EL QUE HACER DE LA INVESTIGACIÓN RURAL

Por: Desirée González Otero

“Se agitan las cañas del cañaveral, embozadas mazorcas sesionan de emergencia, se desmelenan airadas las palmas cocoteras. El campo no aguanta más…”

(Armando Bartra, 2003)
El presente artículo tiene como objetivo presentar algunas consideraciones en relación con el abordaje del trabajo de la investigación en el ámbito rural desde una perspectiva de comprensión y respeto a los actores del campo, bajo una filosofía que rescata la importancia del sujeto en los procesos de conocimiento e investigación. Veamos…

¿Qué es lo rural? Primer cuestionamiento para poder acercarnos a lo que implica realizar una investigación en este ámbito.
Cerremos los ojos, supongamos que nos hallamos en un camión, un automóvil o cualquier medio de transporte terrestre y que vamos recorriendo algún camino de la red de carreteras mexicanas (y nos referimos a las carreteras de la República Mexicana, porque lo rural es distinto en cada país y hasta en cada rincón del nuestro).

Después, preguntémonos qué de todo el amplio paisaje nos llama la atención, nos gusta o nos parece agradable.

¿Serán los colores, los olores? ¿Tal vez los sonidos emanados de los pastos y los árboles que se imponen al paso de nosotros o el sitio que nos brinda todo lo anterior y más?

Sea lo que fuere, considero que el espacio rural va más allá de un lindo paisaje. Lo rural implica además de belleza, tejidos sociales que están teñidos de organización, cultura, costumbres, mitos y cosmovisión que al mismo tiempo permiten la reproducción social y el trabajo de los campesinos –o como los llaman ahora: “los productores o empresarios rurales1, aunque no todos se hallen en esta nueva denominación y no porque no quieran sino porque desde hace muchos años la situación en el campo mexicano ha empeorado:

La tenencia de la tierra no se ha solucionado, los subsidios al sector se recortan, la autosuficiencia alimentaria se vuelve dependiente de importaciones de alimentos y la asimétrica relación entre productores nacionales e internacionales va en aumento.


Grandes , medianos y pequeños actores sociales del campo ven y viven cada día este devenir. Sin embargo, lo anterior no significa que no se estén realizando acciones encaminadas a mejorar la situación socio-económica de éstos. Acciones que son generadas a partir de las necesidades, conocimientos y capacidades de los distintos actores, a partir de las cuales se construyen derroteros diversos para trabajar y luchar por un precio justo en sus productos; establecer cadenas de producción en colectivo, llevar a cabo el cultivo, plantación, cuidado y manejo de semillas y/o árboles de manera sustentable3 sin dañar el entorno, intercambiando experiencias para visualizar alcances o límites que vayan surgiendo en esto que se llama realidad social, a la que debe entenderse como constructo del mismo actor, que al incidir en ella se convierte en sujeto de su propio desarrollo y no en objeto de éste. Pero incidir, no es algo mecánico, implica ser y estar en tanto proceso. Es decir, la construcción del sujeto no se da de la noche a la mañana, sino en un ir y venir harto complejo porque hablamos de sujetos y no de objetos.

Eso es precisamente lo que uno debe de considerar, cuando desea llevar a cabo una investigación en el espacio rural, pero subrayando que ese espacio del que hablamos ha estado cerca del urbano ya sea por proximidad, porque ambos se cruzaron mediante el crecimiento de uno por el otro; o principalmente porque el urbano ha necesitado del espacio rural en tanto generador  de alimentos.



Por lo tanto, insisto en reconocer el espacio rural, como un espacio en el que convergen éste y el urbano, a pesar de que en ambos se establezcan relaciones sociales asimétricas4.

Así pues, cuando se decide llevar a cabo una investigación en lo rural, es menester tomar en cuenta todo lo anterior, además de tener muy presente que lo que realicemos no está en función de querer “sacar a los actores rurales de su condición de atraso”, de querer mostrarles que el único cambio posible es el que traerán nuestros estudios e investigaciones, pues ello equivaldría a negar su historia, su experiencia y sobre todo sus conocimientos:
Conocimientos que les vienen de antaño, de generación en generación y que pueden estar referidos al manejo del calendario en términos de heladas, granizadas, sequías, floración, etcétera, para que la cosecha y los frutos salgan buenos o lo mejor que se pueda5.

Conocimientos acerca de cómo trabajar “la mano vuelta” que implica ayuda mutua “hoy me echas la mano tu en la milpa, en la huerta y yo mañana lo haré”.

