“El desafío es construir una unidad con y más allá de la diversidad. Una unidad que no sea uniformidad sino uni-di-versidad.”
(Gaston PINEAU)
A lo largo de varios artículos, amable lector, hemos abordado el paradigma fragmentador de la ciencia que ha trascendido también a la educación: la disciplinariedad. De igual forma, hemos hablado ya una de sus corrientes unificadoras: la interdisciplinariedad y, de los enfoques que representan un antecedente de ésta y de la transdisciplinariedad, a saber la pluri y la multidisciplinariedad, enfoques que se clarificaron, esperamos que con éxito, en la edición pasada. Llegamos ahora al abordaje de la transdisciplinariedad, a develar su significado desde una perspectiva epistemológica, que después retomaremos como base para establecer, en otros ensayos, su significado en el ámbito de la educación, es decir, para definir la educación transdisciplinaria.
Transdisciplinariedad
El profesor Gavan McDonel de la Universidad de New South Wales, Australia, concibe que la transdisciplinariedad difiere de la interdisciplinariedad por su capacidad de concebir un “meta-lenguaje”.
Según él, específicamente en una dimensión interdisciplinaria las disciplinas particulares tienden a establecer niveles de colaboración rudimentarios. Mientras que, por el contrario, en una dimensión de carácter transdisciplinario un lenguaje común trascendente emerge, permitiendo el nivel de contribución necesario para generar un “espacio intelectual” enteramente nuevo mediante el cual la fragmentación del saber puede ser contrastada y los temas o problemáticas pueden ser propiamente abordados.
Por tanto, la transdisciplinariedad existe, de acuerdo con su modelo, cuando “...las relaciones de integración son llevadas hasta el punto en que existe un lenguaje trascendente, un meta-lenguaje, en el que los términos de todas las disciplinas participantes son o pueden ser expresados” (McDonnel, 1998:12).
Desde esta visión la transdisciplinariedad se suma a la larga línea de esfuerzos para producir logros vinculados de conocimiento integrado y de un lenguaje universal.
Según McDonnel, para obtener resultados en el ámbito transdisciplinario es esencial vencer los límites de las estructuras lingüísticas que separan unas disciplinas de otras así como establecer diálogos interculturales.
McDonnel identifica el lenguaje como el primer obstáculo de construcción de un enfoque unificado del conocimiento y sugiere volver los ojos hacia la filosofía y al análisis del lenguaje para poder conciliar las diferencias entre las disciplinas.
Pero lo más importante para construir un lenguaje transdisciplinario, un meta-lenguaje o ese “espacio lingüístico” común y nuevo, como lo denomina el autor, capaz de contrastar efectivamente los procesos actuales de conocimiento, es construir un concepto de la transdisciplinariedad. Concepto sobre el cual, como bien puede adelantarse, tampoco existe un acuerdo consensado.
A. El concepto de transdisciplinariedad
Transdisciplinariedad es una palabra joven. Apenas conocida hace tres décadas en los trabajos de autores como Eric Jantsch, Jean Piaget y Edgar Morin. Ha sido relacionada y comúnmente confundida con los términos que antes revisamos: pluridisciplinariedad e interdisciplinariedad.
Según el director del Centro Internacional de Investigaciones y Estudios Transdisciplinarios (CIRET, París), Basarab Nicolescu:
“Ese término fue inventado en su momento para expresar, sobre todo en el campo de la enseñanza, la necesidad de una feliz transgresión de las fronteras entre las disciplinas, de una superación de la pluri y de la interdisciplinariedad” (Nicolescu,1998:3).
No obstante, en la actualidad la perspectiva transdisciplinaria es redescubierta y develada como consecuencia de la necesidad de lidiar con los desafíos sin precedentes del mundo problematizado en que vivimos y que requieren de un tratamiento multireferencial. Pues en la medida en que somos cada vez más conscientes de que nuestro mundo, con sus intrincadas y complejas relaciones, se presenta como más inaccesible a nuestro entendimiento, comprendemos que solamente una inteligencia capaz de captar la dimensión holística de los conflictos existentes podrá enfrentar con toda o al menos con cierta dignidad dicha complejidad. Y para ello se requiere reunir los esfuerzos, inteligencias, informaciones, formaciones y antecedentes de una diversidad de personas y campos del conocimiento. En este sentido, la transdisciplinariedad se presenta como una perspectiva que desea contribuir a tal labor.
Por cuanto a su definición debemos mencionar que ha habido diversos esfuerzos por esclarecer lo que a lo transdisciplinario corresponde, pero, al igual que en el caso de la interdisciplinariedad, las opiniones se dividen, coincidiendo a lo sumo en que se trata de un enfoque que pretende ir más allá del tratamiento interdisciplinario.
Desde nuestro punto de vista, los esfuerzos actuales más serios y concretamente centrados en determinar el concepto de transdisciplinariedad son: el realizado en el Simposio Internacional sobre Transdisciplinariedad, organizado por la UNESCO en mayo de 1998, en el cual participaron especialistas y científicos de todo el mundo; y el realizado por el propio Basarab Nicolescu en su obra La transdisciplinariedad, una nueva visión del mundo. Manifiesto. El primero de estos trabajos presenta una definición pragmática de la transdisciplinariedad, mientras que el segundo se aboca a la construcción teórica del concepto y a su fundamento científico. Ambas concepciones son objeto de este apartado.
a) Una concepción pragmática del concepto
Algunas de las experiencias recogidas en torno a la pregunta ¿qué es la transdisciplinariedad?, en el simposio referido, fueron las siguientes:
Según Jacqueline Russel (citada por McDonell, 1998): Es un proceso según el cual los límites de las disciplinas individuales son trascendidos para abordar problemas desde perspectivas múltiples para generar conocimiento emergente.
