Los líderes. ¿Nacen o se hacen?
Gerardo Jiménez Ávalos
Muchos de nosotros, alguna vez, nos hemos preguntado por qué tal o cual persona sobresale de las demás, colocándose a la cabeza de un grupo asumiendo el papel de líder.
Para dilucidar el planteamiento anterior, es necesario comprender como se integran, grosso modo, los grupos. Cuando se habla de éstos, hay que precisar que se trata de un conjunto de individuos que se reúnen bajo cierto orden o estructura, de manera formal o informal, con cierta permanencia, que establecen una comunicación mutua en el ámbito humano y que persiguen la consecución de un fin determinado.
A diferencia de los grupos, los agregados sociales son transitorios, en el que las personas que los integran no se conocen personalmente, ni están organizadas y, aunque puede haber un estrecho contacto físico, sus relaciones humanas son muy limitadas, como sucede en las multitudes o muchedumbres, la chusma y la masa popular, cada cual con características propias.
Algunos investigadores sociales han descubierto que durante el proceso de formación de un grupo, los niveles superiores e inferiores son los primeros en integrarse, y al último, el nivel medio. En esta etapa se establecen los roles o papeles que cada sujeto ha de desempeñar dentro del mismo.
Es justamente en esa estructura de roles donde aparece la figura del que ha de detentar el papel de líder. Al respecto, León Mann, puntualiza: “La emergencia de un liderazgo firme en grupos bien establecidos está en relación con el desarrollo estable de las estructuras sociométricas, de poder de comunicación y de rol. Esta relación se realiza en varios sentidos. El líder, a causa de su posición central en la estructura de comunicación, tiene una situación muy ventajosa para el inicio y el mantenimiento de actividades de grupo que congelan la estructura de rol y le permiten perpetuar su liderazgo”.
Dentro de este contexto han surgido controversias sobre la naturaleza de la relación que se da entre los grupos y sus líderes. De esta forma se han planteado dos teorías que fijan su postura en torno al origen del liderazgo, conocidas como la teoría del “gran hombre” y la teoría “situacional”.
La teoría del “gran hombre” sostiene que hay determinados individuos que poseen ciertos rasgos y habilidades inherentes a su personalidad, que los hacen emerger de entre los demás asumiendo el rol de líderes de un grupo, al que conduce hacia la consecución de sus objetivos. Cabe precisar que en muchos casos, el líder aprovecha su posición para sus propósitos personales y que no siempre coinciden con las metas del grupo.
A su vez, los defensores de la teoría “situacional” opinan que el liderazgo se da en función de las necesidades que se presentan en una situación en particular, y en estos casos, conforme vayan cambiando esas situaciones, el propio grupo irá promoviendo como líderes a los más aptos para enfrentar las nuevas circunstancias.
Aunque ambas teorías sustentan elementos válidos, la teoría del “gran hombre” es la que ha recibido más objeciones con base a pruebas científicas, ya que, según éstas, no se puede predecir con exactitud que alguien llegará a ser un líder, partiendo del conocimiento de sus rasgos personales. A pesar de ello, parece ser que el conjunto de ciertas características de la personalidad, como son la seguridad, la responsabilidad y la capacidad intelectual, pueden ser determinantes para que un sujeto pueda destacar como líder.
Bibliografía
Mann, León (1997) Elementos de Psicología Social Editorial LIMUSA, S. A. de C. V. GRUPO NORIEGA EDITORES. Balderas 95, México, D. F.
Amaya Serrano Mariano(1993) Sociología General Editorial Mc Graw Hill Atlacomulco no. 499-501, Fracc. Ind. San Andrés Atoto 53500 Naucalpan de Juárez, Edo. De México. G
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