TENDENCIAS HACIA LA INTEGRACION DEL CONOCIMIENTO

Por: M.C.E. Claudia Tamariz  y M.C.E. Ana Cecilia Espinosa Martínez

“Un hombre que sólo conoce su propia ciencia, ni siquiera esa ciencia conoce.”
Alfred North Whitehead

Apreciado  amigo lector, a partir de este trabajo, en contraste con otros artículos -dedicados a resumir las ideas de la fragmentación del conocimiento hasta llegar a caracterizar a la disciplinariedad científica-, le invitamos a acompañarnos en el análisis de los enfoques y corrientes ya no tendientes a fragmentar el conocimiento, sino preocupados por integrarlo.

Para la realización del análisis que ahora nos interesa será necesario que nos aboquemos a dos tareas:

  • La primera  consistirá en reconocer la aspiración del hombre por unificar los conocimientos.

 

  • La segunda, en cambio, deberá centrarse en el examen de las corrientes más actuales que pugnan por una visión integradora del conocimiento, a saber, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad.

Habremos, pues, de responder a dos interrogantes:

  • ¿Existe una tendencia hacia la integración del conocimiento?, y
  • ¿Cuáles son y en qué consisten las actuales corrientes integracionistas       del    conocimiento?

 

El primer planteamiento nos remonta a realizar un breve análisis, una aproximación histórica a la unificación del saber, mientras que el segundo demanda la revisión detallada de las corrientes integradoras más actuales en el plano de lo científico.

Por razones de espacio, abordaremos en esta ocasión la primera de nuestras preocupaciones, dejando la segunda para la publicación siguiente. Veamos...

 

1 ¿Existe una tendencia hacia la integración del conocimiento?

En la actualidad la aspiración hacia una reunificación del saber queda manifiesta en las corrientes inter  y transdisciplinaria  que han permeado el ámbito científico, particularmente en respuesta, aunque no únicamente,  a la necesidad de resolver los problemas prácticos planteados  por los distintos ámbitos desarrollados gracias a la tecnología, que abarca áreas tan diversas como la medicina, las telecomunicaciones, la industria, la economía de consumo, los procesos de producción, la psicología, entre otros. Esto incluye el enfrentar los problemas básicos y las realidades de la vida que exigen, por ejemplo, saber cómo producir suficiente alimento para la población o cómo asegurarle una buena salud. No obstante, no debe pensarse que este llamamiento a la interdisciplinariedad y a la transdisciplinariedad es sólo a la resolución de los problemas prácticos que plantea la vida cotidiana, a las preocupaciones sociales, sino que también busca resolver problemáticas de carácter meramente científico, como el ofrecer una explicación del sentido del universo.

Ambos tipos de problemáticas -sociales y científicas- demandan soluciones complejas que desbordan los límites y los conocimientos que puede ofrecer una sola disciplina, y es en este sentido que la inter y la transdisciplinariedad pueden contribuir pues, según explicaremos más adelante, éstas propenden a la búsqueda de lazos que vinculan los conocimientos de las  diferentes disciplinas entre sí y en ello consiste, a grandes rasgos, su propuesta de unificación del saber.

 “Los problemas desafiantes que nos presenta la vida real cotidiana no vienen confeccionados en bloques disciplinarios, sino que sobrepasan ordinariamente los métodos, las técnicas, las estrategias y las teorías (...) de nuestras disciplinas académicas fundamentadas en un enfoque, en un abordaje, en unos axiomas, en un método, en una visión unilateral de la poliédrica complejidad de toda realidad” (Martínez, 1997:162).
 
De modo que:

“Las disciplinas académicas aisladas son menos que adecuadas para tratar las problemáticas intelectuales y sociales más importantes” (Martínez, op.cit.: 162).

Otra razón para el surgimiento de las corrientes integradoras mencionadas es, según los conocedores, el hecho de considerarlas como un modo de evolución del conocimiento en general, hacia niveles de mayor complejidad y riqueza de explicación de los fenómenos.