Aquí observamos cuatro características fundamentales: la transgresión de los límites parciales de las disciplinas, el abordaje desde la multiperspectiva, la orientación hacia la solución de problemas y la generación de nuevos conocimientos.
Ahora bien, para autores como William Newell y Luca Zarri, la transdisciplinariedad conlleva además una acción integradora y transformadora del conocimiento, la cual es necesaria para comprender y tratar la complejidad de lo real:
“La transdisciplinariedad es la transformación e integración del conocimiento desde todas las perspectivas interesadas para definir y abordar problemas complejos” (Newell, en McDonell,1998:3).
Se trata de la “...integración y transformación del conocimiento para mejor enfrentar, desde perspectivas múltiples la complejidad de la realidad” (Zarri, en McDonell, op.cit. :3).
Otras definiciones hacen alusión al hecho de que el enfoque transdisciplinario ha de proveer nuevas y futuras alternativas para el tratamiento de los problemas complejos.
Tal es el caso de Gavan McDonell (1998) de acuerdo con el cual la transdisciplinariedad es integrar y transformar campos del conocimiento desde múltiples perspectivas para acrecentar la comprensión de los problemas que han de abordarse, para mejorar y proveer futuras y nuevas alternativas. Y también de Roderick MacDonald (citado por McDonell1998), desde cuya visión implica trascender el conocimiento parcial para pluralizar opciones sobre futuras alternativas.
Finalmente, Thomas Warn aclara que la transdisciplinariedad: “Es algo diferente de la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la física o cualquier otra disciplina específica. Es diferente de un enfoque todo incluyente o inclusivo así como también es distinto de un enfoque demasiado generalista” (Warn, en McDonell, op.cit. :4).
Por su parte, Massimiliano Lattanzi precisa: “No es una disciplina sino un enfoque, un proceso para incrementar conocimiento mediante la integración y transformación de perspectivas gnoseológicas distintas” (Lattanzi, en McDonell, op.cit. :4).
Así, la transdisciplinariedad no es ni una disciplina ni una ciencia de las ciencias sino un proceso integrador de visiones gnoseológicas diferentes.
Pero la transdisciplinariedad no es sólo transgresión de fronteras disciplinares, integración, transformación y producción de conocimiento (emergente) sino que implica un proceso de reflexión de la acción epistemológica del sujeto sobre la realidad y del conocimiento mismo, por ello para Julie Thompson Klein consiste en “...practicar el conocimiento en un modo reflexivo, que reconoce y no niega la pluralidad inherente y la complejidad de la condición humana” (Klein, en Mc Donell,op.cit. :4).
En suma, se trata de un enfoque o proceso activo y reflexivo que trasciende los límites de las disciplinas y el conocimiento parcial, que reconoce la pluralidad y la complejidad inherente de la realidad y el sujeto, y que busca abordar, enfrentar, comprender y explicar problemas complejos desde perspectivas múltiples, transformando e integrando conocimientos de campos y perspectivas gnoseológicas distintas, a fin de generar e incrementar conocimientos nuevos y emergentes y pluralizar opciones y alternativas de explicación y solución a dichos problemas.
Como vemos, esta concepción destaca la orientación de la transdisciplinariedad hacia la solución de problemas, lo que le otorga su sentido pragmático.
b) Un concepto teórico y su fundamento científico
Ahora bien ¿tiene la transdisciplinariedad algún fundamento científico?
El estatuto epistemológico, el fundamento “duro” de la transdisciplinariedad es difícil de rastrear. Nuevamente, Basarab Nicolescu es, de la variedad de autores, quien explícita o al menos propone, desde su formación como teórico en física cuántica, en qué consiste ese marco teórico de construcción y concepción de la transdisciplinariedad, mismo que revisaremos en las siguientes líneas.
Empero, en lugar de comenzar por mostrar su definición, preferimos iniciar por describir los principios que proveen el marco teórico de la transdisciplinariedad por él concebido, en tanto que la definición se suscribe y deriva de dichos principios.
Es importante aclarar que, dada la formación de este autor en el terreno de la física cuántica, las bases epistemológicas en que asienta la transdisciplinariedad están fundamentadas en elementos extraídos de esta rama de la física, en contraposición a la física clásica. Por lo que adentrarse en la epistemología de Nicolescu para conocer a fondo su concepto de transdisciplina implica retomar algunos elementos vistos en el artículos anteriores, en torno a la disputa entre el paradigma clásico y el emergente. Sin embargo, trataremos de hacerlo de manera muy sintética, mencionando únicamente los elementos que Nicolescu retoma.
B. Principios de la transdisciplinariedad
La transdisciplinariedad, desde el punto de vista de este autor, posee tres principios o postulados básicos:
- La existencia de varios niveles de realidad
- La lógica del tercero incluido
- La complejidad
Estos principios contrastan con los postulados principales que la ciencia moderna clásica nos heredó y que aún predominan a pesar de numerosas críticas y evidencias provenientes de la misma esfera científica (y no humanista como podría especularse), que han puesto en crisis al paradigma clásico y, a pesar también, de que se reconoce la necesidad de un nuevo paradigma y se han empezado a delinear sus rasgos fundamentales.
La ciencia moderna nació de una ruptura con la antigua visión del mundo. Su paradigma se funda sobre la idea de la separación total entre el sujeto que conoce y la realidad, a la que supone completamente independiente del sujeto que la observa. Este paradigma también nos ha legado otros postulados que provienen de la física clásica y que están centrados en la búsqueda de leyes y orden, mismos que Nicolescu (1998) resume en tres:
- la existencia de leyes de carácter matemático que rigen el universo,
- el descubrimiento de esas leyes por la experimentación científica y
- la reproductibilidad perfecta de los datos experimentales.
