El Currículum Dientes de Sable
Carlos Caravantes Soto
Este es un capítulo de la famosa sátira sobre el curriculum publicada en los Estados Unidos en J.A. Peddiwell (1939) The saber-tooth curriculum , McGraw-Hill .
El primer gran teórico y práctico de la educación de quien se tenga memoria fue un hombre de los tiempos antiguos cuyo nombre completo fue “ Puño Nuevo Constructor de Martillos ” pero a quien, por comodidad, le llamaremos de aquí en adelante “ Puño Nuevo ”.
Puño Nuevo fue un hombre con iniciativa, no obstante el hecho de que había muy poco en su medio de lo que se podía hacer cosas complejas. Sin duda se ha oído hablar de la herramienta de piedra labrada en forma de pera, que los arqueólogos llaman coup-de poing o martillo de mano. Puño Nuevo obtuvo reputación y considerable prestigio local por producir uno de esos artefactos en forma menos burda y de mayor utilidad que cualquiera de los que se tenían previamente en su tribu. Sus utensilios de caza eran generalmente armas superiores y, además, sus técnicas en el uso del fuego mostraban patrones de simplicidad y precisión. Sabía como elaborar cosas que su comunidad necesitaba, y tenía la energía y la voluntad de tomar la iniciativa para hacerlas. En virtud de estas características se le podía considerar como un hombre educado.
Puño Nuevo fue también un pensador. En aquel tiempo, como ahora, la gente no haría cuanto estuviese de su parte, para evitar el trabajo y la fatiga de pensar. Puño Nuevo sin embargo, con mayor disposición que sus compañeros, sí avanzaba mas allá de lo cotidiano hasta el punto donde el festejo era inevitable. La misma calidad de inteligencia que lo llevó a la actividad socialmente aceptada de producir artefactos le permitió comprometerse en la práctica de pensar, misma que su sociedad no aprobaba. Mientras otros hombres celebraban la caza de una presa y vegetaban horas después de ese evento, Puño Nuevo comía con menos entusiasmo, perdía menos tiempo pensando y se levantaba más temprano que el resto de sus camaradas para sentarse cerca del fuego y pensar. En esta actividad le ponía atención al fuego y se preguntaba acerca de varias partes de su medio ambiente hasta que finalmente se mostró altamente inconforme con la acostumbrada forma de vivir de su tribu. Empezó a vislumbrar maneras en que la vida podría ser mejor para sí mismo, su familia y su grupo. En virtud de este desarrollo, llegó a ser un hombre peligroso.
Estos son los antecedentes que hicieron que este pensador y hombre práctico se acercara al concepto de educación consciente y sistemática. El estímulo inmediato que lo puso en contacto directo con el sentido práctico de la educación fue el observar a sus hijos jugando. Los observó jugando a la entrada de la cueva con huesos, palos y piedras de colores brillosos. Notó que antes de que el fuego entrara en actividad, parecía no tener ningún propósito en sus juegos mas allá del placer inmediato de la actividad misma. Comparó esas actividades con las de los miembros adultos de la tribu. Los niños jugaban para divertirse; los adultos por seguridad y enriquecimiento de sus vidas. Los niños usaban huesos, palos y piedras; Los adultos usaban comida, refugio y ropaje. Los niños se protegían del aburrimiento; Los adultos se protegían del peligro.
“Si pudiera conseguir que estos niños hicieran algo que les diera más y mejor comida, refugio, ropaje y seguridad”, pensó Puño Nuevo , “estaría ayudando a esta tribu a tener una vida mejor. De tal forma que cuando ellos crecieran tendrían más carne que comer, más pieles para mantenerse abrigados, mejores cuevas para dormir, y mejor resguardo de la muerte rayada con dientes curvos que transita por la noche en estos lugares”.
Habiendo identificado una meta educacional, Puño Nuevo procedió a construir un currículum para enseñar esta meta. “¿Qué cosas debemos saber cómo hacer los miembros de la tribu para vivir con el estómago lleno, espaldas cálidas y alejar el miedo de nuestras mentes?”, Se preguntó a sí mismo.
Para contestar esta pregunta, pasaron varias actividades por su mente. “Tenemos que pescar con las manos desnudas en la hoya muy alejada del arroyo al otro lado del recodo”. Se dijo para sí. “Tenemos que pescar con las manos desnudas en la hoya exactamente en el recodo. Tenemos que hacerlo de la misma manera en la hoya que está de este lado del recodo. Y así lo haremos en la hoya siguiente, acercándonos cada vez más. Siempre con las manos desnudas. Así Puño Nuevo descubrió el primer contenido del primer curriculum: “la pesca con las manos desnudas”.