Esta es la postura de Miguel Martínez Miguélez, quien señala, por ejemplo, que además de que la interdisciplinariedad:
 

  • Facilita la búsqueda de la unidad del conocimiento, y
  • Funciona como un medio de solucionar problemas prácticos dentro de la sociedad.

Ésta :

  • Es parte de una evolución general del conocimiento, que emerge a través de un proceso tanto de diferenciación como de fusión de perspectivas separadas en relaciones comunes y, a veces, nuevas (Martínez, op.cit.).

 

Otra opinión en la misma dirección es la de Ezequiel Ander-Egg quien considera que:

“Este proceso integracionista viene dado por el cruzamiento de tres factores principales:

  • La necesidad de una mayor profundización teórica y de comprensión de los propios objetos de las ciencias que, con la ayuda de otras disciplinas, alcanzan un mayor nivel.
  • Como un factor importante para elevar la calidad de las investigaciones científicas.
  • Como imperativo científico y tecnológico para la comprensión de los procesos globales, dificultados por la especialización de los conocimientos, habida cuenta de la complejidad de lo real.” (Ander-Egg, 1994:32).

 

Ahora bien, ¿es posible ubicar en el tiempo el inicio de esta búsqueda de unificación del saber?

Según Basarab Nicolescu, la necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo XX, de la pluridisciplinariedad y de la interdisciplinariedad (Nicolescu, 1998).

Pero según José Paoli Bolio este es un reto intelectual planteado desde el siglo XIX en las tesis saint-simonianas, comtianas y de otros científicos sociales, pues en aquel tiempo:

“Entre los científicos sociales hay una sospecha muy amplia de que el conocimiento debe ser visto en forma integral; las distintas disciplinas deben ser cooperativas, complementarias” (Paoli, 1983: 56).

Así, por ejemplo, un estudio sobre Saint Simon apunta que su originalidad reside: “...en su capacidad de llevar al límite la conciencia de esa ruptura intelectual que se efectuaba a su alrededor, y de captar la amplitud de esta revisión que se operaba en los ámbitos dispersos en las ciencias físico-químicas y de las ciencias de la vida... Saint Simon proclama desde 1807 que es necesario descubrir la ruptura radical que se producirá progresivamente en los métodos intelectuales y en las estructuras del pensamiento, anuncia la ascensión progresiva de lo que él denomina entonces una “revolución científica”. A sus ojos, esta revolución alcanza todas las ramas del saber y anuncia, por otra parte, la creación de una nueva ciencia que tendrá como objeto el hombre y las sociedades... lo importante es hacer aparecer en toda su amplitud la revolución intelectual y la formación de un nuevo <<sistema intelectual>>” (Paoli, op.cit. :56).

Lo cierto es que la ambición por unificar el conocimiento es una aspiración muy antigua, pues como nos dice Jurjo Torres Santomé:

“Una cierta aspiración a la unidad del saber existió siempre en mayor o menor medida. Así, ya en la época clásica los griegos denominarán paideia cíclica o enciclopedia al conjunto de todas las ciencias y los romanos doctrinarum orben” (Torres, 1998:49).

Ejemplo de la persecución de tal ideal lo encontramos en el destacado pensador griego Platón, quien llegó a plantear en la época clásica la necesidad de unificación de la ciencia, cometido que, según él, debería desempeñar la filosofía.

Recordemos que la filosofía es en cierto sentido una ciencia universal. Su dominio no se limita, como el de otras ciencias, a un terreno estrictamente acotado.