Los éxitos de la física clásica (desde Galileo hasta Einstein) confirmaron la exactitud de esos postulados y contribuyeron a instaurar el paradigma de la “simplicidad” que se hizo predominante en el siglo XIX.
Recordemos que la física clásica se fundamenta, entre otras, en las ideas de:
- continuidad: no se puede pasar de un punto a otro del espacio y del tiempo sin pasar por todos los puntos intermedios.
- causalidad local : todo fenómeno físico puede ser comprendido por un encadenamiento de causas y efectos.
- determinismo: Las leyes de la física clásica son deterministas. El determinismo hace alusión a la predictibilidad de los fenómenos.
- objetividad: la objetividad se erige como criterio de verdad. El conocimiento no puede ser sino científico, objetivo. La realidad es la realidad objetiva, regida por leyes objetivas. Todo conocimiento diferente al científico es relegado a la subjetividad, lo que devino en la transformación del sujeto en objeto.
Todas estas ideas, según Nicolescu, reafirman en el fondo la visión de que existe un sólo nivel de realidad, que es el de la realidad física, que es objetiva y determinista, que posee una lógica de continuidad y causalidad local:
“En el fondo, más allá de la inmensa esperanza que ha despertado, el cientificismo nos ha legado una idea persistente y tenaz: la existencia de un solo nivel de Realidad, donde la sola verticalidad concebible es la de la posición vertical sobre una tierra regida por la ley de la gravitación universal” (Nicolescu, op.cit. :13).
Y es precisamente esta visión de la realidad una de las ideas que la transdisciplinariedad refuta, pues ella reconoce la existencia de diferentes niveles en lo real.
“El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de Realidad, regidos por lógicas diferentes, es inherente a la actitud transdisciplinaria. Cualquier intento de reducir la Realidad a un nivel único, regido por una sola lógica, no se sitúa en el campo de la transdisciplinariedad” (Art. 2 de la Carta de Transdisciplinariedad, Freitas,1994:2).
1. La existencia de varios niveles de realidad
El primer principio transdisciplinario es la existencia de varios niveles de realidad, que se fundamenta en los postulados de la física cuántica que van colapsando las ideas básicas arriba mencionadas de la física clásica.
El derrumbe de las ideas clásicas en la ciencia física se dio a principios del siglo XX con Max Plank, quien introdujo el concepto de la discontinuidad, (versus el de continuidad).
Según el descubrimiento de Plank, la energía tiene una estructura discreta, discontinua. El “quantum” de Plank, de donde toma su nombre la mecánica cuántica, revolucionó toda la física, cambiando nuestra visión del mundo.
La aparición de la discontinuidad significó el cuestionamiento de la continuidad y por tanto de la causalidad local.
De hecho, en un primer momento, el formalismo de la mecánica cuántica, y luego el de la física cuántica, intentó salvaguardar la causalidad local tal como se conocía a escala macrofísica. Pero era evidente desde sus inicios que un nuevo tipo de causalidad debía existir en la escala de lo infinitamente pequeño y breve, la escala cuántica.
La existencia de un nuevo tipo de causalidad permitió la entrada a la física de otro nuevo concepto: la no separabilidad.
En el mundo macrofísico, si dos objetos interactúan en un momento dado y luego se alejan, interactúan cada vez menos. En el mundo microfísico en cambio las entidades cuánticas continúan interactuando cualquiera que sea su alejamiento. Hay una suerte de conexión no local o causalidad no local y lineal, sino global, relacional y compleja. Ello parece contrario a nuestras leyes macrofísicas.
“...existe un nuevo tipo de causalidad- una causalidad global, que concierne el sistema de todas las entidades físicas en su conjunto” (Ibidem :16).
Como puede apreciarse, la no separabilidad cuántica no pone en duda la causalidad misma sino una de sus formas: la causalidad local. No pone en duda la objetividad científica, sino la objetividad clásica fundada en la creencia de ausencia de toda conexión no local.
Para Nicolescu: “La existencia de correlaciones no locales amplía el campo de la verdad y de la realidad. La no-separabilidad cuántica nos indica que hay en este mundo, al menos a cierta escala, una coherencia, una unidad, leyes, que aseguran la evolución del conjunto de los sistemas naturales” (Ibid:16).
Por otra parte, recordemos que el concepto clásico determinista de la ciencia física también se colapsó, particularmente con la aportación de Heisenberg , a partir de la cual se descubrió que en la escala cuántica reina el indeterminismo.
“Las célebres relaciones de Heisenberg muestran sin ninguna ambigüedad que es imposible localizar un quantum en un punto preciso del espacio y del tiempo. O mejor dicho, que no es posible asignar una trayectoria bien determinada a una partícula.” (Ibid:17)
No obstante, es importante aclarar que por indeterminismo no debe entenderse imprecisión, pues las predicciones de la mecánica cuántica han sido siempre verificadas con gran precisión, pero esta precisión se refiere a los atributos propios de las entidades cuánticas y no a los de los objetos clásicos
“Ciertamente, es imposible localizar una partícula cuántica o definir cuál es el átomo que se desintegra en un momento preciso. Pero esto no significa (...) que el acontecimiento cuántico es un acontecimiento fortuito (...) simplemente las interrogantes formuladas no tienen sentido en el mundo cuántico (...) porque presuponen que debe haber allí una trayectoria localizable, la continuidad, la causalidad local” (Ibid. :17).
