DE LA COMUNICACIÓN ESCRITA:
O cómo convencer al sujeto de que el predicado le es necesario
Por: Ricardo Simental Zapata
El aniversario de Vis ión Docente Con-Ciencia
nos pone en el momento propicio para hacer una reflexión sobre eso que llamamos comunicación, y sobre esa comunicación que encontramos escrita .
La comunicación escrita marca el verdadero inicio de la civilización. No fue solo alcanzar la abstracción lo que despegó al hombre de las demás especies; no fue sólo el primer bosquejo de idea, sino la capacidad de transmitir esa idea, de darle un nombre a las cosas, y poner ese nombre sobre otras cosas: rocas, polvo, piedra, piel incluso. Los objetos materiales dejaron de ser los únicos en la voz del hombre y los sujetos inmateriales tomaron la delantera. La escritura es la que crea entonces el génesis y es en su forma escrita que la historia toma orden y se convierte en principio. El hombre escribe, desde siempre, pensando en aquel otro que no conoce pero que sabrá así, de su existencia.
Jeroglífico? Sánscrito? Graffiti? O búsqueda eterna? Aqu í estuvo Sancho
Así, surge en la psiquis del hombre la verdadera conciencia del ser gregario. Fobias, miedos, sentimientos, todo eso que eran sólo fantasmas toman forma y se plasman en símbolos que otros pueden identificar. Y es entonces cuando el hombre sabe que, verdaderamente, no está solo. Tendrían que pasar miles de años para que otro hombre, Jorge Luis Borges, con cierto terrible sentido, sentencie que sí lo estamos, que vemos desde adentro, que estamos atrapados en ese ser que somos nosotros y que por eso el hombre escribe, para no dejar que todo eso implosione, dejándonos para siempre como fantasmas en los recuerdos de los demás y sin redención posible, porque nadie más, nunca nadie, puede o volverá a ser nosotros.
De ahí que transmitir la idea (que puede referirse a una acción, instinto, sentimiento, historia imaginada, sentida, vivida o intuida) tome la trascendencia de comunión, a la cual nosotros, ahora, ya no estamos acostumbrados. Las cartas, los edictos, las narraciones, tomaron desde siempre un papel fundamental, no sólo en la organización de las sociedades, sino en su concepción como parte del mundo. Hoy, este mundo moderno, con su desparpajo y su falta de misterios (ya que ahora creemos conocerlo todo) ha perdido el respeto a lo escrito, aunque paradójicamente, se vale de él para pregonarlo.
LA IDEA
Una idea encuentra creación y avance a través de la palabra. Y a través de la escritura, asegura su correcta interpretación y se expande en la mente humana.
Expandir la idea es la clave. Darnos oportunidad de perfilarla, de tomarla por sorpresa desde distintos ángulos, de pillarla a medias convertida en lo trivial. Forzar un poco a la mente para que salga de la rutina y se sume a favor de uno mismo.
LA IMAGEN DE LA IDEA
De pronto, lo que es uno se despierta, se da cuenta que en realidad no ha estado pensando sino repasando lo que sabe o se supone sabe. El entorno deja de ser dilatado para centrarse en un punto, una figura o un mueble. Ha surgido la idea y no hay espacio para nada más, o para nadie.
LA LIBERTAD
Expresar las ideas, los argumentos de vida, las inquietudes, las emociones, es quizá la forma más completa de ejercer la libertad. En un escrito personal somos realmente nosotros. Nuestro lenguaje toma ritmo, profundidad, y la gente que nos lee percibe con mayor dimensión lo que somos. Y si lo que se dice es cierto, o suena cierto; y si lo que se dice tiene sentido o al menos intenta tenerlo, entonces nos encontraremos repetidos en la mente de alguien más. Y corregidos, si hay suerte.