“Así vieron la filosofía la mayor parte de los filósofos de todos los tiempos: como una ciencia. (...) Como una ciencia universal, en el sentido de que no se cierra a ningún campo y emplea todo método que le sea accesible” (Bochenski, 1976: 30).
                                                                                                                                                                        
Otros pensadores que mostraron interés en dirección de una visión unificadora del saber fueron Francis Bacon y Juan Amós Comenio. Así por ejemplo, el primero se ocupó de describir en una de sus obras: La Nueva Atlántida, un centro de investigación científica interdisciplinaria al servicio de la humanidad, mientras que el segundo concibe su Pansophia en la que contemplaba al conjunto de las cosas como una unidad, relacionándolas todas.

Para algunos autores en el siglo XVIII o siglo de las luces, el deseo de una reunificación del conocimiento en general queda presente en su modelo: la enciclopedia, que buscaba, como afirma Torres Santomé, la defensa y condensación de la diversidad de saberes y prácticas.

“La nostalgia de un humanismo a la vez científico y literario como el que conoció el siglo XVIII, el tema eterno de una ciencia de las ciencias o de un saber absoluto, la demanda que hace la ciencia como resultado de su desarrollo y las crisis de la universidad son todos elementos que se mezclan para construir la dimensión histórica actual de la interdisciplinariedad” (Apostel, 1979:5).

La búsqueda de la unificación del conocimiento ha sido también una aspiración de la ciencia física.

Por años los científicos se han dado a la tarea de encontrar una teoría que explique la totalidad del universo, la exégesis del funcionamiento del mundo de lo muy pequeño y de lo macrofísico. De hecho, el científico alemán Albert Einstein empleó la mayor parte de sus últimos años en buscar, infructuosamente, esta teoría unificada.

“La unificación de las cuatro fuerzas que la física ha distinguido (fuerza nuclear fuerte, fuerza nuclear débil, electromagnetismo y gravedad) constituye uno de los principales anhelos y necesidades teóricas de los físicos contemporáneos” (Díaz, 2000, 7).

Así, nos dice el físico Stephen Hawking:
“...se tiene la esperanza de encontrar una teoría unificada consistente, completa que incluiría todas esas teorías parciales como aproximaciones (...) La búsqueda de una teoría como ésa se conoce como <<La unificación de la física>>” (Hawking, 1996:212)

El descubrimiento de esta teoría unificada del todo daría respuesta al antiquísimo cuestionamiento y profundo afán de conocimiento humano de conocer el por qué estamos aquí, y esto es, según el propio Hawking, en última instancia lo que justifica su búsqueda.

“Dado que las teorías que ya poseemos son suficientes para realizar predicciones exactas de todos los fenómenos naturales, excepto de las más extremas, nuestra búsqueda de la teoría definitiva del universo parece difícil de justificar desde el punto de vista práctico. (...) el descubrimiento de una teoría unificada completa puede no ayudar a la supervivencia de nuestra especie. Puede incluso no afectar nuestro modo de vida. Pero siempre, desde el origen de la civilización, la gente no se ha contentado con ver los acontecimientos como desconectados e inexplicables. Ha buscado incesantemente un conocimiento del orden subyacente del mundo. Hoy en día, aún seguimos anhelando saber por qué estamos aquí y de dónde venimos. El profundo deseo de conocimiento de la humanidad es justificación suficiente para continuar nuestra búsqueda, y ésta no cesará hasta que poseamos una descripción completa del universo en el que vivimos” (Hawking, op.cit. :21).

Otra corriente integradora desde la que se ha buscado la unificación del saber, pero fuera del ámbito de la física, ha sido el enfoque iniciado por el biólogo Ludwig Von Bertalanffy a finales de los años 30: la Teoría General de Sistemas (T.G.S.), misma que ya hemos analizado en anteriores artículos, por lo que aquí solo recordaremos que en tanto que sus principales premisas epistemológicas son el concepto de sistema, que funge como concepto unificador y común a todas las ciencias, y una visión de la realidad como compleja y sistémica, la TGS postula la necesidad de crear un método que se adecue a las características de complejidad, relacionalidad y totalidad de la realidad, por lo que se muestra en pro de la unidad de la ciencia.