Por tanto, allí donde la física clásica ve continuidad, la física cuántica encuentra discontinuidad; donde la física clásica ve determinismo, la física cuántica encuentra indeterminismo; donde la física clásica ve causalidad local, la física cuántica encuentra la no-separabilidad y la causalidad global.
Ahora bien, ¿qué es la realidad?
Para Nicolescu la realidad es lo que “resiste” a nuestras experiencias, representaciones, descripciones, imágenes o formalizaciones matemáticas , y este es para él el sentido pragmático de la definición, aunque también reconoce que hay que dar una dimensión ontológica a la realidad en la medida en que la naturaleza participa del ser del mundo.
Entonces, ¿qué hay que comprender por nivel de realidad?
Se entiende por nivel de realidad “un conjunto de sistemas invariantes a la acción de un número de leyes generales...” (Ibid:19). Por ejemplo las entidades cuánticas sometidas a las leyes cuánticas, las cuales entran en ruptura radical con las leyes del mundo macrofísico.
Es decir: dos niveles de realidad son diferentes si, pasando de uno a otro, hay ruptura de leyes y ruptura de los conceptos fundamentales. Por ejemplo, la causalidad.
Nadie ha encontrado un formalismo matemático riguroso que permita el pasaje de un mundo a otro y quizá el paso del mundo cuántico al macrofísico sea siempre imposible, pero para el autor en eso no hay nada de catastrófico. La discontinuidad que se ha manifestado en el mundo cuántico se manifiesta también en la estructura de los niveles de realidad. Esto no impide la coexistencia de los dos mundos y la prueba más palpable es nuestra propia existencia. Nuestros cuerpos tienen a la vez una estructura macrofísica y una cuántica.
Para terminar esta parte, diremos que el autor aclara que los niveles de realidad son radicalmente diferentes de los niveles de organización tal como están definidos en los enfoques sistémicos. Los niveles de organización no presuponen una ruptura de los conceptos fundamentales: varios niveles de organización pertenecen a un solo y mismo nivel de realidad. Los niveles de organización corresponden a estructuraciones diferentes a esas mismas leyes fundamentales (por ejemplo, la economía marxista y la física clásica pertenecen a un solo y mismo nivel de realidad).
Entonces, en contraste con el paradigma clásico que asume que la naturaleza tiene un sólo nivel de realidad en el que se observa la causalidad local, la continuidad y el determinismo, la transdisciplina, desde la visión de Nicolescu, propone que existen en la realidad varios niveles y que esos niveles asumen la discontinuidad y la causalidad global.
Así, el derrumbe de los postulados básicos de la física clásica por la visión cuántica significó la apertura hacia una visión más ancha de la realidad.
Para Nicolescu el impacto cultural mayor de la revolución cuántica es el cuestionamiento del “dogma contemporáneo” de la existencia de un sólo nivel de realidad.
En síntesis: se ha dado la emergencia de por lo menos dos niveles de realidad diferentes en el estudio de los sistemas naturales: el macrofísico y el cuántico.
2. La lógica del tercero incluido
Tanto el desarrollo de la física cuántica como la coexistencia entre el mundo cuántico y el macrofísico han conducido al surgimiento de pares contradictorios mutuamente excluyentes (A y no-A): onda y corpúsculo, continuidad y discontinuidad, causalidad local y causalidad global, determinismo e indeterminismo...
El escándalo intelectual provocado por la mecánica cuántica consiste en el hecho de que los pares de términos contradictorios que ella evidenció son efectivamente mutuamente contradictorios cuando son analizados a través de la tabla de lectura de la lógica clásica.
Esta lógica está fundada sobre tres axiomas:
- el axioma de identidad: A es A
- el axioma de no contradicción: A no es no-A
- el axioma del tercero excluido: No existe un tercer término T, que es a la
vez A y no-A
En la hipótesis de la existencia de un solo nivel de Realidad, el segundo y tercer axioma son evidentemente equivalentes.
El autor señala que el dogma de un solo nivel de Realidad está tan arraigado en nuestras conciencias que aún los lógicos de oficio olvidan decir que esos dos axiomas son en efecto distintos, independientes el uno del otro.
Si uno acepta esta lógica se llega inmediatamente a la conclusión de que los pares contradictorios puestos en evidencia por la física cuántica son mutuamente exclusivos, puesto que no se puede afirmar al mismo tiempo la validez de una cosa y su contrario: A y no-A. Después de todo, dice el autor, ¿podría uno afirmar que la noche es el día, la vida es la muerte, lo negro es lo blanco?
Sin embargo, estos pares de contradictorios adquieren un significado distinto si se explican desde una nueva lógica, que acepte la existencia de varios niveles de lo real.
En este sentido, Nicolescu retoma la idea de Lupasco quien habla de modificar no el segundo axioma de la lógica clásica, como ha hecho la mayoría de los autores que ha tratado de construir una lógica “cuántica”, sino el tercero.
Ese tercer axioma clásico del tercero excluido: No existe un tercer término T, que es a la vez A y no-A, quedaría sustituido por el del tercero incluido: Existe un tercer término T que es a la vez A y no A.
Según el autor, ese fue el mérito de Lupasco, demostrar que la lógica del tercero incluido es una verdadera lógica, formalizable y formalizada, multivalente (tiene tres valores A, no-A y T) y no-contradictoria, aunque tanto él como Husserl, quienes tomaron como punto de partida la física cuántica, se adelantaron a su tiempo y por ello su propuesta ha sido marginada por los físicos y filósofos.