Por eso nuestra ley garantizó la libertad de expresión, siguiendo el ejemplo de otras sociedades, porque el legislador sabía de la fuerza y el empuje que toman las ideas cuando se plasman y se comparten. Un aumento de dimensión que progresivamente olvida al individuo y penetra la conciencia social. Nada tiene la fuerza de una convicción colectiva. Y por eso, al menos por eso, deberíamos cultivar la virtud de escribir; hacer de ella un oficio, o un vicio, si se quiere. Darnos cuenta de cuan poco sirve la sabiduría que no se comparte, y que para compartirla es bueno tener un escucha, pero es mejor tener un lector.
Pero si teniendo la idea todavía surge la necesidad de decidir. ¿Escribo esto?; ¿para qué hacerlo?; ¿para quién? EL RESULTADO SERÁ CASI SIEMPRE UN ESCRITO MENOS Y UNA CONCEPCIÓN ORIGINAL DEL TEMA, PERDIDA PARA SIEMPRE
No escribimos porque no creemos que sea importante. Y no leemos porque pensamos que no es imprescindible. Estamos como el ciudadano que no vota, primero porque no puede creer en la fuerza de un voto, y cuando comprueba que dicha fuerza existe, cuando se da cuenta que vive en una sociedad democrática, entonces no lo considera necesario. Cree, por comodidad, que otros harán lo que él no hace, y renuncia sin pesar a ser partícipe de lo que se construye, a no ser cómplice de lo que se destruye, a ser escuchado cuando las cosas, como casi siempre, no salen bien.
Lo cierto es que las inmensas posibilidades que se nos dan con la lectura-escritura, (que implica un proceso de abstracción, de investigación, de reflexión, de estudio, de aprendizaje) nos son negadas por nuestra tendencia a reaccionar en lugar de accionar; a recibir conocimiento en lugar de emprender la búsqueda; a creer en lugar de descubrir. Y eso, a pesar de que la fuente de ese descubrimiento está siempre a nuestro alrededor. Hacia donde miremos encontramos una publicación disponible. Podemos acceder, en el momento en que lo deseemos, a esa oportunidad.
Pero si nos libramos de esa indolencia, si se escribe sin importar el alcance de esa escritura, sin importar si es un diario, una carta, un ensayo, una tesis, un cuento o novela, se ejercerá un poder creativo que no debe menospreciarse, sobre todo si se realiza con la conciencia plena de lo que involucra. Porque en ese ejercicio, por breve que sea, se establece una comunión entre el yo que piensa, el yo que pervive, el yo anónimo y el yo que se impulsa a través de los otros para ganarse un lugar que sienta suyo. Y ese yo nuestro, que incluso a veces no conocemos, se vale de un código personal y único: el mensaje.
¿Y EN QUÉ CONSISTE EL MENSAJE?
Tener algo qué decir: una opinión que forme opinión, una frase amable que procree otras iguales, un concepto que propicie la reflexión, un saludo a tiempo.
Ordenar las ideas y los datos: Guiar al lector, plasmar con un lenguaje propio lo que se intenta decir, buscando hacer comprensible el mensaje, primero para uno mismo, y luego, para los demás.
Ejercitarse en la Redacción: Escoger las palabras, haciendo uso de toda herramienta de consulta a la mano. Quizá nunca seamos escritores, pero tendremos, inevitablemente, un mejor y más amplio vocabulario.
El mensaje es la figura de la idea. La intención del que escribe. Y es siempre una llamada a los otros, en un sentido u otro, que es lo que reafirma la conciencia social, el valor del individuo como parte de esa sociedad, y las funciones que se abroga, o se permite.
Ese llamado, sin embargo, no disminuye la independencia de quien lo emite, sino tiende a involucrar a quienes permea, y funciona como multiplicador de mensajes, ya que, quienes lo reciben, estando o no de acuerdo, casi siempre responden.
DE LO QUE SE SIEMBRA EN ESE EXTRAÑO PROCESO DE “PENSAR”
LA MENTE QUE PIENSA, LEE
“El escritor dice, literalmente, lo indecible, lo que nadie quiere o puede decir. De ahí que todas las grandes obras literarias sean cables de alta tensión, no eléctrica, sino moral, estética y crítica”. Octavio Paz.
