratamiento del dolor de enfermedades terminales, la drogadicción, el arte, la literatura, la historia de las religiones… La reducción de la transdisciplinariedad a uno solo de sus aspectos es muy peligrosa porque la transformará en una moda temporal, lo cual, puedo predecir, la llevará, sin duda, a desaparecer tan rápido como muchas otras modas en el campo de la cultura y el conocimiento se han desvanecido. El gran potencial de la transdisciplinariedad nunca se alcanzará si no aceptamos la consideración simultánea y rigurosa de esos tres aspectos de la misma. Esta consideración simultánea de la Transdisciplinariedad teórica, fenomenológica y experimental nos permitirá ambas cosas, la unificación y el tratamiento no dogmático de la teoría y práctica transdisciplinaria, coexistiendo con una pluralidad de modelos transdisciplinarios.

2.- Formulación de una metodología transdisciplinaria

a.- El carácter axiomático de la metodología transdisciplinaria
El logro más importante de la transdisciplinariedad en la actualidad es, por supuesto, la formulación de la metodología de la transdisciplinariedad, aceptada y aplicada por un importante número de investigadores de muchos países del mundo. La transdisciplinariedad, en ausencia de una metodología, sería solo palabras, un discurso vacío y por tanto una moda de vida corta.

El carácter axiomático de la metodología de la transdisciplinariedad es un aspecto importante. Éste significa que se debe limitar el número de axiomas (principios o pilares) a un número mínimo. Cualquier axioma que puede ser derivado de los ya postulados, tiene que ser rechazado.
Este hecho no es nuevo. Ya sucedió cuando el conocimiento disciplinario adquirió su carácter científico, debido a los tres axiomas formulados por Galileo Galilei en Diálogo sobre los Grandes Sistemas del Mundo :
1. Existen leyes universales de carácter matemático
2. Estas leyes pueden ser descubiertas por experimentos científicos.
3. Tales experimentos pueden ser perfectamente replicados.

Debería ser obvio el hecho de que si intentamos construir un puente matemático entre la ciencia y la ontología, necesariamente fallaremos. Galileo mismo hace esta distinción entre las matemáticas humanas y las matemáticas divinas .

Las matemáticas humanas constituyen, dice él (a través de Salvati), el lenguaje común de los seres humanos y Dios, mientras las matemáticas divinas se conectan con la percepción directa de la totalidad de todas las leyes existentes y fenómenos. La transdisciplinariedad intenta seriamente tomar esta distinción en cuenta. Un puente puede construirse entre la ciencia y la ontología sólo mediante tomar en cuenta la totalidad del conocimiento humano. Ello requiere un lenguaje simbólico, diferente del lenguaje matemático y enriquecido por nuevas nociones específicas.

La matemática es capaz de describir repeticiones de hechos debido a leyes científicas, pero la transdisciplinariedad se trata de la singularidad del ser humano y la vida humana. El punto clave es, nuevamente, la presencia irreducible del Sujeto, que explica por qué la transdisciplinariedad no puede ser descrita por un formalismo matemático.

El sueño de una formalización matemática de la transdisciplinariedad es sólo un fantasma, el fantasma inducido por siglos de conocimiento disciplinario.

Después de muchos años de investigación, hemos llegado a los siguientes tres axiomas de la metodología de la transdisciplinariedad:

i. El axioma ontológico: Existen en la naturaleza y en nuestro conocimiento de la naturaleza, diferentes niveles de Realidad y, correspondientemente, diferentes niveles de percepción.

ii. El axioma lógico: El paso de un nivel de Realidad a otro es asegurado por la lógica del tercero incluido.

iii. El axioma de la complejidad: La estructura de la totalidad de niveles de Realidad o percepción, es una estructura compleja: cada nivel es lo que es porque todos los niveles existen al mismo tiempo.

Los dos primeros axiomas obtienen su evidencia experimental de la física cuántica, pero van bastante más allá de las ciencias exactas. El último, tiene su fuente no sólo en la física cuántica, sino además en una variedad de otras ciencias exactas y humanas. Los tres han estado, en acuerdo al pensamiento tradicional, presentes en la Tierra desde el inicio de los tiempos.