También conseguimos los primeros caballos lanudos, los atrapamos cuando vienen a tomar agua a la orilla del arroyo. Los atrapamos en los matorrales donde se echan a dormir. También en la pradera alta donde paseen. Los atrapamos dondequiera que los encontremos”. Así que la segunda materia del curriculum fue como atrapar caballos.
“Finalmente, alejamos a los tigres dientes de sable con fuego”, seguía pensando Puño Nuevo . “Los alejamos de la entrada de nuestras cuevas con fuego. Los separamos de nuestro camino quemando ramas. Los apartamos del pozo de agua con tizones. Siempre los tenemos que asustar con fuego”.
Así fue descubierta la tercera materia: asustar a los tigres dientes de sable con fuego.
Habiendo desarrollado un currículum, Puño Nuevo llevaba a sus hijos con él cuando realizaba sus actividades. Les dio oportunidad de practicar estas tres materias. A los niños les gustaba aprender. Era más divertido realizar actividades con un propósito que jugar con piedras o palos. Aprendieron bien las nuevas actividades, y así, el sistema educativo fue todo un éxito. Conforme crecían los hijos de Puño Nuevo , era fácil ver que tenían ventaja sobre otros - en cuanto a seguridad y buen vivir- que nunca habían sido educados sistemáticamente. Algunos de los miembros más inteligentes de la tribu empezaron a hacer lo mismo que Puño Nuevo , y la enseñanza de la pesca, la captura de caballos y el asustar a los tigres, fueron cada vez más aceptadas como el núcleo de la verdadera educación.
Por mucho tiempo, sin embargo, hubo miembros muy conservadores de la tribu que se oponían al nuevo sistema educativo formal, argumentando razones de carácter religioso. “El Gran Misterio que había en los truenos y se mueve en los relámpagos”, anunciaron impresionantemente, “El gran misterio que da vida al hombre y le quita según su voluntad, si ese Gran Misterio hubiera querido que los niños practicaran la pesca, la captura de caballos y el alejar a los tigres, antes de que crecieran, les hubiera enseñado estas actividades proveyéndoles de instintos naturales para ello. Puño Nuevo no es solamente un impío al intentar algo que el Gran Misterio nunca intentó: también es un tonto abominable por tratar de cambiar la naturaleza humana”.
Entonces aproximadamente la mitad de estos críticos entonaron al unísono: “si te opones al deseo del Gran Misterio, debes morir”, y los demás coreaban burlonamente: “no puedes cambiar la naturaleza humana”
Siendo un estadista, así como un administrador y teórico de la educación, Puño Nuevo replicó cortésmente a ambos argumentos. A las mentes más teológicas, dijo que, de hecho, el Gran Misterio había ordenado que se hiciera este nuevo trabajo y que incluso él mismo había hecho el trabajo al provocar que los niños quisieran aprender, que los niños no podrían aprender por sí mismos sin ayuda divina, que no podrían aprender nada excepto por el poder del gran misterio, y que realmente nadie podía entender la voluntad del Gran Misterio concerniente a los peces, los caballos y los tigres dientes de sable a menos que se hubiese ilustrado bien en las tres áreas fundamentales de la escuela de Puño Nuevo . A quienes sostenían que la naturaleza humana no puede ser cambiada, Puño Nuevo les señaló el hecho de que la cultura paleolítica había logrado su alto nivel por medio de cambios en la naturaleza humana y que casi parecía antipatriótico rechazar el mismo proceso que había enaltecido a la comunidad.
“Yo sé, compañeros de tribu”, -finalizó su argumento solemnemente el pionero de la educación- “que ustedes son siervos humildes y devotos del Gran Misterio. Sé que ustedes no se opondrían en ningún momento a su voluntad. Los conozco como individuos inteligentes y fieles de esta gran tribu, sé que su patriotismo puro y noble no permitiría hacer algo que entorpeciera el desarrollo de la más importante de nuestras instituciones en este reino: el sistema educativo paleolítico. Ahora que ustedes entienden la naturaleza y propósito verdaderos de esta institución, tengo plena confianza de que ustedes no se impedirían hacer todo lo que este de su parte para defenderla y apoyarla”.