Nunca nada está totalmente completo, o agotado. No existe tema que no permita una nueva reflexión, una distinta aproximación. De ahí se derivan las razones prácticas para escribir.
Las razones prácticas
Compartir información
Evitar el Olvido
Convencer
Conseguir
LA MENTE QUE SIENTE, INTUYE
“Aquí nos tocó vivir. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire” Carlos Fuentes en boca de Ixca Cienfuegos
No existe aspecto de la vida que no se relacione con nuestro ser interior. Los sentidos nos muestran un mundo material pleno de manifestaciones inmateriales. Amamos y odiamos con nuestras neuronas, pero el corazón siempre es reconocido, porque en algún lugar entre mente y cuerpo, reside el espíritu. De ahí surgen las razones imprácticas para escribir.
Las razones imprácticas
Sentir aún más
Hacer sentir
Inventarse a uno mismo
Divertirse
SER ESCUCHA Y ESCUCHADO
Para los profesionistas y para los estudiantes próximos a serlo, se trata de evitar a toda costa caer en lo que escribe Victoriano Garza Almanza, en un artículo excelente sobre el tema, publicado en Julio del 2001 en el periódico La Jornada, donde se refiere al porcentaje altísimo de graduados universitarios que no se titulan por falta de habilidad en la elaboración de su tesis:
“La sociedad contemporánea, donde la información es la moneda de curso legal, no funciona sólo de habladas. Lo que se quiera decir o hacer debe ponerse en blanco y negro. El mexicano es por antonomasia minusválido de la comunicación escrita, y ese es un punto que debe corregir el poder público y las universidades, a fin de que el país no se colme de profesionistas ágrafos y sí de políticos que argumentan y prometen porque, como ellos saben bien, a las palabras, se las lleva el viento”.
Sería conveniente añadir a las palabras de Garza Almanza, que los propios estudiantes deben tomar una decisión al respecto, cambiando la apatía y la insensibilidad por dos pasos fundamentales:
LEER PRIMERO
Los recursos limitados no significan limitar horizontes .- Existe gente que ha viajado por medio mundo y sólo ha tomado fotografías, descuidando el acercamiento con lo esencial, con lo humano. Esa aproximación al sentir de los pueblos, a su sufrimiento, su alegría, sus convicciones, sus problemas, los brinda la lectura de sus obras literarias, de sus revistas, de sus periódicos. Por ello se dice que los viajes ilustran, pero si no se puede viajar, la mejor alternativa es leer.
- Las obras clásicas o monumentales no pesan lo que parecen .- Por nuestros hábitos de lectura, una obra se aleja o se acerca de nosotros no dependiendo del autor, de su calidad, o su contenido. Los criterios de selección van desde el grosor del volumen, el título, las recomendaciones, y la obligatoriedad. Lamentablemente, y sin plena conciencia de aquello a lo que renunciamos, dejamos de encontrarnos con esa otra realidad escrita, argumentada, informada, veraz aun en su propia ficción, sin asomarnos a ella siquiera. Limitando nuestra lectura, nos damos el lujo de perder información invaluable, de profundizar nuestro conocimiento, de acceder a un grado de abstracción que no es propio de la vida moderna, aunque sí lo sea de sus instrumentos: las matemáticas, la ciencia, la teoría financiera, la percepción política.
- La imaginación funciona y además, es válida .- Desde los hombros de Homero, Verne, Asimov, Quiroga, Arreola, Fuentes, García Márquez, Dostoievsky, Tolstoi, Cortázar y tantos otros nos hemos encontrado con ese prodigio de la mente que es la imaginación. Y lo hemos encontrado en la mejor de sus manifestaciones: La creación.