Otra razón por la que la propuesta de Lupasco fue marginada se debe, según Nicolescu, a la ausencia en su filosofía de la noción de “nivel de realidad” que oscurecía su contenido.
Para Nicolescu la comprensión del axioma del tercero incluido: existe un tercer término T que es a la vez A y no A, se aclara completamente desde que se introduce la noción de “niveles de realidad”
“Para obtener una imagen clara del sentido del tercero incluido, representemos los tres términos de la nueva lógica –A, no-A y T- y sus dinamismos asociados, por un triángulo en el cual uno de los vértices se sitúa en un nivel de Realidad y los otros dos en otro nivel de Realidad. Si se permanece en un solo nivel de Realidad, toda manifestación aparece como una lucha entre dos elementos contradictorios (ejemplo: onda A y corpúsculo no-A) El tercer dinamismo, el del estado T, se ejerce a otro nivel de Realidad donde eso que aparece como desunido (onda o corpúsculo) es de hecho unido (quanton) y eso que aparece como contradictorio es percibido como no contradictorio” (Ibid:25,26).

Es la proyección de T sobre un solo y mismo nivel de realidad lo que produce la apariencia de pares antagónicos, mutuamente exclusivos (A y no-A). Un solo y mismo nivel de Realidad no puede engendrar sino oposiciones antagonistas. Él es, según señala el autor, por su propia naturaleza auto-destructor si está separado completamente de todos los otros niveles de realidad. Un tercer término, digamos T’, situado sobre el mismo nivel de realidad que los opuestos a A y no-A, no puede realizar su conciliación.

“La “síntesis” entre A y no-A es más bien una explosión de inmensa energía como la producida en el encuentro entre la materia y la antimateria” (Ibid:26).
Así, en la lógica del tercero incluido los opuestos son, más bien, los contradictorios. La tensión entre los contradictorios edifica una unidad más amplia que los incluye.
De este modo, dos niveles adyacentes se unen por la lógica del tercero incluido en el sentido de que el estado T, presente a un cierto nivel, está unido por un par de contradictorios (A, no-A) del nivel inmediatamente vecino. Ese estado T opera la unificación de los contradictorios. Pero tal unificación se produce a un nivel diferente de donde están situados A y no-A. Se respeta por tanto el axioma de no contradicción (A no es no-A)
Por tanto, la lógica del tercero incluido es no-contradictoria en el sentido en que el axioma de no contradicción es perfectamente respetado a condición de que se ensanche la noción de verdadero y falso de tal manera que las reglas de implicación conciernen ya no dos términos (A y no-A) sino tres (A, no-A y T), coexistiendo en el mismo momento del tiempo.
Es pues una lógica formal del mismo tenor que cualquier otra lógica formal: sus reglas se expresan por un formalismo matemático relativamente simple.
“La lógica del tercero incluido es una lógica de la complejidad e incluso quizá su lógica (es) privilegiada, en la medida en que ella permite atravesar de una manera coherente los diferentes campos del conocimiento” (Ibid:27).
Ahora bien, cuando se cuestiona el hecho de si hay coherencia y unidad en el conjunto de los niveles de realidad se afirma que ciertamente la hay, al menos en el mundo natural.
“De hecho, una basta “autoconsistencia” parece regir la evolución del universo de lo infinitamente pequeño a lo infinitamente grande, de lo infinitamente breve a lo infinitamente extenso. Un flujo de información se transmite de una manera coherente de un nivel de realidad a otro nivel de realidad de nuestro universo físico” (Ibid:42).
La lógica del tercero incluido es capaz de describir la coherencia entre niveles de realidad por un proceso iterativo que continua hasta el infinito hasta agotar todos los niveles de realidad.
Ese proceso consiste de:
Así, la lógica del tercero incluido induce a una estructura abierta (gödeliana) del conjunto de los niveles de realidad, lo que conlleva la imposibilidad de una teoría completa y cerrada sobre ella misma.
Sabemos que T realiza la unificación de los contrarios, pero al mismo tiempo sabemos que está asociado a otro par de contradictorios. Esto significa que se puede construir a través de cierto número de pares mutuamente exclusivos una teoría nueva que elimina las contradicciones a cierto nivel de realidad. No obstante, esa teoría es temporal y podrá ser sustituida por una nueva teoría que unifique las contradicciones de un nuevo par situado a un nivel nuevo de realidad, al que son inherentes un nuevo par de contradictorios y que más tarde serán sintetizados... Este proceso es, pues, continuo, jamás se puede llegar a una contradicción absoluta, de allí que no pueda conseguirse una teoría completa y cerrada. Así, el conocimiento, como la unidad de los niveles de realidad, está siempre abierto.
“La unidad que vincula a todos los niveles de realidad si existe tiene que ser una unidad abierta” (Ibid:45).
En el mundo de los niveles de realidad per se lo que es arriba es como lo que es abajo, (estas palabras no tienen otra significación que aquella asociada a la flecha de transmisión de información) pero lo que es abajo no es como lo que es arriba.
“La materia más fina penetra la materia más gruesa, como la materia cuántica penetra la macrofísica, pero la afirmación contraria no es verdadera” (Ibid:43).
La flecha está asociada, a su vez, al descubrimiento de leyes cada vez más generales, unificadoras y globalizantes.
Como vemos, la lógica del tercero incluido no elimina a la del tercero excluido, sólo restringe su validez. La lógica del tercero excluido es válida para situaciones relativamente simples, pero es nociva para situaciones complejas.