Bajo esta instancia se logró que las fuerzas conservadoras apoyaran la nueva escuela, y a su debido tiempo, todos los miembros de la comunidad sabían que el núcleo de la buena educación radicaba en las tres materias de pesca, captura de caballos y alejamiento de los tigres dientes de sable. Puño Nuevo y sus contemporáneos envejecieron y fueron acogidos por el Gran Misterio en la tierra del ocaso del sol muy lejos del arroyo. Cada vez eran más los hombres que seguían sus caminos educativos hasta que finalmente todos los niños de la tribu fueron entrenados en las tres áreas básicas. Así la tribu prosperó y fue feliz al poseer suficiente carne, pieles y seguridad.
Es de suponerse que todo habría marchado bien por siempre con este buen sistema educativo si las condiciones de la vida en la comunidad hubiesen sido siempre las mismas. Pero las condiciones cambiaron, y la vida que alguna vez había sido segura y feliz en el valle del reino de las cavernas llegó a ser insegura y perturbada.
Una nueva era glacial se avecinaba en esa parte del mundo. Un gran glaciar bajó de la cordillera montañosa vecina del norte. Año tras año se acercaba más a las aguas del arroyo que corría por el valle de la tribu, hasta que finalmente alcanzó el río y empezó a derretirse dentro de las aguas. La suciedad y grava que el glaciar había recogido en su larga trayectoria fueron arrojadas al arroyo. El agua se volvió lodosa, lo que alguna vez había sido un río cristalino del cual se veía fácilmente el fondo, era ahora una corriente fangosa en la que no se distinguía nada.
Súbitamente la vida de la comunidad había cambiado en un aspecto muy importante. Ya no era posible pescar con las manos desnudas. No era posible ver a los peces en el agua lodosa. Además, con el transcurrir de los años, los peces del arroyo se habían vuelto más tímidos, ágiles e inteligentes. El pez torpe, desafiante que al inicio existía en gran cantidad, había sido capturado con las manos desnudas, generación tras generación de pescadores y finalmente sólo quedaron peces de inteligencia y agilidad superiores. Estos peces inteligentes se escondían en el agua lodosa bajo los cantos rodados recientemente depositados por el glaciar y eludían fácilmente las manos de los más expertos pescadores. Aquellos hombres de la tribu que habían estudiado pesca avanzada en la escuela secundaria no eran mejores que sus compañeros que solo habían tomado cursos elementales en esa área. Incluso los universitarios graduados en Ictiología no resolvían el problema. No importaba que tan buena educación hubiese recibido un pescador, no podía pescar al no poder encontrar a los peces.
El deshielo de la lámina glacial que se acercaba hizo el lugar más húmedo. La tierra era más blanda aún en las partes más alejadas del arroyo. Los mansos caballos lanudos de cinco a seis manos de altura que corrían con sus patas traseras de cuatro pesuñas y sus delanteras de tres, aunque llamaba la atención atraparlos, desarrollaron una característica peligrosa. Eran ambiciosos. Querían aprender a usar sus pesuñas hendidas. Tenían la visión de llegar a ser animales poderosos y agresivos en lugar de pequeños y tímidos. Se imaginaban un día lejano en que alguno de sus descendientes medirían dieciséis manos de altura, pesarían más de media tonelada y podrían tirar a sus posibles jinetes al suelo. Sabían que nunca alcanzarían esta meta en un terreno pantanoso y húmedo, así que se dirigieron hacia el este a los planos amplios y secos, lejos de los terrenos paleolíticos de la cacería. En su lugar quedaron pequeños antílopes que llegaron con el glaciar y eran tan tímidos y veloces y tenían un sentido del peligro tan agudo que nadie podía acercárseles lo suficiente para atraparlos.
Los cazadores de caballos mejor entrenados de la tribu salían día tras día, usaban las técnicas más eficientes aprendidas en la escuela, pero día tras día regresaban con las manos vacías. La alta educación para atrapar caballos no podía dar resultado dado que no había caballos que atrapar.
Finalmente, para completar la ruptura de la vida y educación paleolíticas, las nuevas condiciones de humedad del aire propiciaron una gran epidemia de neumonía en los tigres dientes de sable. Estos animales eran peculiarmente susceptibles a este tipo de enfermedad y casi todos desaparecieron. Ciertamente unos pocos especímenes anticuados lograron irse hacia el desierto del sur, pero, lamentablemente, eran pocos y débiles representantes de una raza alguna vez poderosa y numerosa.