Conocimientos de lo que les rodea, con nombres específicos para cada planta, cada árbol, cada ave, cada animal, insecto o para cada rincón de su comunidad además los días importantes de celebración y reunión…

En fin, son tantas las cosas que los investigadores podemos aprender de los actores rurales, que no son suficientes los aspectos que de ellos nos jactamos conocer.

Realizar un trabajo de investigación desde este marco de respeto, nos permitirá establecer junto con los actores rurales lo que puede ser útil en tanto investigación, pues de lo que se trata es de lograr conjuntar sus saberes con lo que deseamos realizar como estudio, para dar respuesta a las problemáticas que en el campo se enfrentan.

Hablo pues, sencillamente, de darle voz al sujeto, al actor del campo para construir otras formas de hacer investigación en lo rural, porque como dice Batra en su obra ‘Cosechas de ira. Economía política de la contrarreforma agraria’: “El campo mexicano es mucho más que una gran fábrica de alimentos y materias primas para la industria. Los campesinos no sólo cosechan aire limpio, agua pura y tierra fértil; diversidad biológica, societaria y cultural; pluralidad de paisajes, olores, texturas y sabores; variedad de guisos, peinados e indumentarias; sin fin de rezos, sones, cantos y bailes… Los campesinos cosechan la inagotable muchedumbre de usos y costumbres que los mexicanos somos. Aunque le pese a los mercadócratas, el mundo rural no se agota en la producción de mercancías; es también y ante todo naturaleza, convivencia, cultura”. (Bartra, 2003:34).

De ahí la importancia de esa voz que debe de ser compartida y dada a conocer por medio de lo que se construya, además de entregar a los “compas” con los que emprendimos la tarea investigativa, los resultados, conclusiones y todo el trabajo hecho, ya que eso permitirá dar seguimiento a posteriores investigaciones, pero respetando las formas, usos y costumbres de los actores sociales del campo.

Para finalizar, deseo expresar que soy partidaria de que las consideraciones aquí expuestas, son no sólo aplicables al quehacer de la investigación en lo rural, sino en todas aquellas investigaciones en las que estén presentes actores y sujetos sociales, que son quienes dan cuerpo y vida a las diversas maneras de tejer la realidad social. G

Fuentes bibliográficas

  • Bartra, A. (2003), Cosechas de ira. Economía política de la contrarreforma agraria. ITACA/Instituto Maya, México, p 34.
  • Hernández, L.,  (2003), “Foro en defensa del campo”, en: Cuadernos Agrarios, núm. especial, México, p.58.

Desirée González Otero es socióloga; Especialista en Desarrollo Rural, y Maestra en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Ha colaborado en la Universidad Arkos como catedrática en el área de Derecho.

1 Con las reformas agrarias que venían cocinándose desde los años 80 y lo hecho en la época de los años 90 -Cambios en el Artículo 27 Constitucional y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN)-  se empieza a llamar a los campesinos de esta manera.

Es importante señalar, que aquí no incluyo –por obvias razones- a los grandes acaparadores del mercado, es decir, las transnacionales voraces de ganancia que niegan otras formas de producción que no necesitan devastar lo social y lo biológico para acrecentar un capital económico. “Tres grandes conglomerados transnacionales (Nestlé, Philip Morris y Unilever) dominan cada vez el mercado mexicano de alimentos…Dos de las tres principales compañías avícolas (Tyson y Pilgrim´s Pride) que operan en México son filiales de empresas estadounidenses. Otros tres (Suez, Vivendi Universal -también dedicada al lucrativo negocio de las armas- y RWE) controlan lo que la revista Fortune asegura que será  en el Siglo XXI lo que el petróleo fue durante el Siglo XX: el negocio del agua”. Luis Hernández Navarro, 2003, “Foro en defensa del campo”, en: Cuadernos Agrarios, núm. especial, México, p.58.

3 La NO utilización de fertilizantes o abonos químicos, pero SÍ elaborando fertilizantes y abonos orgánicos.

4 Las condiciones y problemáticas de vida, sociales, económicas, de salud, educativas, culturales, etcétera son distintas en cada espacio. Lo que supone, entonces una diferenciación entre actores con sus respectivas necesidades, demandas, sentires, así como formas de acción para resolverlas. Sin olvidar aquellos momentos de la historia, en donde ambos actores interaccionan.

5 Ello es así porque las condiciones climáticas y el ambiente han cambiado. Recordemos los fenómenos de “El niño” y “La niña”.