Algunos lectores podrían encontrar cierta similitud entre la lógica que propone Nicolescu y la lógica dialéctica, después de todo ambas buscan la unificación de los contrarios a través de una síntesis de los mismos, síntesis que lleva a la construcción de algo nuevo, no obstante, la diferencia entre esta lógica cuántica y la dialéctica estriba en que la primera asume un sentido sincrónico, es decir, asume la coexistencia de los contrarios y la posibilidad de su síntesis en un mismo momento del tiempo. Para ella, esto es posible gracias a la existencia de diferentes niveles de realidad, pues los contrarios pertenecen a un nivel de realidad diferente de aquel al cual pertenece y donde se realiza su síntesis. La segunda, en cambio, asume un sentido diacrónico, es decir histórico, pues tanto los contrarios como su síntesis se suceden en el tiempo.
3. La complejidad
Otra situación que se aúna a la emergencia de niveles diferentes de realidad y de las nuevas lógicas -entre ellas la del tercero incluido- para terminar con la visión clásica del mundo, es la complejidad.
Por lo que a este postulado hace, el autor, en términos genéricos, explica cómo la complejidad es inherente no sólo al mundo macrofísico sino también al microfísico.
Para Nicolescu la complejidad pulveriza la pirámide de la visión clásica del mundo en donde las disciplinas se articulan precisamente piramidalmente, estando la física -en tanto que única ciencia que cumple completamente los requisitos de la lógica binaria y los postulados de la ciencia moderna- en la base, como la piedra angular de todas las otras disciplinas.
No obstante, en la actualidad es la misma física quien de modo paradójico se ha instalado en el centro de la fortaleza de la simplicidad.
Aunque se dice que en la física contemporánea reina una maravillosa simplicidad estética de unificación de todas las interacciones físicas mediante algunas “piedras” fundamentales (quarks, leptones o mensajeros), los físicos que practican la ciencia desde dentro reconocen que esta situación se presenta cada vez más compleja:
“Los fundadores de la física cuántica esperaban que algunas partículas, en tanto “piedras” fundamentales, pudiesen describir toda la complejidad física. Pero ya hacia 1960 ese sueño se derrumbó: centenas de partículas han sido descubiertas gracias a los aceleradores de partículas” (Ibid: 30).
Esa situación ha conducido a una simplificación, ahora reinante en la física de las partículas: la búsqueda de grandes teorías de unificación y super unificación de las interacciones físicas. Pero también allí la complejidad ha mostrado su supremacía.
Pues, por ejemplo, según la teoría de las supercuerdas, en física de las partículas, las interacciones físicas aparecen como si fueran muy simples, unificadas y sometidas a unos principios generales si se les describe en un espacio tiempo multidimensional y a una energía fabulosa llamada la masa de Planck. La complejidad surge en el momento de pasar a nuestro mundo, que se caracteriza por ser percibido espacio-temporalmente en cuatro dimensiones y por energías accesibles mucho menores. Las teorías unificadas son muy poderosas a nivel de principios generales pero resultan pobres en la descripción de la complejidad de nuestro propio nivel. Muchas interrogantes matemáticas y experimentales de gran complejidad quedan sin responder. “La complejidad matemática y experimental son en la física contemporánea inseparables” (Ibid:31).
Hay pues una infinita complejidad en la interacción entre partículas cuánticas.
Así, la complejidad está presente en todas partes: la realidad macrofísica se revela, según vimos en otros ensayos, como algo no simple y predecible a manera de reloj sino como algo complejo e inclusive caótico. No obstante, esta complejidad no se restringe al mundo de lo infinitamente grande sino que también abarca el plano microfísico.
Pero la complejidad de la cual se habla ¿es una complejidad sin orden? ¿habrá en ella un nuevo orden y una simplicidad de nueva naturaleza? ¿será la complejidad creada por nuestras mentes o se encuentra en la naturaleza misma de los seres y las cosas? Según Nicolescu, en el estudio de los sistemas naturales está la respuesta parcial a esta interrogante: lo uno y lo otro.
“La complejidad en la ciencia es primero la complejidad de las ecuaciones y de los modelos. Es por lo tanto, el producto de nuestra mente que es compleja por su propia naturaleza. Pero esta complejidad es la imagen en espejo de la complejidad de los datos experimentales que se acumulan sin cesar. Está entonces también en la naturaleza de las cosas” (Ibid: 33).
La complejidad se instala, pues, en todas partes, en el mundo de lo infinitamente grande y también en el mundo de lo infinitamente pequeño y, por tanto, en el individuo que participa de ambos mundos.
Esta idea de la complejidad en la realidad no es contradictoria sino que está íntimamente relacionada a la idea de unidad abierta en los niveles de realidad, de ahí que ningún nivel de realidad constituye un nivel privilegiado donde se puedan comprender todos los otros niveles de realidad. Un nivel de realidad “es”, porque todos los otros existen a la vez.
“En la visión transdisciplinaria la pluralidad compleja y la unidad abierta son dos facetas de una misma realidad” (Ibid:45).
Ahora bien, cuál es, pues, el concepto de transdisciplinariedad que subyace a estos postulados.
Para Nicolescu la transdisciplinariedad no se limita a ser un enfoque de trabajo para integrar diferentes disciplinas en función de un objetivo común, como ya vimos que lo es para otros autores. Nicolescu concibe a la transdisciplinariedad como una forma nueva de ver la realidad.
La disciplinariedad, desde el paradigma de la ciencia clásica, pretende englobar la realidad y profundizar en ella a través de una fragmentación y reparto de segmentos entre diferentes ciencias, pero para Nicolescu este proceder no refleja al mundo como es, sólo nos entrega fragmentos incompletos. En cambio, el mundo real es complejo, abierto, multidimensional y multireferencial y la disciplinariedad no es la lente más adecuada para percibirlo. En cambio se requiere de una visión que nos lo entregue en toda su complejidad, que trascienda la concepción de un solo nivel de realidad, que trascienda la lógica formal y la idea de la simplicidad como principio del universo, en una palabra, una visión que trascienda a las disciplinas pero que no niegue los aportes de ellas: una visión transdisciplinaria.