Así que ya no había tigres que asustar en la comunidad paleolítica; las mejores técnicas para asustarlos llegaron a ser meros ejercicios académicos, buenos por sí mismos, quizás, pero innecesarios para la seguridad de la tribu. Sin embargo, nuevos peligros mayores acechaban a la tribu con la presencia de los osos polares que llegaron con los glaciares. A estos no les asustaba el fuego y transitaban por los caminos de día y de noche. No podían ser alejados ni con los métodos más avanzados que se habían desarrollado en los cursos escolares para asustar al tigre dientes de sable.
La comunidad afrontaba ahora una situación sumamente difícil. No había peces o carne para comer, pieles para abrigarse ni seguridad para protegerse de la muerte melenuda que transitaba por los caminos de día y de noche. Para que no se extinguiera la tribu, se tenían que hacer ajustes de inmediato a esta dificultad.
Afortunadamente, en la tribu existían hombres del tipo del viejo Puño Nuevo que tenían la habilidad para actuar y el coraje para pensar. Uno de ellos se paró en el lodoso arroyo, su estómago se contraía por el hambre, esperando encontrar una manera de atrapar un pez para comer. Ese día, una y otra vez, había intentado la vieja técnica para pescar, esperando desesperadamente que finalmente funcionaría, pero ahora, en un momento desesperado, finalmente desecho todo lo que había aprendido en la escuela y buscó alguna forma diferente para pescar en aquel arroyo. Observó algunas lianas colgando de los arboles. Las bajó y empezó a tejerlas sin tener un claro propósito. Conforme las fue tejiendo, la visión de lo que podría hacer para satisfacer su hambre y la de sus hijos que lo esperaban en la cueva fue cada vez más clara. La desesperación le había dado un poco de luz. Trabajó más inteligentemente y con mayor rapidez. Al final había diseñado una red para pescar. En ese momento llamó a un compañero y le explicó lo que había hecho. Los dos hombres introdujeron la red en el agua en varias partes del arroyo y en una hora habían capturado más peces –peces inteligentes en agua fangosa- que los que la tribu hubiese podido pescar en un día bajo las mejores condiciones de pesca.
Otro miembro inteligente de la tribu andaba errante, hambriento, en medio del bosque donde habían abundado los pequeños caballos mansos y donde ahora solo se podían ver los evasivos antílopes. Había intentado usar las viejas técnicas de captura de caballos para atrapar antílopes hasta que se convenció de la futilidad de ellas. Sabía que moriría de hambre quien se basara en lo aprendido en la escuela para obtener comida en esos bosques. Así fue que ese hombre, al igual que el inventor de la red para pescar, finalmente, por el hambre fue impulsado a buscar nuevos caminos. Dobló un fuerte árbol primaveral tierno sobre un camino por donde pasaban los antílopes, colocó otra parra con un nudo corredizo, ajustó el artefacto completo de una manera tan ingeniosa que el animal que pasaba soltaría un disparador que le haría caer en la trampa pulcramente al erguirse el árbol. Colocando una rama de estas trampas, fue capaz, en una sola noche, de asegurarse más carne y pieles que una docena de cazadores de caballos de los viejos tiempos lograban en una semana.
Un tercer hombre de la tribu, determinado a enfrentarse al problema de los temibles osos, también se olvidó de lo que le habían enseñado en la escuela y empezó a pensar en forma directa y radical. Finalmente, como resultado de este proceso de pensamiento, excavó un profundo hoyo en un camino por donde transitaban los osos y los cubrió con ramas de tal forma que estos caminaran sin sospechar y cayeran atrapados en el fondo, y permanecieran ahí hasta que vinieran los hombres de la tribu con palos y piedras para matarlos. Este inventor les mostró a sus amigos como cavar los hoyos y camuflarlos hasta cubrir todos los caminos de los alrededores de la comunidad. Así la tribu adquiría mayor seguridad que antes y además se dotaba de grandes cantidades de carne y pieles adquiridas de los osos capturados.
Tan pronto como el conocimiento de estos nuevos inventores se esparció, todos los elementos de la tribu se involucraron en el conocimiento de estas nuevas formas de vida. Los hombres trabajaron intensamente haciendo redes para pescar, colocando trampas para los antílopes y excavando trampas para los osos. La tribu se mantenía ocupada y era próspera.
Había pocos hombres que reflexionaban y se planteaban preguntas mientras trabajaban. Algunos de ellos criticaban hasta las escuelas.
“Estas nuevas actividades de la construcción de redes y su uso adecuado, la colocación de trampas y la excavación de hoyos son indispensables para la existencia moderna”, dijeron. “¿Por qué no enseñar estas actividades en la escuela?”