Para Bertalanffy, la ciencia no es más que una codificación de la realidad y, por tanto, los problemas que ésta se plantea son cuestiones que afectan a la realidad que se estudia.

Para el autor, el gran error de la ciencia está en haber analizado la realidad creando diversas realidades y, consecuentemente, diversas ciencias. El origen del equívoco se halla justamente en haber tratado una realidad con un método que no participaba de la  esencia propia de la realidad a la cual se aplicaba.

“El hombre analiza la realidad, cuando ésta se le presenta, como unitaria e indivisible, pues a ella no se le oponen diversas realidades diferentes; en todo caso, frente a la realidad, está la no realidad, pues cualquier otra realidad que de principio se nos presente como diferenciada participa del hecho común a ambas: ser realidades” (Colom, 1982:122).

Con ello Bertalanffy niega la taxonomía actual de las diversas ciencias que componen nuestro cúmulo de saberes, por considerarla acientífica e irreal, ya que dichas ciencias estudian realidades inexistentes.

...”Jamás se da una realidad exclusivamente física, química, social, psicológica, etcétera, se da siempre la realidad unitaria y sincrética, compuesta y conformada por diversos aspectos que, tal como se nos presentan,  pueden denominarse físicos, químicos, sociales, psicológicos…; pero que siempre, queramos o no, conforman una única realidad, ya que en la realidad jamás se da lo físico, químico, vital, social, por separado, hasta el punto que es imposible hallar realidades unitarias en nuestra realidad... ” (Colom, op.cit.)

Planteadas así las cosas, la T.G.S. de Bertalanffy propone como método conceptualizar la síntesis, en vez de los esquemas analíticos, para estudiar la realidad que es sincrética, global, conglomerada y total.

Si no existe lo químico separado de lo biológico, o lo social aislado de lo psíquico, es porque se dan al mismo tiempo y por tanto en confluencia. Ello significa, entonces, que entre cada una de estas características de la realidad se dan relaciones que se complementan y se conforman en un todo, en caso contrario seguirían estando separadas y por tanto aisladas. Ello significa que la concepción realista y sincrética que la T.G.S. posee de la realidad, es la de una realidad relacional conformada por elementos que la determinan y la manifiestan tal cual es.

Si al mismo tiempo tenemos en cuenta que Bertalanffy rechaza las diversas ciencias por obedecer a un tratamiento analítico y que, por  ende, desvirtúan la realidad que es su objeto de estudio, la T.G.S. se nos presenta como la ciencia general de todas las ciencias, ya que ésta pretende el estudio global de la realidad. En este sentido, la T.G.S, al entender la existencia de una realidad global y pretender su estudio en toda su complejidad, confiesa su creencia en la unidad de la ciencia, o sea, en la posibilidad de sistematizar una teoría de la realidad, teoría que unificará las aportaciones de las diversas ciencias para poder llegar a la comprensión de lo real en su pura esencia, tal como es: como complejidad conformada por múltiples aspectos que se relacionan entre sí.

Por último, señalaremos que otra corriente de pensamiento de actualidad que se suma a la búsqueda de una visión integradora del conocimiento y la realidad, a una Scienza Nuova, es el Paradigma de la complejidad del contemporáneo Edgar Morin. Corriente que igualmente hemos explicado en anteriores ocasiones, por lo que aquí nos limitaremos a decir que ésta:

“Postula (...) la posibilidad y, al mismo tiempo, la necesidad de una unidad de la ciencia. Una unidad tal es evidentemente imposible e incomprensible dentro del marco actual en el cual miríadas de datos se  acumulan en los alvéolos disciplinarios cada vez más estrechos y taponados. Es imposible dentro del marco en el que las grandes disciplinas parecen corresponder a esencias y a materias heterogéneas: lo físico, lo biológico, lo antropológico. Pero es concebible en el campo de una physis generalizada. (...) tal unificación, sólo tiene sentido si es capaz de aprehender, al mismo tiempo unidad y diversidad, continuidad y rupturas. (Morin,1998:77)