Esa imaginación creadora nos ha paseado por los mares atávicos del Egeo, por el polo norte inexplorado, por una luna que resultó no ser de queso pero que de todas formas no se libra del hombre-luna ni del conejo, por el fondo de un océano que es más hermoso aún que el del Capitán Nemo, remolcándonos dentro de un submarino mejor que los actuales. Nos ha llevado por Marte, y esos otros universos que acechan detrás de la puerta. Nos ha acercado, a través de esa supuesta ficción, con una visión humana a la cual nuestra superficialidad no accede, y gracias a ello podemos entender lo que hay detrás del heroísmo y la lealtad, del odio y el egoísmo. Podemos descubrir, dibujados por un lenguaje magistral, al amor y al deseo, antes de que se oculten en el corazón del protagonista que también somos nosotros. Nos asomamos al alma solitaria del avaro y a la conciencia visionaria del mártir. Vislumbramos, si nos entregamos a ello, el terrible rostro de la humanidad y detrás de él, la fuerza omnipotente del espíritu y la mente.
Y luego, al darnos cuenta, nos comprendemos un poco más.
Y DESPUÉS DE COMPRENDER, ESCRIBIR, PERO SIEMPRE
- Uno puede hacerlo.- Las limitaciones no las marca el grado de educación, ni la habilidad. Uno las determina igual que determina el nivel de conciencia a que se desea acceder.
- Los demás lo esperan.- Todo mensaje será bien recibido; por los que están cerca, por los que coinciden en nuestra actividad, en nuestro entorno.
- Leerse, y releerse.- La lectura de lo propio permite, además de la corrección, el descubrimiento de otras facetas que pudieron abordarse en lo escrito. Y entonces, revisándose, el ejercicio continua......
NUESTRO FUTURO: RESCATAR LA PALABRA
La vialidad de una sociedad solidaria, equitativa, pronta en respuestas y lerda en la opresión, solo encuentra oportunidad en la medida en que logremos comunicarnos. En la medida en que la escritura se limite a lo estrictamente necesario, en esa misma medida seguiremos creando abismos entre los individuos que los orillaran a quedarse en un limitado entorno, a no conocer lo siguiente, a no concebir el cambio, a no prever el futuro.
A pesar de lo que pensemos, y de la comodidad moderna, nuestra mente precisa de un continuo entrenamiento en la comprensión; entrenamiento en el cual, la lectura es imprescindible. Solamente de ahí podrá desprenderse el ciudadano que actúe, porque su mente está activa, el estudiante que inquiere porque su mente no está satisfecha, el líder que duda, porque ha aprendido que su visión, antes que ser mesiánica, es imperfecta; veremos al individuo que a la par de lidiar con los problemas cotidianos, buscando la subsistencia, sepa y esté conciente de que alguien más decide por él, y que está obligado a saber qué es lo que se decide. Que deberá, le guste o no, interpretar las señales de nuestro tiempo, como son:
la volatilidad de los sistemas financieros y su condición inerme ante los ataques de la especulación, especialmente en el mundo pobre, que es mayoría;
la tendencia al autoritarismo con su carga de desprecio a la vida y cultura de las sociedades distintas;
La radicalización de las religiones y el desuso de sus principios;
La prácticas de la discriminación, que se repiten incluso, tristemente, entre los desfavorecidos;
El falso elitismo que predica la supremacía étnica a la par de la tecnológica.
La lectura-escritura, nos dará los elementos de juicio para dilucidar y anticipar los cambios de nuestro mundo e intervenir en ellos; para comprender los otros mundos que coexisten con el nuestro; para echar abajo las falacias de la modernidad, sabiendo que hoy y ahora, nadie está a salvo de la manipulación ni de la ignorancia.
Se trata de recuperar la palabra, de llenarla de sentido, en lo que respecta a los nuestros, en lo que se aprende, en lo que se trabaja. Se trata de leer lo que se escribe, de unos y de otros, de escribirse a sí mismos, de escribir a los suyos, de escribirle a su pueblo, a su nación, y por qué no, de escribirle al mundo.
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