La mayoría, segura, sensata, tuvo una rápida respuesta a esta pregunta ingenua: “¡Escuela!”, Exclamaron burlonamente. “No estamos en la escuela ahora. Estamos aquí en el trabajo duro para preservar la vida y la felicidad de la tribu. ¿Qué relación tienen estas actividades prácticas en la escuela? No se están impartiendo clases ahora. Es mejor que se olviden de sus clases y sus ideales académicos de atrapar peces, capturar caballos y de asustar a los tigres si quieren comer, abrigarse y tener cierta medida de seguridad de la muerte inesperada”.
Los radicales persistieron un poco en su planteamiento: “la construcción de redes para pescar y su uso, la construcción de trampas para los antílopes y su uso, y la forma de capturar y matar osos”, señalaron, “requiere de inteligencia y habilidades –cosas que se dicen se desarrollan en la escuela -. Son actividades que necesitamos conocer. “¿Por qué no enseñarlas en la escuela?”
Pero la mayoría de la tribu, y particularmente los sabios ancianos que controlaban la escuela, sonrieron indulgentemente a esta sugerencia. “Eso no sería educación ”, dijeron suavemente.
“¿Pero por que no lo sería?”, Preguntaron los radicales.
“Porque sería un simple entrenamiento”, explicaron pacientemente los ancianos. “Con todos los detalles intrincados de atrapar peces con las manos desnudas, capturar caballos y asustar a los tigres dientes de sable –las materias estándares de la cultura- el curriculum escolar esta muy saturado ahora. No podemos sumarle esas novedades y ringorrangos del diseño de redes, trampas para antílopes y –sobre todo- la caza de osos. Porque, los grandes pensamientos de Puño Nuevo , fundador de nuestro sistema educativo paleolítico, se invertiría en su tumba. Lo que necesitamos es dar a nuestros jóvenes una base más segura en sus fundamentos. Aun los graduados de las escuelas secundarias no conocen el arte de pescar con las manos desnudas en una forma completa actualmente. Tampoco dominan la forma de capturar a los caballos adecuadamente, y en cuanto a la ciencia antigua de asustar los tigres dientes de sable, aquí incluso los maestros parecen carecer de la disposición real hacia esta materia, la cual los ancianos aprendimos cuando éramos jóvenes y nunca la hemos olvidado”.
“Pero, maldición” -explotó uno de los radicales- “¿cómo es posible que una persona con un buen sentido pueda estar interesada en tales actividades inútiles? ¿Cuál es el objetivo de pescar con las manos desnudas cuando simplemente ya no se puede hacer? ¿Cómo puede aprender un muchacho a cazar caballos cuando ya no existen caballos que cazar? ¿Y por qué demonios los niños deben de asustar tigres con fuego siendo que los tigres han muerto o desaparecido de este medio?
“No seas tonto”, dijo el sabio anciano, con la mejor de sus sonrisas: “no enseñamos la materia de pescar con las manos desnudas con el objetivo de atrapar peces; la enseñamos para desarrollar una agilidad generalizada la cual no puede desarrollarse con el simple entrenamiento. No enseñamos a atrapar caballos con la finalidad de que los atrapen; se enseña para desarrollar una fortaleza generalizada en quien aprende y la cual nunca podría obtenerse de una actividad tan prosaica y especializada como la de colocar trampas para antílopes. No enseñamos a asustar tigres para que realmente se haga; sino que se enseña con el noble coraje que necesitaran para todos los asuntos de su vida que nunca podrán alcanzar con actividades tan básicas como la de matar osos”.
Todos los radicales guardaron silencio con esta intervención; todos, excepto el más radical de ellos. Se sintió avergonzado, es verdad, pero era tan radical que lanzó una última protesta:
“Pero de cualquier modo – sugirió- “tendrá que admitir que los tiempos han cambiado. ¿Podrían ustedes por favor, intentar estas otras actividades más actualizadas? Puede ser que éstas tengan algún valor educacional después de todo”.
Aun los compañeros de este hombre radical sintieron que esto estaba yéndose un poco lejos.
Los sabios ancianos se indignaron. Sus sonrisas se desvanecieron. “Si tú mismo tuvieras una educación -dijeron severamente- sabrías que la esencia de la educación verdadera no depende del tiempo. Es algo que persiste a través de las condiciones cambiantes como una roca sólida colocada firmemente en medio de un torrente violento. ¡Debes saber que existen algunas verdades eternas, y el curriculum dientes de sable es una de ellas!
Bibliografía
J.A. Peddiwell (1939) The saber-tooth curriculum , McGraw-Hill . E.U.A. G |