No obstante, el autor deja claro que complejidad no es completud, de modo que, aunque la ambición del pensamiento complejo o de su teoría de la complejidad es rendir cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador -uno de los principales aspectos del pensamiento simplificador que aísla lo que separa y oculta todo lo que religa, interactúa e interfiere, y en este sentido el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional-; ello no significa que se postule la búsqueda de una ciencia de las ciencias, pues uno de los axiomas de la complejidad es la imposibilidad, incluso teórica de una omnisciencia, por lo que hace suya la frase de Adorno: “la totalidad es la no-verdad". Así, la complejidad, implica un principio de incompletud e incertidumbre, pero implica también el reconocimiento de los lazos entre las entidades que nuestro pensamiento debe necesariamente distinguir, pero no aislar entre sí.

El pensamiento complejo, está animado, pues, por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.

Para esta corriente de pensamiento, la realidad es compleja, implica a la vez lo uno y lo múltiple, es unitas multiplex. Así para poder abordar los problemas que arroja la realidad, la lógica de la complejidad propone una revolución del pensamiento que permita el advenimiento de un pensamiento complejo, capaz de asociar lo que está desunido y concebir la multidimensionalidad de toda realidad antroposocial.

Esta lógica de la complejidad, implica:

  • Asumir la ambigüedad y ambivalencia de cada aspecto o fragmento de la realidad
  • Comprender el principio de polaridad, que implica que no hay que disociar lo que se debe distinguir o diferenciar en cada fragmento de la realidad
  • Asumir la complejidad de toda causalidad expresada en la policausalidad de todos los fenómenos
  • Tener una visión poliocular de cada fenómeno y cada realidad
  • Comprender el proceso de rizo recursivo (noción clave de toda auto--organización) Se trata de un proceso que genera los efectos/productos necesarios para su recomienzo, su regeneración, su reproducción
  • Tener presente que en cada circunstancia hay una infinidad de variables que están actuando simultáneamente

Por tanto, desde el paradigma de Edgar Morin, el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético, razón por la cual debe abordarse desde una perspectiva más integradora, de modo que pueda captarse su complejidad, riqueza y dinamismo.

Esta perspectiva integradora debe proveerla un nuevo modo de pensamiento: el pensamiento complejo, que es capaz de concebir y transitar entre lo uno y lo múltiple.

Hasta aquí podemos concluir que la búsqueda de la integración del conocimiento es una preocupación actual. Ha sido objetivo de la filosofía y también de la ciencia. Ha estado presente en el hombre de la antigüedad y lo está en el hombre de nuestros días.

 

Esta aspiración unificadora ha sido también justificada desde horizontes distintos.

 

como un intento de aprehender la complejidad de la realidad y de poseer una explicación más rica y completa de ella;

como una forma de satisfacer la curiosidad intelectual del hombre y de responder a los cuestionamientos existenciales de éste;

como respuesta a la solución de los problemas prácticos que plantea la vida diaria y los retos impuestos por la tecnología;

como una forma de evolución científica y como reacción ante los propios métodos de la ciencia y a su atomización...

 

Sea como solución a las problemáticas sociales y científicas, o como respuesta a las preocupaciones intelectuales y existenciales, la búsqueda de la integración del conocimiento sigue siendo una constante en la vida del hombre cuyo resultado y posibilidades, quedan aún por construirse.G

 
Referencias bibliográficas
 

  • Ander-Egg, Ezequiel (1994) Interdisciplinariedad en Educación.  Edit. Magisterio  del Río de la Plata. Buenos Aires. 93 pp.

  • Apostel, Leo, et.al. (1979) Interdisciplinariedad: Problemas de la enseñanza y de la investigación en las universidades. Biblioteca de la Educación Superior ANUIES. México. 423 pp.