Los axiomas no pueden ser demostrados: no son teoremas. Tienen sus raíces en datos experimentales y perspectivas teóricas y su validez es juzgada por los resultados de sus aplicaciones. Si los resultados están en contradicción con los hechos experimentales, deben ser modificados o remplazados.

Permítanme acotar que, a pesar de la casi infinita diversidad de métodos, teorías y modelos que han existido a través de toda la historia de las diferentes disciplinas científicas, los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna se han mantenido sin cambio desde Galileo hasta nuestros días. Esperemos que eso mismo suceda con la transdisciplinariedad y que un largo número de métodos de transdisciplinariedad, teorías y modelos aparezcan en el futuro.

Permítanme también notar que solo una ciencia ha satisfecho entera e integralmente los tres postulados Galiléicos: la física. Las otras disciplinas científicas satisfacen sólo parcialmente los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. De cualquier forma, la ausencia de formulaciones matemáticas rigurosas en la psicología, el psicoanálisis, la historia de las religiones, teoría de leyes y una multitud de otras disciplinas no llevaron a la eliminación de esas disciplinas del campo de la ciencia.

Por lo menos por el momento, ni siquiera una ciencia exacta como la biología molecular puede proclamar una formulación matemática tan rigurosa como la de la física. En otras palabras, hay grados de disciplinariedad que pueden respectivamente tomar en cuenta más o menos completamente los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. Igualmente, el proceso de más o menos tomar completamente en cuenta los tres pilares metodológicos de investigación transdisciplinaria, generará diferentes grados de transdisciplinariedad. Largas avenidas se abren para una rica y diversa investigación transdisciplinaria.

Los tres axiomas arriba citados dan una definición de la transdisciplinariedad precisa y rigurosa. Esta definición está en acuerdo con la bosquejada por Jean Piaget.
Permítanme ahora describir los esenciales de estos tres axiomas de la transdisciplinariedad.

b.- El axioma ontológico: Niveles de Realidad y Niveles de percepción
El concepto clave de la perspectiva transdisciplinaria para con la Naturaleza y el conocimiento es el concepto de Niveles de Realidad.

Aquí, el significado que damos a la palabra “Realidad” es pragmático y ontológico al mismo tiempo.
Por “Realidad”, intentamos primero que nada, designar lo que resiste a nuestras experiencias, representaciones, descripciones, imágenes, o incluso formulaciones matemáticas.

Tan lejos como la Naturaleza participa del ser del mundo, uno tiene que asignar también una dimensión ontológica al concepto de Realidad. Realidad no es meramente una construcción social, el consenso de una colectividad o algún acuerdo inter-subjetivo. También tiene una dimensión transubjetiva: por ejemplo, los datos experimentales pueden arruinar la teoría científica más bella.

Por supuesto, uno debe distinguir las palabras “Real” y “Realidad”. Real designa aquello que es, mientras que Realidad está conectada a la resistencia en nuestra experiencia humana. Lo “Real” es, por definición, velada por siempre, mientras que “Realidad” es accesible a nuestro conocimiento.

Por “nivel de realidad”, yo designo un conjunto de sistemas que son invariantes bajo ciertas leyes: por ejemplo, las entidades cuánticas son subordinadas a las leyes cuánticas, que parten radicalmente de las leyes del mundo macrofísico. Esto es para decir que dos niveles de Realidad son diferentes si, mientras se pasa de un nivel a otro, existe un rompimiento en las leyes aplicables y un rompimiento en conceptos fundamentales (como, por ejemplo, la causalidad). Por lo tanto, existe una discontinuidad en la estructura de los niveles de Realidad, similar a la discontinuidad reinante en el mundo cuántico.

Cada nivel de Realidad tiene su espacio-tiempo asociado, diferente de un nivel al otro. Por ejemplo, el realismo clásico está asociado con la 4-dimensión espacio-tiempo (tres dimensiones de espacio y una dimensión de tiempo), mientras que el realismo cuántico se asocia con el espacio-tiempo cuyo número de dimensiones es mayor que cuatro. La introducción de los niveles de realidad induce una estructura multidimensional y multireferencial de la realidad.