Por ello, Basarab Nicolescu nos aclara que la transdisciplinariedad concierne, como lo indica el prefijo “trans”, a lo que simultáneamente es entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina.
“La piedra angular de la transdisciplinariedad reside en la unificación semántica y operativa de las acepciones a través y más allá de la diferentes disciplinas. Ella presupone una racionalidad abierta, producto de una nueva visión sobre la relatividad de nociones tales como “definición” y “objetividad”. El formalismo excesivo, la rigidez de las definiciones y la postura de objetividad absoluta, que impliquen la exclusión del sujeto, pueden tener sólo efectos negativos” (Art. 2, Carta de la transdisciplinariedad Freitas, et. al., 1994:2).
También nos aclara que su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento.
Pero, ¿hay algo entre y a través de las disciplinas y más allá de toda disciplina?
Desde el punto de vista del pensamiento clásico no hay nada, pues recordemos que, aún si renunciara a la visión piramidal del conocimiento, el pensamiento clásico considera que cada fragmento de la pirámide por el gran “bang” disciplinario es una pirámide entera; cada disciplina pretende que el campo que le pertenece es inagotable y por eso para el pensamiento clásico la transdisciplinariedad es un absurdo porque no tiene objeto, no así para la transdisciplinariedad, quien no ve un absurdo en el pensamiento clásico, pero reconoce que su campo de aplicación es restringido.
Nicolescu señala que el espacio entre y más allá de las disciplinas está lleno cuando existen varios niveles de realidad y que precisamente la estructura discontinua de esos niveles de realidad es lo que determina ese mismo tipo de estructura para el campo transdisciplinario:
“En presencia de varios niveles de Realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las disciplinas, está lleno, como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: de la partícula cuántica a las galaxias, del quark a los elementos pesados, que condicionan la aparición de la vida en el Universo. La estructura discontinua de los niveles de realidad determina la estructura discontinua del espacio transdisciplinario” (Nicolescu, op.cit. :38).
Como vemos, esta visión determina el objeto y finalidad de la transdisciplina y acaba con la visión piramidal de la ciencia clásica y del enfoque disciplinario al ampliar la perspectiva de la realidad, que no sólo se da en un solo y mismo plano en el cual todas y cada una de las ciencias pueden desarrollarse de manera disgregada y sin necesidad de enlazarse para explicar el pedazo que de ella les tocó, después de todo, para el paradigma clásico siempre puede recurrirse a la suma de los fragmentos para conocer la totalidad; sino que a la realidad le son inherentes diferentes niveles o planos, lo que implica la necesidad de comprender no sólo el fragmento (de realidad) que queda “atrapado” al interior de cada ciencia y en un solo plano, sino también aquello que escapa a ese plano y queda entre esos fragmentos cerrados.
En otras palabras, la realidad no es sólo lo que logran explicar las disciplinas ni sólo lo que se puede explicar entre las diferentes disciplinas, sino aquello que está dentro de las disciplinas y, a la vez, entre ellas y más allá de ellas.
Desde esta perspectiva Nicolescu nos devuelve al objeto y al objetivo original del conocimiento: conocer la realidad toda que es una, dinámica y compleja y abierta. Objeto y objetivo que hace suyos la transdisciplinariedad como visión del mundo.
Por último, diremos en este apartado que así como mencionamos que existen niveles de interdisciplinariedad también los hay de transdisciplinariedad. El autor concibe que hay distintos grados de investigación transdisciplinaria según se cumpla con sus tres pilares arriba presentados .
“La toma en cuenta más o menos completa de los tres pilares metodológicos de la investigación transdisciplinaria genera diferentes grados de transdisciplinariedad. La investigación transdisciplinaria que corresponde a un cierto grado de transdisciplinariedad se aproximará más bien a la multidisciplinariedad (como en el caso de la ética); aquella correspondiente a otro grado se acercará más a la interdisciplinariedad (como en el caso de la epistemología); y aquella otra todavía correspondiente a otro grado –se acercará a la disciplinariedad” (Ibidem:39).
Así, un primer grado de transdisciplinariedad concierne a las disciplinas mismas. Es el espíritu de un investigador en tal o cual disciplina lo que, por añadidura, puede ser transdisciplinario. Todas las disciplinas pueden estar animadas por la actitud transdisciplinaria: no hay una disciplina que sea favorecida con relación a otra desde el punto de vista de la transdisciplinariedad. Puede haber grados de apertura a la transdisciplinariedad, pero no puede haber una disciplina transdisciplinaria en sí, lo que resulta transdisciplinario son las actitudes de los científicos.
Como vemos, los postulados propuestos por Basarab Nicolescu para la transdisciplinariedad en general coinciden con los rasgos e ideas básicos del nuevo paradigma que explicamos en artículos previos, particularmente con las ideas de complejidad versus simplicidad y de lógica dialéctica versus lógica lineal. La idea de varios niveles de realidad sería, desde nuestro punto de vista, el fundamento más, digamos, impactante, aunque no necesariamente completamente novedoso pues reconocemos, como el mismo Nicolescu hace, que ya no sólo otros autores (entre ellos Husserl que habla de la existencia de diferentes niveles de percepción de la realidad por parte del sujeto que la observa y por tanto de una realidad multireferencial y multidimensional) sino otras civilizaciones y tradiciones han aceptado la existencia de “otros mundos”, sólo que éstas han tendido a explicarlo desde dogmas religiosos.