  • Bertalanffy, Ludwig Von. (1984) Teoría General de los Sistemas: : Funciones, desarrollo y aplicaciones. Fondo de Cultura Económica. Cuarta reimpresión. México.

  • Bochenski, J.M.  (1976) Introducción al Pensamiento Filosófico. Edit. Herder. Barcelona, España. 115 pp.

  • Colom Cañelas, Antoni. (1982) Teoría y Metateoría  de la Educación: Un enfoque a la luz de la Teoría General de los Sistemas. Edit. Trillas editores. México.

  • Díaz Barriga, Ángel. (1997) Ensayos sobre la Problemática Curricular. Edit. Trillas. México. 116 pp.

  • Hawking, Stephen. (1996) Historia del Tiempo. Edit. Grijalbo Mondadori. Edición ampliada, actualizada e ilustrada. Barcelona. 248 pp.

  • Martínez, Miguélez, Miguel (1997) El Paradigma Emergente. Hacia una nueva teoría de la racionalidad científica. Edit. Trillas. 2ª edición. México. 263 pp.

  • Martínez, Miguélez, Miguel (1998) La Investigación Cualitativa Etnográfica en Educación. Manual teórico-práctico. Edit. Trillas. 3ª edición. México. 175 pp.

  • Martínez, Miguélez, Miguel (1999) La Nueva Ciencia. Su desafío, lógica y método. Edit. Trillas. México. 271 pp.

  • Morin, Edgar (1998) Introducción al Pensamiento Complejo. Ciencias Cognitivas. Edit. Gedisa Colección Hombre y Sociedad. Serie CIA.DE.MA. 2ª reimpresión.  Barcelona. 165 pp.

  • Nicolescu, Basarab. (1998) (recibido el 12/IX/00) La Transdisciplinariedad, una Nueva Visión del Mundo. Manifesto. Centro Internacional para la Investigación Transdisiciplinaria (CIRET). Ediciones Du Rocher. Francia. 125 pp. (La traducción al español de este documento aún no ha sido editada, de modo que esta fuente es gentileza de su autor) http://perso.club-internet.fr/nicol/ciret/

  • Paoli Bolio, José. (1983) Interdisciplinariedad. UAM-Xochimilco. México. 66 pp.

  • Torres Santomé, Jurjo. (1998) Globalización e Interdisciplinariedad: el currículum integrado. Morata ediciones. Madrid. 278 pp.

Claudia Tamariz García es Maestra en Ciencias de la Educación por la Universidad del Valle de México y Licenciada en Ciencias Humanas con especialidad en historia por el Clausto de Sor Juana de la Ciudad de México. Es profesora del área de humanidades en la Universidad del Valle de México, Campus Juriquilla en Querétaro. Difunde trabajo sobre transdisciplinariedad en educación.

Ana Cecilia Espinosa Martínez, es Maestra en Ciencias de la Educación por la Universidad del Valle de México y Licenciada en Contaduría por el Centro de Estudios Universitarios Arkos de Puerto Vallarta, donde funge como subdirector Académico. Difunde trabajo sobre transdisciplinariedad en educación.

Una teoría que trata de ocuparse de esta unificación es la denominada teoría de las supercuerdas, que en términos extremadamente genéricos, busca superar la incompatibilidad matemática de la mecánica cuántica (que explica el mundo de lo muy pequeño) con la teoría de la relatividad general (encargada de la explicación del mundo macrofísico). Estaría entonces hablándose, como señala el propio Hawking de una teoría cuántica de la gravedad, una teoría unificada completa que lo explicaría todo en el universo. Para mayor información revisar la obra de Stephen Hawking, “Historia del tiempo”, del bing bang a los agujeros negros. (1996) Grijalba. México. También pueden consultarse al respecto los trabajos de Patricio Días Pazos, en la revista AstroCosmo – Civila, citado en la bibliografía, al final del capítulo.