Un nuevo Principio de la Relatividad emerge de la coexistencia entre la pluralidad compleja y la unidad abierta, en nuestra perspectiva: ningún nivel de Realidad constituye un lugar privilegiado desde el cual uno es capaz de comprender a todos los otros niveles de Realidad. Un nivel de Realidad es lo que es porque todos los demás niveles existen al mismo tiempo. Este Principio de la Relatividad es lo que origina una nueva perspectiva en la religión, la política, el arte, la educación y la vida social y es cuando nuestra perspectiva del mundo cambia. El gran educador Brasileño Paulo Freire afirma en su Pedagogía del oprimido , que decir una palabra verdadera es equivalente a la transformación del mundo.

En otras palabras, nuestro enfoque no es jerárquico. No hay un nivel fundamental. Pero su ausencia no significa una dinámica anárquica, sino una dinámica coherente, de todos los niveles de Realidad ya descubiertos o por descubrir en el futuro.

Cada nivel se caracteriza por su incompletud: las leyes que gobiernan ese nivel son justamente una parte de la totalidad de las leyes que gobiernan a todos los niveles. E incluso la totalidad de las leyes no agotan la Realidad entera: también tenemos que considerar al Sujeto en interacción con el Objeto.

La zona entre dos niveles diferentes y más allá de todos los niveles es una zona de no-resistencia a nuestras experiencias, representaciones, descripciones, imágenes y formulaciones matemáticas.

La transparencia de esta zona se debe, simplemente, a las limitaciones de nuestros cuerpos y nuestros órganos de los sentidos –limitaciones que aplican sin importar que tipo de herramientas de medición, se utilizan para extender esos órganos de los sentidos. Nosotros, por lo tanto, debemos concluir que la distancia topológica entre los niveles es finita. Sin embargo, esta distancia finita no significa conocimiento finito. Tómese un ejemplo, un segmento de una línea recta –contiene un número infinito de puntos. En forma similar, una distancia topológica finita podría contener un número infinito de niveles de Realidad. Tenemos trabajo por hacer de aquí hasta la eternidad.

Esta estructura abierta de la unidad de los niveles de Realidad está de acuerdo con uno de los resultados científicos más importantes de todos los tiempos relacionados con la aritmética, el teorema de Kurt Gödel , quien sentenció que un sistema suficientemente rico de axiomas inevitablemente lleva a resultados que son, ya sea indecisivos o contradictorios. Las implicaciones del teorema de Gödel tienen considerable importancia para todas las teorías modernas del conocimiento, primeramente porque se relaciona no solo con el campo de la aritmética, sino a todas las matemáticas que incluyen la aritmética. La estructura Gödeliana de los niveles de Realidad implica la imposibilidad de una teoría completa y cerrada en sí misma. El conocimiento es por siempre abierto.

La zona de no resistencia corresponde a lo sagrado –a aquello que no se somete a ninguna racionalización. Proclamando que existe un solo nivel de Realidad se elimina a lo sagrado, y la auto-destrucción se genera.

La unidad de los niveles de Realidad y sus zonas complementarias de no-resistencia constituyen lo que nosotros llamamos el Objeto transdisciplinario.

Inspirado en la fenomenología de Edmund Husserl , yo afirmo que los diferentes niveles de Realidad son accesibles a nuestro conocimiento gracias a los diferentes niveles de percepción que están potencialmente presentes en nuestro ser. Estos niveles de percepción permiten una visión de la Realidad crecientemente general, unificadora y abarcativa, sin agotarla completamente.
Como en el caso de los niveles de Realidad, la coherencia de los niveles de percepción, presupone una zona de no-resistencia a la percepción.

La unidad de los niveles de percepción y su zona de no-resistencia complementaria, constituyen lo que nosotros llamamos el Sujeto transdisciplinario.

De modo riguroso, vemos que los “niveles de percepción” son, de hecho, niveles de realidad del Sujeto, mientras “niveles de Realidad” son, de hecho, niveles de Realidad del Objeto. Ambos tipos de niveles implican resistencia.

Las dos zonas de no-resistencia del Objeto y el Sujeto transdisciplinario deben ser idénticas para que el Sujeto transdisciplinario se comunique con el Objeto transdisciplinario. Un flujo de conciencia que cruza coherentemente diferentes niveles de percepción, debe corresponder al flujo de información cruzando coherentemente a través de los diferentes niveles de Realidad. Los dos flujos están interrelacionados puesto que comparten la misma zona de no-resistencia.
El conocimiento no es ni exterior ni interior: es simultáneamente exterior e interior. Los estudios del universo y del ser humano se sostienen el uno al otro.