Desde nuestro punto de vista, la aportación del autor, aquí, consiste en su intento de esclarecer cómo desde la ciencia misma, particularmente desde la física cuántica, pueden establecerse y fundamentarse esos postulados, así como esclarecer en qué consisten. El autor trata, pues, de dar fundamento al enfoque transdisciplinario desde la ciencia.G
Referencias bibliográficas
- Barbieri Massini, Eleonora. (1998) (consultado el 15/XI/00) Plenario 4: ¿Cómo investigamos y evaluamos en la transdisciplinariedad? Simposio Internacional de Transdisciplinariedad. UNESCO www.unesco.org
- Freitas, Lima, Edgar Morin y Basarab Nicolescu (1994) Carta de la Transdisciplinariedad. Arrábida, Portugal.
- Fyfe William S. (1998) (consultado el 15/XI/00) Plenario 3: ¿Qué problemáticas necesitan tratamiento transdisciplinario? Simposio Internacional de Transdisciplinariedad. UNESCO www.unesco.org
- McDonell, Gavan J. (1998) (consultado el 15/XI/00) Plenario 1: ¿Qué es la transdisciplinariedad? Simposio Internacional de Transdisciplinariedad. UNESCO www.unesco.org
- McMichael, Anthony. (1998) (consultado el 15/XI/00) Plenario 2: ¿Qué hace que la transdisciplinariedad tenga éxito o falle? Simposio Internacional de Transdisciplinariedad. UNESCO www.unesco.org
- Nicolescu, Basarab. (1998) (recibido el 12/IX/00) La Transdisciplinariedad, una Nueva Visión del Mundo. Manifesto. Centro Internacional para la Investigación Transdisiciplinaria (CIRET). Ediciones Du Rocher. Francia. 125 pp. (La traducción al español de este documento aún no ha sido editada, de modo que esta fuente es gentileza de su autor) http://perso.club-internet.fr/nicol/ciret/
Tamariz Claudia y Ana Cecilia Espinosa Martínez (2006)”El paradigma dominante en la ciencia modcerna, 2ª parte”. Revista Visión Docente Con-Ciencia. N° 26. Septiembre-Octubre. Centro de Estudios
Se proclamó entonces a la física como la reina de las ciencias, con lo que surgió la ideología cientificista, que terminó por trasladar los postulados de la física a muchas otras ramas del conocimiento natural y social.
Nicolescu llama causalidad local al principio que nosotras, en el artículo:”El paradigma dominante en la ciencia moderna, 2ª parte”, denominamos causalidad lineal (cadenas causa-efecto) y que se explica mediante las ecuaciones diferenciales lineales, inauguradas por Newton.
Ver nuestro artículo sobre la teoría cuántica en: “El nuevo paradigma de la ciencia”. Revista Visión Docente Con-ciencia. N° 28. Enero.Febrero. 2006. Centro de Estudios Universitarios Arkos. México. p. 5-20.
Así, por ejemplo, cuando se cuestiona sobre si las interacciones cuánticas atraviesan la velocidad de la luz (que es la velocidad límite en que puede darse el vínculo entre partículas que interactúan, según la teoría de la relatividad), la respuesta es:
- sí, si se insiste en salvar a toda costa la causalidad local, al riesgo de abolir la teoría de la relatividad.
- No, si uno acepta la existencia de un nuevo tipo de causalidad: la causalidad global, que concierne al sistema de todas las entidades físicas en su conjunto.
Ver el principio de indeterminación de Heisenberg que se explica dentro del apartado 3.4.1 Las teorías y descubrimientos revolucionarios.
Los quantos, las entidades cuánticas, son distintos de los corpúsculos y las ondas: los objetos de la física clásica. Si uno desea enlazarlos a toda costa a los objetos clásicos, se está obligado a concluir a la vez que los quantos son a la vez corpúsculos y ondas o mejor dicho que no son ni partícula ni onda. Los quantos son caracterizados por cierta extensión de sus atributos físicos como sus posiciones y sus velocidades, por ejemplo.
Para Nicolescu la abstracción también forma parte de la realidad: “La física cuántica nos ha hecho descubrir que la abstracción no es un simple intermediario entre nosotros y la Naturaleza, no una herramienta para describir la realidad, sino una de las partes constitutivas de la Naturaleza. En física cuántica el formalismo matemático es inseparable de la experiencia” (Ibid., 18)
Se han construido una serie de lógicas “cuánticas” multivalentes (vs clásicas bivalentes, es decir que aceptan solo dos criterios de verdad; verdadero o falso) cuya ambición es resolver las paradojas engendradas por la ciencia cuántica e intentar llegar a un poder predictivo más fuerte que el alcanzado con la lógica clásica. Pero la mayor parte de esas lógicas han modificado el segundo axioma de la lógica clásica, el de la no-contradicción, introduciendo la no-contradicción a varios valores de verdad en el lugar de aquel del par binario (A y no-A). Pero no han considerado otra posibilidad: la modificación del tercer axioma del tercero excluido. (Nicolescu, 1998)
La estructura abierta del conjunto de niveles de realidad está en concordancia con el Teorema de Gödel, que dice que un sistema de axiomas suficientemente rico conduce a resultados inciertos o contradictorios, es decir, no últimos ni certeros, y por tanto no cerrados (sino abiertos).
Igualmente para la investigación disciplinaria el autor concibe que hay distintos grados de ella según las disciplinas cubran de forma más o menos completa con los tres postulados de la ciencia moderna. (Nicolescu, 1998)
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