Matemáticas en la Educación Superior

Carlos Caravantes Soto

Criticar la educación es una costumbre que recuerdo desde mi época de estudiante de primaria.

Me tocó en suerte vivir la llamada Reforma Educativa, donde a los contenidos en matemáticas se les introdujo el término modernas y al español se le atiborro de un estudio bastante confuso en cuanto a su estructura. Para mi fortuna medió un año entre mi ciclo escolar y las reformas mencionadas, pero por situaciones de familia, mi hermana, dos años menor que yo, si sufrió estas reformas y por ello me enteré de cómo cambió la educación primaria. Desde entonces, he escuchado criticar la educación desde múltiples perspectivas, igual la critica el padre de familia que la secretaria, el tío, el amigo y hasta los altos funcionarios del sistema educativo nacional, tal vez esto se deba a que es un pasatiempo barato o quizá porque en efecto, es criticable el rezago educativo por el que atraviesa hace tiempo la educación y en esta oportunidad expongo mi perspectiva de la enseñanza de las matemáticas en el nivel superior.

Si se le pregunta a un ciudadano común su opinión sobre los cursos de matemáticas en las escuelas, seguramente se obtendrá como respuesta una queja, una mueca o algo similar; si la pregunta es hecha a un estudiante, la exclamación será más contundente ya que las heridas son más recientes y aunque no es una generalidad, si un alto porcentaje de la población caería en esta postura.

Ninguna universidad, al menos que yo tenga referencia, está exenta del problema de las matemáticas, tanto de su enseñanza como de su aprendizaje y por supuesto de su aplicación.

En nuestra universidad, hemos constatado que el común denominador de los alumnos de nuevo ingreso a las carreras de ingeniería, es, y casi sin excepción, una escasa preparación en matemáticas; por supuesto, se arranca en desventaja a los contenidos del primer semestre y es aquí donde surge el problema que creo, obedece a que existen marcos de referencia distintos desde los cuales la problemática pareciera ser otra que la de un bajo rendimiento en el aprendizaje de las matemáticas y con ello un avance lento en las materias de aplicación de las herramientas matemáticas.

Existe una diferencia, en ocasiones poco percibida, entre lo que se enseña, lo que se aprende y lo que se cree.

Los alumnos suelen diferir respecto a la importancia de los temas que se analizan. Algunos prefieren someterlos a su filtro de valorar si el contenido que se trata es importante y cuestionan su utilidad y su aplicación. Si el maestro no presenta más que el argumento poco convincente de que lo utilizarán más adelante en sus estudios, etiquetan el tema como poco atractivo y simplemente lo delegan a un segundo plano o quizá hasta un tercero. Por esta razón es de importancia convencer al estudiante que el tema es útil, ya sea por medio de aplicaciones o bien por explicaciones contundentes del por qué se tiene que tratar. Esto es lo que se cree.

Lo que se enseña tiene sólo un pequeño comentario ya que existen los programas desarrollados que indican en su mayoría los contenidos a impartir. Contenidos que en muchas ocasiones requieren del maestro un amplio conocimiento de los temas.

Si uno se pregunta si puede haber algo más malo que un maestro de nivel superior que dicta sus clases, la respuesta, claro está, es uno que no sepa nada del tema y lastimosamente le ha correspondido responsabilizarse de una materia.

La otra parte importante es lo que se aprende. Sabemos que es difícil establecer un mecanismo de evaluación que nos permita tener la valoración correcta de la cantidad y la calidad de lo aprendido, pero es conocido que sólo un porcentaje de lo enseñado se retiene en el alumno y curiosamente en distintas medidas y contenidos, a eso se debe que en los exámenes halla calificaciones diversas.

Curiosamente, al finalizar un curso, se aplican las evaluaciones a las materias impartidas, presentándose con mayor frecuencia los siguientes resultados:

•  el profesor no sabe enseñar

•  la materia es difícil y no tiene utilidad

Desde luego la primera valoración no me satisface ya que considero que el término enseñanza no debe ser textualmente aplicado a la educación superior. No todo lo que uno aprende debe ser enseñado, máxime en la educación superior.

La segunda evaluación, por su parte, tiene que ver con nuestra habilidad como maestros para presentar la materia con matices atractivos para el estudiante.

 

A manera de resumen se concluye que la credibilidad en:

•  lo que se enseña,

•  la capacidad de los profesores,

•  la calidad de la institución;

es un punto que debemos reforzar al interior de nuestra universidad.

Considero que cuando el alumno crea que lo que se enseña es útil, que el profesor tiene capacidad para llevar a cabo la impartición de curso y que la institución le ofrece calidad en el sistema educativo que lo forma, estaremos entonces como institución en la línea correcta, trabajando para formar hombres libres a través de la educación. G

 


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NO. 4