La zona de no-resistencia juega el papel del tercero entre el Sujeto y el Objeto, un término de Interacción, que actúa como un medio incluido –el tercero incluido- que permite la unificación del Sujeto transdisciplinario y el Objeto transdisciplinario a la vez que se preserva su diferencia. En adelante, llamaré a este término de Interacción: el Tercero Escondido.
Nuestra división ternaria { Sujeto, Objeto, Tercero Escondido} es, por supuesto diferente de una división binaria { Sujeto vs Objeto} del realismo clásico.

La emergencia de por los menos tres diferentes niveles de Realidad en el estudio de los sistemas naturales –el nivel macrofísico, el nivel microfísico y el ciber-espacio-tiempo (al cual uno puede agregar un cuarto nivel –aquel de las supercuerdas, unificadoras de toda interacción física) –es un evento trascendente en la historia del conocimiento.

Basado en nuestra definición de niveles de Realidad, podemos identificar otros niveles además de aquellos en los sistemas naturales. Por ejemplo, en los sistemas sociales, podemos hablar del nivel individual, del nivel geográfico e histórico de una comunidad (familia, nación), el nivel comunitario ciberespacio-tiempo y el nivel planetario.

Los niveles de Realidad son radicalmente diferentes de los niveles de organización como estos han sido definidos en los enfoques sistémicos .
Los niveles de organización no presuponen una discontinuidad en los conceptos fundamentales: varios niveles de organización pueden aparecer en uno y un mismo nivel de Realidad. Los niveles de organización corresponden a diferentes estructuras de las mismas leyes fundamentales.

Los niveles de Realidad y los niveles de organización ofrecen la posibilidad de una nueva taxonomía de más de 8000 disciplinas académicas existentes hoy en día. Muchas disciplinas coexisten en uno y un mismo nivel de Realidad incluso si ellas corresponden a diferentes niveles de organización. Por ejemplo, la economía Marxista y la física pertenecen a un nivel de Realidad, mientras que la física cuántica y el psicoanálisis corresponden a otro nivel de Realidad.

La existencia de los diferentes niveles de Realidad, ha sido afirmado por diferentes tradiciones y civilizaciones, pero esta afirmación se fundaba en dogmas religiosos o en la exploración sólo del universo interior.

El Objeto transdisciplinario y sus niveles de Realidad, el Sujeto transdisciplinario y sus niveles de percepción y el Tercero Escondido, definen el modelo transdisciplinario de la Realidad.

Basado en su estructura ternaria de la Realidad, podemos deducir otras ternas de niveles que son extremadamente útiles en el análisis de situaciones concretas:

Niveles de organización – Niveles de estructuración – Niveles de integración
Niveles de confusión - Niveles de lenguaje - Niveles de interpretación
Niveles Físicos –Niveles Biológicos – Niveles Psicológicos
Niveles de ignorancia - Niveles de inteligencia - Niveles de contemplación
Niveles de objetividad - Niveles de subjetividad - Niveles de complejidad
Niveles de conocimiento – Niveles de comprensión – Niveles del ser
Niveles de materialidad – Niveles de espiritualidad – Niveles de no-dualidad

Permítanme ahora hacer algunas consideraciones históricas en relación con la idea de los niveles de Realidad.

Ya en 1976, formulé esta idea, durante mi estancia post-doctoral en el Laboratorio Lawrence Berkeley, después de estimulantes discusiones con Geoffrey Chew, el fundador de la teoría del bootstrap y otros colegas. Mi motivación mayor era el hecho de que esta idea ofrecía una solución lógica a la incompatibilidad entre la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Yo interpreté esta incompatibilidad como la necesidad de incrementar el campo de la Realidad, a través de abandonar la idea clásica de una solo nivel de Realidad.

En 1981, me interesé por la idea de la realidad velada de Bernard d’Espagnat , pero me di cuenta que su solución no es satisfactoria y por tanto decidí publicar mis hallazgos en un artículo publicado en 1982 y más tarde, en forma elaborada, en 1985, en la primera edición de mi libro Nosotros, la partícula del mundo .

En 1998, tuve una gran sorpresa de descubrir la idea de los « niveles de Realidad », expresados en diferente forma, en un libro por Werner Heisenber, Filosofía –El manuscrito de 1942 . Este libro tuvo una historia bastante asombrosa: fue escrito en 1942 pero fue publicado sólo en alemán en 1984. Yo leí la traducción del libro al francés en 1998. No existe aún, hasta donde yo sé, una traducción de este libro al inglés.
La filosofía de Heisenberg está basada en dos ideas fundamentales: la primera es la noción de niveles de Realidad correspondientes a diferentes modos de incorporar objetividad en términos del proceso de conocimiento respectivo y la segunda, es la gradual desaparición del concepto familiar espacio 3-dimensional y tiempo 1-dimensional.

Para Heisenberg, realidad es “la continua fluctuación de la experiencia según es capturada por la conciencia. En ese sentido, nunca puede identificarse a un sistema cerrado [...]” . Por “experiencia ”, él entiende no sólo experimentos científicos sino también la percepción del movimiento del alma o de la verdad autónoma de los símbolos. Para él, realidad es un tejido de conexiones y de abundancia infinita, sin ningún suelo fundador último.

“Uno no puede alcanzar jamás un retrato completo y exacto de la realidad ” - escribe Heisenberg.

La incompletud de las leyes físicas está por tanto presente en su filosofía, incluso si no hace una referencia explícita a Gödel.

Heisenberg afirma muchas veces, en acuerdo con Husserl, Heidegger y Cassirer (a quienes el conoció personalmente), que uno tiene que suprimir cualquier distinción rígida entre el Sujeto y el Objeto. Él también escribe que uno debe renunciar a la privilegiada referencia a la exterioridad del mundo material y que la única forma de comprender la naturaleza de la realidad es aceptar su división en regiones y niveles.

La similitud con mi propia definición de la realidad es impresionante, pero las diferencias son también importantes.

Por “región de realidad” él comprende una región caracterizada por un grupo específico de relaciones. Sus regiones de realidad son, de hecho, estrictamente equivalentes a los niveles de organización del sistema de pensamiento contemporáneo.
Su motivación por distinguir regiones y niveles de realidad es idéntica a mi propia motivación: el rompimiento entre la mecánica clásica y la mecánica cuántica.
Heisenberg clasifica las numerosas regiones de la realidad en sólo tres niveles, en términos de la diferente proximidad entre el Objeto y el Sujeto . Él deduce que esa distinción rígida entre las ciencias exactas y humanas tiene que ser abandonada, un hecho que suena muy, muy transdisciplinario.
El primer nivel de realidad de Heisenberg corresponde a campos que incorporaron la objetividad en una forma independiente del proceso de conocimiento. La física clásica, el electromagnetismo y las dos teorías de la relatividad de Einstein pertenecen a este nivel.

El segundo nivel corresponde a campos inseparables del proceso de conocimiento: la mecánica cuántica, la biología, las ciencias de la conciencia (como el psicoanálisis).

Finalmente, el tercer nivel corresponde a campos creados en conexión con el proceso de conocimiento. Él sitúa ahí la filosofía, el arte, la política, las metáforas relacionadas con Dios, la experiencia religiosa y la experiencia artística y creativa.

Si los dos primeros niveles de Heisenberg totalmente corresponden a mi propia definición, el tercero mezcla niveles y no-niveles ( en otras palabras, las zonas de no-resistencia) La experiencia religiosa y la experiencia artística y creativa no pueden ser asimiladas a los niveles de Realidad. Ellas meramente corresponden a niveles de cruzamiento en la zona de no-resistencia. La ausencia de resistencia y especialmente la ausencia de discontinuidad en la filosofía de Heisenberg explican la diferencia entre su enfoque y el mío. Una clasificación rigurosa de regiones en niveles no puede obtenerse en la ausencia de discontinuidad.
Heisenberg insiste en el papel crucial de la intuición: “Sólo un pensamiento intuitivo – escribe Heisenberg – podría puentear el abismo entre los conceptos nuevos y viejos; la deducción formal es impotente en realizar ese puente […]” . Pero Heisenberg no dibujó la conclusión lógica relacionada con esta impotencia del pensamiento formal: sólo lo no-resistente a nuestras experiencias, representaciones, descripciones, imágenes o formalismos matemáticos puede puentear el abismo entre dos niveles. Esta no-resistencia restaura la continuidad rota por los niveles.G


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